En uno de los últimos artículos nos llevábamos las manos a la cabeza por los innumerables casos de corrupción que cada día llegan a nuestra mesa de desayuno, y nos preguntábamos cuánto más podría durar este culebrón mafioso. ¿Cuándo dejarán caer a Sánchez?, nos venimos preguntando desde hace tiempo. Hasta ahora quienes lo catapultaron al trono del paraíso de la política habían respaldado todas sus prepotencias y meteduras de pata porque, iba cumpliendo a rajatabla con los objetivos programáticos, producto de la transacción, cuyas cláusulas desconocemos los ciudadanos, aunque podamos deducirlas. Nada bueno. Pero los acontecimientos de los últimos tiempos parecen haber traspasado la línea y se adivina que su fin podría estar cerca. Varias señales apuntan a ello.
No se puede negar que la posibilidad de poner fin a este gobierno de la sinrazón es un alivio de los grandes y muy esperado por millones de ciudadanos. Sin embargo, analizando la situación de manera global y profundizando en lo mollar, es decir, en aquello que es esencial para el bienestar y la evolución del ser humano, una victoria con mayoría absoluta del PP no estaría exenta de cierto tinte de tristeza para quien sabe ver más allá de lo aparente. Quizá no se entiendan mis palabras, o quizá sí. Lo cierto es que, aparte de las noticias diarias que conforman el debate político y social, hay otra realidad menos visible, y es preocupante que pase tan inadvertida. ¿Por qué ahora? No es porque, de pronto, Núñez Feijóo se haya transformado en el Cid Campeador. ¿Qué ocurre entonces? ¿Toca nueva etapa? ¿Nuevo ciclo político? Si es así, ¿quién o quiénes lo han decidido y desde dónde? Los ciudadanos, anclados en la pura inacción física y mental, no. ¿Se trata de cambiar para que nada cambie? ¿Hay que insuflar savia de otro color para seguir “derrumbando” nuestra moral, nuestra cultura, nuestra religión, nuestras tradiciones y nuestras costumbres, como marcan las élites globalistas del multiculturalismo, lo sostenible y la resiliencia? ¿De qué Partido Popular estamos hablando? ¿Del PP de los valores que Rajoy enterró varios metros bajo tierra?
Estamos hablando del PP del globalismo, del “más Europa”, del “viva Ucrania”, de la ideología de género, de la ley de memoria histórica, del aborto y la eugenesia, del orgullo gay, del confinamiento, de la vacunación masiva, del control de los ciudadanos, de la restricción de libertades, en definitiva, de la Agenda 2030. Hablamos, del PP progre, del PP de Feijóo, que se diferencia muy poco del socialismo de Sánchez. Sé que decir esto es enfrentarse a un gigantesco egrégor, pero lo asumo.
Cosa distinta sería si una esperada victoria del PP no fuese suficiente para formar gobierno y necesitase los votos de VOX. En estos momentos, a pesar del odio que suscita el partido verde, hay que reconocer que es un baluarte frente al “progrerío” woke. Hay que reconocer que a pesar de sus muchas equivocaciones sigue siendo el partido más decente del arco parlamentario; y el más combatido y criticado por ser un gran estorbo en esta ecuación para llevar a cabo los planes de los globalistas.
De momento, más allá de gobiernos y partidos políticos, nos toca seguir en la lucha defendiendo lo que consideramos más justo para crear un mundo mejor. Dejo una pregunta para la reflexión: ¿Se puede defender la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural y votar a un partido abortista?