jueves, junio 12, 2025
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Cómo saber si eres comunista

Reducir el sector público es el sueño de los liberales; aumentarlo, el de los comunistas. De hecho, el comunismo es, por definición, el traspaso, al estado, de toda propiedad privada. Los comunistas pretenden que todo sea estado y los liberales que nada lo sea, que el estado quede en nada. Es fácil pues colegir que el liberal y el anarquista son el mismo individuo. ¿No es por eso que Milei llama «libertarados» a aquellos que no quieren verlo?

Los liberales como Milei, ven al estado, en cualquier caso, como una organización criminal que tiende a someter al individuo, despojándolo, no solo de su dinero, sino también de sus derechos inalienables. Para los comunistas, la expresión del pensamiento individual es censurable y, a menudo, censurada, apelando a la necesidad de sacrificar al individuo en beneficio de la masa. El individualismo favorece pues la diversidad y el comunismo la uniformidad (El pensamiento único) que no puede confundirse con la igualdad pues los dirigentes comunistas nunca tratan a los dirigidos como iguales.

El crecimiento del sector público es, por tanto, el mejor indicador del avance del comunismo pues, si un sistema totalmente comunista es aquel en el que el sector público lo abarca todo ¿No será medio comunista habiendo acaparado la mitad? Es por ello que la única política liberal viable pasa por reducir el sector público, al precio que sea, entendiendo que, más que una cuestión económica, lo que está en juego es la libertad, y eso no tiene precio.

Para reducir el sector público hay que reducir el gasto público, eso es obvio; y lo que normalmente se hace, a tal fin, es bajar impuestos, ya que así se consigue que el estado ingrese menos, y tenga, por tanto, menos poder y que el contribuyente ingrese más, y aumente su poder. Sí por contra, los impuestos suben indefinidamente, para financiar un sector público creciente, se llega a un punto en el que el sector privado no puede generar la riqueza suficiente para pagarlos, y eso es la quiebra. En nuestro país hace mucho que llegamos a ese punto y cualquiera puede comprobarlo observando la creciente deuda pública. Es precisamente la falta de ingresos provenientes de los impuestos al sector privado lo que lleva al dirigente comunista a pedir más y más préstamos, para seguir manteniendo un estado sobredimensionado.

Todo dirigente sabe que cuando el gasto público supera el ingreso público, hay que poner en marcha la motosierra, que no es otra cosa que reducir el número de subvencionados y de empleados públicos. El problema es que, si hace eso, también reducirá su masa de votantes (Ya que los despedidos no suelen tomarlo bien) y eso es arriesgarse a perder el poder. Es por eso que todo sistema de partidos conduce, inexorablemente, a la quiebra económica del sistema y a la dictadura comunista pues siendo el objetivo de todo partido ganar más y más votos, todos se sentirán inclinados a aumentar, indefinidamente, el número de subvencionados y de empleados públicos pues ¿A quién votarán esos beneficiados sino a aquel que les concedió el beneficio?

Y así el comunismo se va imponiendo democráticamente, defendido por todos aquellos que reciben dinero del estadoy la deuda va aumentando hasta alcanzar un punto en el que se considera técnicamente impagable. En nuestro país hace mucho que llegamos a ese punto y cualquiera puede comprobarlo observando la cantidad de deuda que nos compra China. Comprar deuda impagable es tanto como comprar el propio país endeudado, que podrá seguir manteniendo a los subvencionados y a los empleados públicos, eso sí, cumpliendo fielmente lo que le ordene el comprador como, por ejemplo, instalar todas las placas fotovoltáicas que le envíe, aunque para ello haya que arrancar miles de árboles y sufrir los apagones que provoca el descontrolado aumento de las renovables.

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