jueves, junio 5, 2025
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A vueltas con la utopía: Se necesitan políticos responsables, honrados y capaces. ¿Los hay?

La corrupción de los últimos tiempos nos tiene completamente saturados, a punto del colapso. Cuando parece que se ha tocado fondo, nuevos casos a cuál más surrealista se muestran ante una sociedad cada día más desinteresada por los asuntos políticos. Nunca habíamos llegado a estos extremos de atraco a mano armada. Vamos a dar por hecho, que siempre se ha robado –unos más que otros, todo hay que decirlo–, y que la marca PSOE como nido de trileros nunca defrauda y siempre se supera a sí misma. Manuel Azaña conocía bien el estilo de sus compañeros de panda y dejó para la posteridad su definición de “agentes de política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta”. Ante tal retrato de hace ochenta años, no sé por qué nos sorprendemos de la actitud de sus herederos de la Moncloa. Aún no han asaltado las cajas de seguridad y el oro, pero el desfalco del país fluye por otros cauces, sin necesidad de usar barcos.

La situación actual excede a todos los límites imaginables. La cueva de Alí Babá era un lugar de oración comparado con esto, y los ladrones son más de cuarenta, y de peor calaña. Pero la tropa gobernante continúa con su objetivo de demolición a la luz del día, con el apoyo incondicional de, prácticamente, todos los medios de comunicación masivos a su favor, lo cual les hace vivir en una suerte de burbuja, una “realidad aparte”, y no precisamente la de don Juan Matus que tanto popularizó el enigmático Carlos Castaneda. No sé cómo pueden resistirlo. Quizá reciban algún entrenamiento o terapia durante la noche para aparecer al día siguiente con sus caras almidonadas y plantarse ante las cámaras sin reflejar que son lo peor que ha pasado por la política; que son unos amorales sin conciencia; ambiciosos patológicos; expoliadores, saqueadores sin fondo. Eso sí, últimamente, las visitas ante la Justicia se están produciendo con cierta frecuencia; Justicia que aún no han conseguido doblegar; aunque poco falta, de no producirse un milagro. ¿Hasta dónde tienen previsto llegar?, hay que preguntarse. Porque, el plan no ha terminado. Y a esta pregunta le sigue otra de difícil respuesta, sin caer en un metaanálisis que muy pocos están dispuestos a plantear: ¿Quién sostiene a esta facha de presidente con vocación de vitalicio? En realidad, hay que reconocer que Sánchez está haciendo y ejerciendo muy bien la labor encomendada de destruir España, proyecto iniciado por su antecesor Rodríguez Zapatero –continuador de la Guerra Civil–, que sigue planeando cual buitre hambriento sobre sus víctimas.

¿Y la oposición? ¿Qué hace la oposición, aparte de casi nada? Y lo más importante: ¿qué hará si llega al gobierno? ¿Continuará Núñez Feijóo con las políticas sanchistas, como Mariano Rajoy lo hizo con el zapaterismo? No hemos olvidado que, a pesar de haber conseguido una holgadísima mayoría absoluta, la Ley de memoria histórica ahí siguió, y sigue; la Ley del aborto, ídem del lienzo; la reforma de la Ley de violencia de género –que discrimina a los hombres—, otro tanto; la reforma de la Ley electoral, lo mismo; por no hablar de los pactos con la ETA o la alianza de civilizaciones. En fin, mucho nos tememos que las marionetas se moverán al ritmo de la mano del titerista.

Tenemos que ser más exigentes con los políticos. No podemos aceptar con resignación dichos tan frecuentes como “todos van a forrarse”, o “todos colocan a su gente”, es decir, “todos son iguales”. En estos tiempos convulsos de tránsito hacia un transhumanismo incierto, necesitamos políticos “premium”, que además de responsables, bienintencionados y honrados, a mayores, tengan unas supercualidades para bregar con la situación mundial y los diferentes fraudes y tinglados metidos con calzador. Deben usar prismáticos de largo alcance. En primer lugar, no pueden seguir alimentando la gran mentira del cambio climático y traicionar a los ciudadanos que respiran a diario bario, aluminio y otros tóxicos que aspergen a diario  esos “aviones fantasma”, que tanto daño están causando. Asimismo, deberán poner freno a la geoingeniería y controlar el uso de armas de energía dirigida. ¿Por qué ningún político se atreve a abrir el debate en el Congreso sobre estos extremos? Es cierto que tenemos un gran problema con la inmigración, pero mayor aún es esta farsa que las élites han convertido en una religión trufada de dogmas. Soy consciente de que la mayoría de la ciudadanía quizá no entienda las consecuencias nefastas de estas prácticas, de las que está prohibido informar, so pena de ser censurado. Tampoco se les ha ocurrido tratar el tema de los campos electromagnéticos y su incidencia en la salud humana. ¿Para cuándo piensan empezar a regular el uso y los límites de la IA? ¿Regulan sobre el número de gallinas que puede tener un campesino o sobre qué antibiótico debe prescribir un veterinario, y sobre esto no? ¡Incomprensible! ¿Quizá están esperando órdenes del Foro de Davos y la dama Von der Leyen? Necesitamos políticos que en lugar de presionar y perseguirnos con normativas estúpidas nos ayuden a liberarnos del yugo de los plutócratas. Ah, y liberación también de la “sacratísima” ONU y su organismo la OMS, empeñada en velar por nuestra salud, para devolverle a las farmacéuticas el favor de su financiación. El ciudadano tiene el derecho natural de elegir cómo quiere curarse y qué vacunas inocularse, si es que opta por alguna. Basta de políticos ramplones y desconocedores de la letra pequeña de la Agenda de colorines, o conocedores y consentidores. ¡Por el pin de su solapa los conoceréis! Y basta ya de políticos negreros, que en cuanto tocan poder se les diluye la empatía. Necesitamos políticos con alma. ¿Los hay? ¿Dónde están? Seguimos a vueltas con la utopía.

 

Magdalena del Amo
Periodista, psicóloga, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.
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