Por Alfonso de la Vega
Ya desde el principio resultaba bastante curiosa la UTE entre Trump y el mega-millonario Musk, que ahora parece ser que estaría terminando como el rosario de la aurora. Al menos tal es la escenificación presente en esta farsa o sala de espejos en que se ha convertido la Política espectáculo, acaso distracción de lo que ocurre tras las bambalinas. Sin embargo, dos gallos o machos alfa en el mismo gallinero suelen terminar a picotazo limpio. Musk hasta ahora ha sido una especie de muleta protectora e inspiradora del presidente. Le ha ayudado mucho en la agitada campaña electoral y luego con en el famoso programa de detección de latrocinios de entes administrativos y chiringuitos varios que carcomen allí la administración woke como en casi todos los países occidentales. Pero lo mismo habrían cambiado las tornas: el caso es que tras criticar aspectos de la nueva política económica fiscal como la retirada de subvenciones a los coches eléctricos cosa que le afecta de modo directo a su negocio, ahora acusa a Trump de ser uno de los visitantes favoritos de la famosa isla de los horrores del agente del Mossad, Epstein. Un semillero de selección de lo más filantrópico y capaz de políticos y empresarios. Y no solo gringos.
La supuesta democracia americana en realidad es una plutocracia pero habitualmente no se exponía de manera tan manifiesta como ahora en que un plutócrata regaña públicamente a todo un presidente porque no le hace caso.
Pero si esto quizás sea lo más sonado, hay otros asuntos mucho más notables y peligrosos, de la que tal pugna real o fingida puede servir como distracción.
Me refiero al ataque, que tras el anterior a ferrocarriles y objetivos civiles, con material bélico occidental y el apoyo de la inteligencia norteamericana ha sido perpetrado por el dictador Zelensky a varias bases militares en territorio ruso donde al parecer habría hecho gran destrozo. Aunque sobre la magnitud real de los daños existe polémica ya que fuentes rusas denuncian que las imágenes publicadas han sido producto de manipulación mediante IA. Magnificado o no por la prensa occidental se trata de una provocación a gran escala que, como el cobarde ataque japonés a Pearl Harbour, buscaría la generalización de la guerra en Europa. Y aquí viene un importante dilema. Si Trump lo sabía y lo ordenó es que su plan de pacificación para Ucrania habría fracasado. Si no lo sabía y le han puenteado significaría que no sólo no controla el bando aliado sino que tampoco parte del aparato del Estado, aún en manos del deep state. Lo más probable es que Trump no hubiera sido advertido ni participase en el ataque, que pudiera haber sido una maniobra de Zelensky y Starmer, dos psicópatas satánicos que parecen imitar “Teléfono rojo volamos hacia Moscú”, para seguir torpedeando unas posibles opciones de paz.
Por su parte, el famoso «general Flynn» afirma que Trump debe investigar qué ha pasado y cómo es posible que el ataque haya podido ser mantenido en secreto. Resulta increíble que con los «miles y miles y miles de millones de dólares de los contribuyentes que damos a la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, en particular a la CIA, y las decenas de miles de millones que le hemos estado dando a Ucrania, que no supiéramos que esto estaba en curso, que esta planificación estaba en curso, que este ataque iba a ocurrir contra bombarderos con capacidad nuclear».
Después del ataque ucraniano contra Rusia Trump llamó a Putin:
«Acabo de hablar por teléfono con el presidente ruso, Vladimir Putin. La llamada duró aproximadamente una hora y quince minutos. Hablamos del ataque ucraniano contra aviones rusos, así como de otros ataques que están ocurriendo en ambos bandos. Fue una buena conversación, pero no una que conduzca a una paz inmediata. El presidente Putin afirmó, con mucha firmeza, que tendrá que responder al reciente ataque a aeródromos. También hablamos de Irán, y de que se le está acabando el tiempo para que Irán tome una decisión sobre armas nucleares, ¡y debe tomarla rápidamente! Le dije al presidente Putin que Irán no puede tener armas nucleares, y creo que coincidimos en eso.
El presidente Putin sugirió que participaría en las negociaciones con Irán y que quizás contribuiría a su rápida conclusión. En mi opinión, Irán está dando largas a este asunto tan importante, ¡y necesitaremos una respuesta definitiva en muy poco tiempo!» (Donald J Trump)
Quizás lo más interesante de esta conversación según la cuenta Trump sea el intento de “pedir disculpas” a Putin quien estaba valorando la respuesta pertinente en un intento de no desencadenar una guerra generalizada como pretende la OTAN. La posición de Trump es delicada. Por un lado no puede detener la «respuesta», ni tampoco le conviene romper con Putin. De modo que le queda hacer que lo comprende y «aprueba», dentro de ciertos límites…. Sin embargo, para que la cosa fuese menos humillante, Trump pidió ayuda para intentar parar el programa atómico de Irán, cosa a la que pudiera haber accedido Putin.
Hasta ese momento se han producido dos acciones rusas de represalia. De no ser todo una farsa, hipótesis que tampoco habría que descartar, la situación es muy preocupante para la amenazada paz mundial. Como en las anteriores guerras mundiales una importante facción de la plutocracia parece apostar decididamente por la ampliación del conflicto en Europa. Permitiría reanimar la estancada industria de guerra, la granjería de la reconstrucción de lo devastado, el sacrificio de la juventud europea de raza blanca como carne de cañón posibilitaría sustituir parte de la población autóctona por los invasores africanos y asiáticos dando lugar a futuras generaciones de mestizos o mulatos que suponen más fáciles de domeñar. Lo que se ha venido en llamar Plan Kalergy.
En todo caso, se trata de asegurar el poder plutocrático mundial, sin que se vea alterado por la “democracia” ni los Trump espontáneos de turno.
El deseo de Trump de llegar a un acuerdo con Irán, se ve frenado por la rígida oposición sionista, no solo de Netanyahu, sino de gran parte de la clase política norteamericana, deseosa siempre de mantener un enemigo real o inventado para mantener su negocio. La fama de Trump de ser un gran maestro en acuerdos está resultando engañosa: no lo hay de momento para poner fin a la guerra en Ucrania, las conversaciones con Irán están estancadas, sigue la matanza en Gaza y su imposición de aranceles no ha logrado que muchos países se animen a pasar por el aro. Para colmo, ahora se suma cierto descontento intramuros promovido y financiado por Soros y Cía: la sublevación abierta en California, asunto peliagudo y envenenado que merece más comentarios.
Farsa o realidad, el tiempo aclarará si estamos o no en el comienzo de un fracaso.