sábado, mayo 31, 2025

La verdad

Morir en la cruz, más que una forma de morir, es un estilo de vida. Para ser crucificado no hay que hacer, nada más, que optar por la verdad.

– Entonces ¿la verdad lleva a la muerte?

– No. Todos tenemos que morir, optemos por la verdad o por la mentira. La verdad lleva a la libertad. ¡Ya lo dijo un crucificado!

– ¿Y de que puede liberarse uno que tiene que morir?-

Del miedo. Decir la verdad te hace perder el miedo. Mentir es optar por seguir sintiendo miedo. El que opta por la verdad puede morir al cabo de unos días, de unos meses o de unos años (Nadie sabe con certeza cuando viene el ladrón) igual que el que opta por la mentira, pero este vivirá atemorizado y aquel no.

– Pero ¿no es cierto que “quién dice las verdades pierde las amistades”?-

No. La verdad solo te hará perder las malas amistades. Son los mentirosos, los hipócritas, los que huyen de quién dice la verdad. ¡La verdad es la mejor protección frente a ellos!

– Vivir solo, sin miedo o vivir acompañado, con miedo. ¿Es esa la opción?-

No necesariamente. El que dice la verdad no es porque sea antisocial. Son los otros los que se apartan. Siguiendo con los refranes: ¿No es mejor estar solo que mal acompañado?

Solo viniste a este mundo, y solo te irás, optes por la verdad o por la mentira pero el que opta por la verdad evidencia que no teme la soledad. Vivir sin miedo a estar solo, sin miedo a morir, o no vivir. Esa es la opción en realidad, porque vivir días, meses, o años, con miedo, ¿es realmente vivir?

Vivir fingiendo, para no perder “amistades”. Pasarte la vida diciendo lo que no dirías tu, haciendo lo que no harías tu, viviendo, en suma, como no vivirías tu. ¿No se puede llamar a eso “muerte en vida”?

Ser tú mismo no es otra cosa que manifestar tú verdad. Es decir lo que dirías tú y no lo que otros quieren que digas. ¡Eso es ser libre! ¿Quién no quiere serlo? Ser libre y ser tú ¡es lo mismo!

Ser tú mismo o ser una marioneta, una ficción, una mentira. Decir libremente lo que piensas o ceñirte al guion que escriben aquellos que actúan como dueños de tu libertad, como tus dueños. Lo que más miedo da es arriesgarse a morir sin haber sido tu mismo, sin haberte conocido.

Pregunta a un moribundo -¿De que te arrepientes?- y te dirá – De lo que nunca hice, por miedo-. Hazle esa misma pregunta a un crucificado y te dirá -¡De nada!- Pues un crucificado no puede sentir culpa sino satisfacción, al hacer lo más difícil que puede hacerse en este mundo. ¿O hay algo más difícil que decir la verdad?

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