domingo, mayo 4, 2025
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Dos de mayo 2025

Por Alfonso de la Vega

El dos de mayo de 1808 en Madrid es una fecha mítica, que de algún modo puede ser considerada como el nacimiento de la conciencia de la nación española como tal. Hoy, a falta de un reconocimiento en toda España, acaso por esa misma razón, la toma de conciencia de la unidad e independencia de la nación española, de nuestra integridad como pueblo, sólo se ha adoptado con carácter local como fiesta oficial del actual engendro autonómico relacionado con Madrid. En el dos de mayo confluyen muchas cuestiones de gran importancia histórica, algunas de ellas de permanente actualidad en que se viene convirtiendo nuestra historia contemporánea. 

Con gran inteligencia y sensibilidad Alejo Carpentier termina la perspectiva estética e ideológica de El siglo de las luces en esa fecha con una acción desesperada y suicida de Sofía, la intrépida amante del protagonista Victor Hugues, junto a su primo Esteban. “Faltaba ahora por reconstruir el Día sin Término; aquel en el que dos existencias habían parecido disolverse en un Todo tumultuoso y ensangrentado”. Sofía era una heroína que había contestado al revolucionario y masón desorientado protagonista: “es eso lo que hizo la Revolución: trastornar a más de uno…ahora sé lo que debe aceptarse y lo que debe rechazarse.” Sofía rechazó la impostura revolucionaria empleada para avasallar pueblos y también salió a la calle madrileña en desesperada acción contra el ejército invasor de Napoleón, un personaje sugestivo y siniestro a la vez, probable agente de los Rothschild empleado de modo consciente o inconsciente en una embrionaria intentona de NOM. Una de cuyas víctimas más importantes sería la destrucción del imperio español en América y su sustitución por el anglosajón. “De pronto cundió el tumulto. Grupos de hombres del pueblo, seguidos de mujeres, de niños, aparecieron en las esquinas dando mueras a los franceses. …el pueblo entero de Madrid se había arrojado a las calles en  un levantamiento repentino, inesperado y devastador, sin que nadie se hubiese valido de proclamas empresas ni de artificios de oratoria para provocarlo…cargaban los mamelucos, cargaban los coraceros, cargaban los guardias polacos, sobre una multitud que respondía al arma blanca … Luego vino la noche. Noche de lóbrega matanza, de ejecuciones en masa, de exterminio, en el Manzanares y en la Moncloa.

Son varias las reflexiones, con sabor agridulce, que más de dos siglos después nos sugieren estos heroicos acontecimientos de los que fuera protagonista el pueblo madrileño. La traición, tanto entonces como hoy, de la mayor parte de la clase dirigente. La vileza de la estulta y corrupta Dinastía borbónica. El cretino cornudo de Carlos IV, su adúltera y desleal esposa junto con el rey felón por antonomasia ofrecieron ante el emperador invasor un espectáculo insuperable de vileza, traición y cobardía. Las instituciones borbónicas se pusieron al servicio del invasor. Entonces como ahora una sensación de manifiesta indefensión, de estar a merced de los intereses del enemigo extranjero. De que no nos defiende nadie, sino si acaso nosotros mismos. Los inmortalizados por Goya fusilamientos de la Moncloa fueron firmados por el gobernador militar de Madrid, un general español.

Desde esa fecha emblemática, el pueblo español, junto con algunos pocos resistentes de la nobleza o el Ejército sostuvo una cruenta y sanguinaria guerra para defender la entidad y conciencia nacionales, junto con el desarrollo de nuestra primera constitución no otorgada, para luego absurdamente entregar nuestra libertad otra vez a los Borbones.

El siglo de las luces terminaría con invasiones, saqueos y matanzas. La Agenda 2030 promete más devastación. Pero, ¿qué habría sucedido en Occidente si en vez de los políticos materialistas como Víctor Hugues hubieran informado la Ilustración y la Revolución gentes con renovado sentido espiritual de la existencia como el martinista Ogé? No cabe verdadera revolución política y social sin cambio espiritual, sin sentido del honor y de los valores metafísicos. Lo que es válido tanto para entonces como para ahora. Hoy el futuro de España sigue incierto. Y es que tras casi medio siglo de devastación nacional al servicio de intereses extranjeros y de una clase dirigente liberticida, corrupta y cómplice, no parece que una gran parte, en gran medida adocenada o embrutecida, del pueblo español sepa acertar la mano con la herida.

 

En este nuevo Dos de Mayo sería conveniente reflexionar sobre el significado actual de ese episodio de nuestra historia que no deja de tener un sabor agridulce para los patriotas españoles. La escandalosa actuación borbónica nos enseña la lección de que no se puede confiar en los Borbones, una dinastía gabacha lamentable que se entronizó gracias a una guerra civil, provocó varias más y contribuyó a nuestra ruina en América.

Pero los Borbones son la cabeza coronada de toda una élite explotadora, inepta, insolidaria que carece del menor patriotismo ni sentido del honor ni amor a la libertad. Y entre cuyos desvelos, desde luego, no se encuentran ni el bienestar del pueblo ni el honor y engrandecimiento de la Patria. Al contrario, van a lo suyo que resulta ser lo contrario de lo nuestro. Triste es reconocerlo, pero los monárquicos españoles, entre lo que hay algún patriota despistado que otro, históricamente se comportan como cornudos consentidores.  Una y otra vez les traicionan y una y otra vez tragan. Cosa que es especialmente dramática en los momentos de grandes convulsiones como los del dos de mayo o los actuales. Nadie protesta, pero “vivan as caenas”.

La Alianza entre el Trono y el Altar de entonces se había cambiado durante la Transición gracias a las imposiciones americanas por otra del Trono con el socialismo a la española, con sopa boba incluida y nueva legitimación mohatrera. Esa Alianza o Unión Temporal de Empresas entre Borbones y socialistas cimentada en la legitimidad impostada, la corrupción compartida y en la necesidad de taparse mutuamente las vergüenzas hoy ha sido traicionada por el nuevo socialismo comunismo woke que ahora se ve con fuerza suficiente para prescindir de su anterior camarada. Y en esas estamos. Pero, ¿Reaccionará alguien del Régimen?

El tiempo pasa y la ruina se acelera. Una calamidad sustituye a la anterior. La corrupción está desatada. El sobrinazgo, variante socialcomunista del antiguo mecenazgo, hace ostentación. La economía real, la que sirve para satisfacer necesidades reales de los españoles, está siendo destruida sin remedio. 

Dos de mayo, dos de mayo. Una y otra vez las élites y las instituciones de la Monarquía contra el pueblo español. Ya ni disimulan. Hasta la Ayuso se atreve a celebrarlo vetando a otros cuando entonces también hubiera estado con los invasores igual que ahora obedece a la agenda 2030. Pero mal se queja quien se deja. La principal diferencia con aquella época es que el pueblo español está idiotizado, no reacciona ante lo que sucede delante de sus narices. Se muestra producto de un maligno encantamiento como una Dulcinea transformada hoy en moza paleta con olor a ajo e indudable habilidad para salar puercos. O ni siquiera.

 

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