martes, abril 15, 2025
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Muere Mario Vargas Llosa

El mundo de las letras llora la pérdida de uno de sus más grandes exponentes: Mario Vargas Llosa, el célebre escritor peruano y Premio Nobel de Literatura 2010, falleció el domingo 13 de abril de 2025 en Lima, Perú, a los 89 años. La noticia fue confirmada por sus hijos, Álvaro, Gonzalo y Morgana Vargas Llosa, a través de un comunicado compartido en redes sociales, donde expresaron su profundo dolor y destacaron la vida fructífera del autor, cuya obra perdurará como un legado imborrable.

Según el comunicado emitido por su hijo Álvaro Vargas Llosa, el escritor murió en paz, rodeado de su familia, en la capital peruana. La familia anunció que, siguiendo las instrucciones dejadas por Vargas Llosa, no se llevará a cabo ninguna ceremonia pública. “Nuestra madre, nuestros hijos y nosotros mismos confiamos en tener el espacio y la privacidad para despedirlo en familia y en compañía de amigos cercanos. Sus restos, como era su voluntad, serán incinerados”, indicaron. Este deseo de intimidad refleja la voluntad del autor de mantener la solemnidad en su partida, alejada de los reflectores que tantas veces acompañaron su vida pública.

Jorge Mario Pedro Vargas Llosa nació el 28 de marzo de 1936 en Arequipa, Perú, en el seno de una familia de clase media. Su infancia transcurrió entre Bolivia y Perú, marcada por una relación compleja con su padre, Ernesto Vargas, cuya reaparición tras años de ausencia dejó una huella profunda en el escritor. Esta experiencia, entre otras, inspiraría obras como El pez en el agua, sus memorias publicadas en 1993.

Vargas Llosa se consolidó como una figura central del Boom Latinoamericano, movimiento literario que en la década de 1960 proyectó la narrativa hispanoamericana al escenario global junto a autores como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes. Su primera novela, La ciudad y los perros (1963), basada en su experiencia en el Colegio Militar Leoncio Prado, le valió el Premio Biblioteca Breve y lo catapultó a la fama. Le siguieron obras maestras como La casa verde (1966), Conversación en La Catedral (1969), Pantaleón y las visitadoras (1973), La tía Julia y el escribidor (1977), La guerra del fin del mundo (1981) y La fiesta del Chivo (2000), entre otras.

En 2010, la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura por “su cartografía de las estructuras del poder y sus imágenes mordaces de la resistencia, la revuelta y la derrota del individuo”. Además, recibió galardones como el Premio Cervantes (1994), el Príncipe de Asturias de las Letras (1986), el Rómulo Gallegos (1967) y el Planeta (1993), consolidándose como uno de los escritores más premiados y traducidos de su tiempo, con obras en más de 30 idiomas.

Más allá de la literatura, Vargas Llosa fue un intelectual activo en el debate público. Su trayectoria política incluyó una candidatura presidencial en Perú en 1990 por el Frente Democrático (FREDEMO), donde fue derrotado por Alberto Fujimori. Este episodio marcó su retiro de la política activa, aunque nunca abandonó su papel como comentarista. Inicialmente cercano a ideas de izquierda, rompió con la revolución cubana tras el caso Padilla en 1971 y evolucionó hacia un liberalismo político y económico influenciado por pensadores como Karl Popper, Isaiah Berlin y Friedrich Hayek. Sus posturas, como su defensa de la libertad y la democracia, generaron tanto adhesiones como críticas, especialmente en América Latina.

En 2022, por ejemplo, calificó el triunfo de Gustavo Petro en Colombia como un “accidente enmendable y corregible”, lo que desató polémica. Su columna quincenal Piedra de toque en EL PAÍS, que mantuvo desde 1990 hasta diciembre de 2023, fue un espacio donde abordó temas sociales, políticos y culturales con una curiosidad insaciable.

En octubre de 2023, Vargas Llosa publicó Le dedico mi silencio, su última novela, dedicada a su exesposa Patricia Llosa, madre de sus tres hijos. En el colofón, anunció su retirada de la ficción, y dos meses después se despidió del periodismo, cerrando un ciclo creativo que abarcó más de seis décadas. Aunque su muerte truncó un proyecto en curso —un ensayo sobre su propia obra—, su legado literario permanece intacto.

La noticia de su fallecimiento ha desatado una ola de condolencias en el ámbito cultural y político. El expresidente colombiano Iván Duque expresaba su dolor, destacando la “cultura enciclopédica” y el “fino humor” del escritor. Juan Manuel Santos, también exmandatario colombiano y Nobel de Paz, lo llamó “maestro de la literatura y un buen amigo”. En España, el presidente Pedro Sánchez lo describió como un “maestro universal de la palabra”, mientras que Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida, desde Madrid, resaltaron su defensa de la libertad y su vínculo con la ciudad, donde residió largas temporadas. En Cataluña, Salvador Illa subrayó su conexión con Barcelona, epicentro del Boom Hispanoamericano.

Pilar Reyes, directora editorial de Penguin Random House, lamentó su partida y afirmó que “su obra y su pensamiento seguirán iluminándonos”. Jorge Quiroga, expresidente de Bolivia, lo calificó como “una de las figuras más importantes de la historia”. En Perú, el presidente del Congreso, Eduardo Salhuana, lo despidió como un “ilustre peruano” y “escritor universal”.

Mario Vargas Llosa no solo transformó la literatura en español con su narrativa compleja y su exploración de temas como el poder, la libertad y la resistencia, sino que también dejó una marca como intelectual comprometido. “Los latinoamericanos somos soñadores por naturaleza y tenemos problemas para diferenciar el mundo real y la ficción. Es por eso que tenemos tan buenos músicos, poetas, pintores y escritores, y también gobernantes tan horribles y mediocres”, dijo en 2010, poco antes de recibir el Nobel.

Su partida marca el fin de una era, pero su obra —traducida, leída y estudiada en todo el mundo— seguirá siendo un faro para generaciones futuras. Como expresó en una entrevista con la BBC en 2019, deseaba que la muerte lo encontrara escribiendo, “como un accidente”. Aunque no pudo cumplir ese deseo al pie de la letra, su vida fue un testimonio de dedicación absoluta a la palabra escrita.

 

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