¿A quién no les han explicado la guerra civil en términos de que los buenos, los republicanos, tuvieron un golpe de estado en 1936 y que, como pobres víctimas, fueron sometidos por los fascistas, de Franco, Mussolini y Hitler hasta ser finalmente derrotados, abortando un periodo de la historia de España que, de haber continuado, habría puesto a nuestro país en lugares de vanguardia por los derechos que estarían legalizados? Ese sentimiento de nostalgia que despierta en muchos ignorantes y algunos fanáticos, de lo que podría haber ocurrido y no fue y puede ser a partir de ahora, es un hecho. Es uno de los elementos claves de la memoria histórica y lo que la ley que la regula defiende.
Sin embargo, se han visto algunos documentos secretos del PSOE que ponen los pelos de punta. Ya se sabía de la correspondencia existente entre Largo Caballero y Stalin, donde éste le proponía la creación una estructura de Repúblicas socialistas en España y Portugal, donde este partido jugaría un papel esencial, junto a los restantes: comunistas, anarquistas e independentistas de Cataluña, infectados por la misma ideología.
Los documentos nos hablan de las checas. ¿Pero qué eran? Se trataban de centros de tortura creados con métodos importados de la época de Lenin y de otras posteriores, donde se emulaban las estrategias de control ideológico de los llamados rebeldes o fascistas (Muy curioso…) para que confesaran sus delitos de acuerdo con las demandas de la izquierda radical y, así de paso, eliminarse todos los enemigos que pudieran informar de sus acciones criminales.
Estos instrumentos, creados por la policía política, según César Vidal, eran aproximadamente 345 y se calcula que en sus instalaciones mataron a 16.000 personas, antes incluso de la guerra de 1936, especialmente durante el gobierno del Frente Popular. Los hechos son tan descarados que, incluso existen descripciones realizadas por quienes sobrevivieron a su infernal estancial.
Lea con detenimiento este testimonio de la época.
“Las checas del SIM eran tenebrosas, instaladas en antiguas casas y conventos. El régimen de torturas que se aplicaba era el procedimiento brutal: palizas con vergajos de caucho, seguidos de duchas muy frías, simulacros de fusilamiento y otros tormentos horrorosos y sangrientos. Los consejeros rusos modernizaron esta vieja técnica. Las nuevas celdas eran más reducidas, pintadas de colores muy vivos y pavimentados con aristas de ladrillos muy salientes. Los detenidos tenían que permanecer en pie continuamente, bajo una potente iluminación roja o verde. Otras celdas eran estrechos sepulcros de suelo desnivelado en declive… los recalcitrantes eran encerrados en la “cámara frigorífica” o en la “caja de los ruidos” o atados a la “silla eléctrica”. La primera era una celda de dos metros de altura en forma redondeada; al preso se le sumergía allí en agua helada, horas y horas hasta que tuviese a bien declarar lo que se deseaba. La “caja de los ruidos” era una especie de armario dentro del cual se oía una batahola aterradora de timbres y campanas. La “silla eléctrica” variaba de las empleadas en las penitenciarías norteamericanas en que no mataban físicamente”. Fuente: José Peirat, líder anarquista, “La CNT en la revolución española”.
César Alcalá en su libro “Las checas del terror” las define como auténticos campos de concentración similares al que tenían los nazis, con sus hornos crematorios, y donde los presos fallecidos eran descuartizados para dar de comer a los cerdos. Incluso Diego Abad de Santillana (1897-1983) señala la comisión de delitos que no tenían paragón ni la en la época de la inquisición española. Los lugares donde se practicaban estas torturas eran el Hotel Colón; en el Casal de Carlos Marx, en la Puerta del Ángel nº 24, en el Castillo de Castelldefels, entre los que este autor destaca.
La mano negra del régimen comunista de Stalin estuvo en todo momento detrás de los políticos de la izquierda española y muchos de ellos fueron asesores en métodos de censura y tortura, o eso se desprende de las fuentes que han sido desveladas y que, obviamente, no interesan que sean conocidas. Algunas de las técnicas empleadas como la ratonera provienen del manual de las checas de Kiev e incluso en mismo Orwell se inspiró en lo que ocurría en estos centros en España, junto a las torturas realizadas por el régimen de Stalin para su obra 1984.
Nada de raro tenía que dijera Largo Caballero minucias del tipo que la derecha nunca podría ganar o que, de ocurrir eso, habría que ir a la guerra civil o que se amenazara de muerte a Luis Calvo Sotelo en el parlamento español antes de matarlo como un perro y dejarlo tirado en la puerta de un cementerio.
Obviamente que esto no va a salir en los libros de historia del siglo XX ni nuestros hijos se enterrarán de estos hechos. El PSOE intentará proteger su oscura historia llena de crímenes bajo la sombra del genocidio del régimen soviético, tan terrorista como lo que muchos creemos de los nazis, cuando ellos mataron a mucha más gente y nunca pasaron por los juicios de Nuremberg porque venían bien a las intenciones criminales del sionismo internacional y nunca está mal tener un aliado que investigue técnicas de tortura, censura y control social más efectivas para tener a la población bien encorsetada y con miedo para que nadie delate a los criminales que nos dicen gobernar.
Nada tienen de raro las estrategias dictatoriales y mafiosas del gobierno, desde todos los ángulos, tampoco sus engaños, sus trampas, sus deseos para silenciar voces disidentes al estilo de los soviéticos, aunque ahora no pueden crear campos de concentración como en aquella época en la que se quemaban iglesias, del mismo modo que se ahora se pretende echar abajo la cruz del Valle de los Caídos, por cierto, la más grande del mundo, debe ser que la sombra de Cristo les molesta o les genera urticaria.
Esto forma parte del legado y habría que reescribir la historia para que se sepa toda la verdad, aunque se pretenda ocultar el pasado, quizás por éste refleja intenciones que se proyectan como largas y oscuras sombras sobre las que se tienen en el presente, lo cual no conviene que sea desvelado.