Hoy fui a misa a la iglesia de los Carmelitas en Santander. Tocaba la lectura del hijo pródigo y el sacerdote explicó en el sermón cómo hemos de alegrarnos sinceramente cuando un hijo de la Iglesia que vive alejado de ella, vuelve a la «casa del padre».
A las salida de la iglesia ví este edificio al otro lado de la calle. Actualmente es un edificio oficial y anteriormente perteneció a la Guardia Civil pero, en tiempos de la guerra albergó la checa de la calle del Sol. En Cantabria más de dos mil personas fueron asesinadas en la retaguardia sin juicio previo en los escasos 1 año, 1 mes y 8 días que transcurrieron entre el 18 de julio de 1936 y el 26 de agosto de 1937, la mayor parte de ellos entre esta checa, la del ayuntamiento y otras dos dependientes de éstas en Castro Urdiales y Reinosa. Curiosamente en ese tiempo el Frente Popular (PSOE + PCE + anarquistas) asesinó sólo en Cantabria a más del doble de las personas que mató ETA en sus 60 años de existencia en toda España.
Estás checas las dirigía de forma implacable, cruel y despiadada el socialista Manuel Neila Martín, anteriormente empleado de un comercio textil y, en ese momento, «comisario del Policía del Frente Popular».
Manuel Neila Martín falleció en Oaxaca (México) en julio de 1967 siendo un ferviente católico tremendamente atormentado por sus crímenes. Ya sé que debemos alegrarnos de su arrepentimiento y de que este hijo pródigo regresase a la casa del Padre y también sé que hay más alegría en el cielo por un pecador arrepentido que por 99 justos. Celebro sinceramente su conversión pero no puedo dejar de empatizar con sus miles de víctimas.
