Chiringuito es de esas palabras que se utiliza para decir lo que no se quiere decir u ocultar una intención. Pedro Sánchez, el gran responsable de las víctimas de las riadas de Valencia, promocionador de las vacunas venenosas covidianas y del gran encierro ilegal de los españoles hace cinco años, se ha quedado tan ancho llamando a las universidades privadas chiringuitos. Por si este sujeto infecto no recuerda, él estudió en una de ellas (el real centro universitario María Cristina del Escorial) y parece ser que copió su tesis o que se la hicieron, del mismo que le escribieron todos sus libros, porque su incapacidad no sólo moral ni intelectual es más que evidente. La segunda perla es la ministra Montero, para decirnos que en esos lugares infectos se compran los títulos, será por eso que tenemos estos ministros, donde sus certificaciones profesionales parecen regaladas en una tómbola, una vez se ven sus declaraciones, su poquísima vergüenza y falta de recato a la hora de actuar como miembros de una mafia cínica y sin freno.
La universidad es el arma del adoctrinamiento o no de los profesionales del futuro, muchos de ellos jóvenes que desean tener su lugar en el mundo donde han de enfocar sus capacidades. Las privadas son autónomas y, obviamente, son mucho menos controlables que las públicas, que dependen de la pasta del estado (como los medios de desinformación que intoxican nuestras mentes con bulos), la cual decide lo que se enseña o no. Un ejemplo de ello es la facultad de periodismo de la Universidad Complutense, un nido de estudiantes comunistas que boicotean cualquier conferencia que quiera dar allí cualquier persona que sea considerada ultra, fascista o por ser calificada como persona non grata, al estilo de los dictadores de otros tiempos. La no referencia de estos casos concretos, así como en otras de la universidad de Granada, donde Macarena Olona tuvo que pasar por encima de los estudiantes con la ayuda policial para dar su conferencia ante la oposición de los enrojecidos comunistas frustrados y muy aburridos, o eso parece, es muy llamativo. Lo que está claro es que el único mérito de estos estudiantes es cumplir con los requerimientos del número uno de la mafia socialista o de cualquiera de los líderes de otros partidos peligrosamente izquierdosos, de modo que el título obtenido por parte de estos estudiantes, para expandir el fascismo de la izquierda, recibirán sus licenciaturas por sus bellas y celestiales caras, comprados por sus ideologías mal llamadas progres.
Da miedo pensar la calidad profesional de estos sujetos cuando salgan de las aulas y del servicio y desarrollen su cometido de adoctrinamiento e imposición de la ideología del nuevo fascismo, al estilo de Irene Montero, bien manipulada en sus años universitarios en la universidad autónoma de Madrid, saliéndonos así de radical, de comunista, de extremista, de justiciera y tan absurdamente fanática, tanto que ha llegado hasta el parlamento europeo. La influencia en los años de carrera deja mucha huella y, sobre todo, esa nostalgia de los excelentes profesores que fueron las ventanas al mundo. ¡Qué gran nostalgia!
En un momento, por otra parte, en la que los jóvenes se decantan por posturas más ultras y fascistas, despreciando cualquier tufillo a cultura woke, es esencial crear un filtro idóneo para que, en un futuro, tanto adulto hasta los cojones de tanto abuso, no se les amotine. La correcta introducción a través de la universidad de las nociones de lo políticamente correcto, de acuerdo con los principios del PSOE, pasan por la supervisión de la catadura de los catedráticos que formarán a las futuras huestes de servidores del pensamiento único, ninguno de ellos defendiendo ideas del sentido común, pero sí aquellos paradigmas que el dictador Sánchez considere moralmente correctos, como buen líder que se cree con la verdad absoluta o ser iluminado por la sabiduría de Lucifer.
Nada ha de quedar fuera de los hilos del control del gobierno, hay que erradicar a los enemigos del estado porque el estado nos ha declarado la guerra y nos considera a todos sospechosos de traición, al estilo de los emperadores romanos que caían en la terrible paranoia porque se creían dioses, mientras la actitud de los socialistas es fruto de un delirio sin control, gracias al cual sabemos su catadura moral ínfima y su pérdida progresiva de inteligencia y de emplear el sentido común.
¿Están estos políticos a la altura de lo que nuestro país necesita, de las medidas inteligentes para resolver los problemas que hacen acto de presencia y que atormentan a los españoles hasta en los peores sueños, el objetivo indudable cuando, además de ser unos ineptos, demuestran una maldad tan despreciable como sus discursos de corte fascista? Habría que preguntarse cómo fueron formados, cuánto estudiaron, cuántas noches se dejaron los codos para aprobar un examen complicado o se esforzaron por investigar o aprender más allá de lo que les enseñaron sus profesores, al estilo de los que maniobraban en la cueva de Platón o si sus títulos fueron obtenidos de manera justa o se los regalaron, como indultaron a los causantes del caso de los ERE o intentaron borrar a Puigdemont todos sus delitos, prácticas todas tan sospechosamente repetitivas que nos hace pensar que sus pasos por la universidad no debieron de ser muy provechosos, la mayoría en las de tipo privado, qué sorpresa.
Estas palabras son las propias de las personas chabacanas, incultas, torpes, de los últimos de la clase, impostores e intolerantes por naturaleza, de quienes no soportan el conocimiento y con un deseo húmedo de que todo el pueblo español y los estudiantes universitarios vivan en la más absoluta ignorancia sobre lo más básico en sus vidas, salvo en lo que consideran correcto de acuerdo con sus escandalosos niveles de ignorancia, chulería desmedida y desprecio por el género humano.
Es por ello que se quieren cargar la universidad privada y al sátrapa no le ha faltado tiempo para desear endurecer los requisitos de éstas como buen maniático obsesivo. Están rabiosos, histéricos, nadie los cree salvo sus serviciales, incultos y comprados acólitos, todo sea para librar la última batalla antes de morir de manera honrosa con la venganza en la boca, éste es el estado actual del PSOE, no nos engañemos.
Del chiste malo y del reclamo fácil de justicia para todos y todas se pasa así a la venganza, la traición y la destrucción del enemigo cuando ya no convencen sus lenguas viperinas. Nos queda mucho trecho hasta verlos mordiendo su propio polvo, su veneno e insolencia, y de que nos rindamos, que se olviden, por si acaso.
La Ministra Zelaa siempre ha llevado a sus hijos a colegio privados y Católicos.
Muchos de los hijos de los ministros,estudian en el extranjero,en los colegios ‘privados’,más caros.
El único problema con la Universidad pública es que para ejercer tienes que demostrar ser de izquierdas.