…O la hipersexualización, sin duda, como perfecto paradigma de control social. Y escucho Baticano de Bad Bunny. Cual Nosferatu. «La noche se puso kinki, tres dedos en el toto, en el culo pinky. Las moñas violeta como Tinky Winky, una nalga y la dejo como Po, le doy por donde hace pipí, por donde hace popó». Sic.
Control, idiotización, infantilización…
Se puede extrapolar el estilo a otras centenas de canciones que escuchan los chaveas desde los 8 ó 9 tacos hasta bien avanzada su juventud. Enajenados, adormecidos, entorpecidos, inapetentes, insensibilizados y con baja capacidad de juicio, objetivo de primer orden para las élites. Si la conciencia de la juventud les pertenece, nada que temer.
La hipersexualización, clave para el control mental y social. Imágenes sexuales «objetualizadoras» con delirantes ideas de control, a veces casi violación e incluso tortura. La naturalización de los estímulos sexuales cosificadores en el ciudadano de a pie lo transforman en voyeur. O, peor, en proxeneta.
La súper puta
Y la colega guay, ahora la puta o la zorra. La hembra alfa, tetona y culona, a cuatro, of course, será la “súper puta” que explotará en la jungla del mercado “libre” a otras mujeres y hombres, todas putas y putos: mercenarios que compra-venderán sus servicios sexuales (o los que sean) al mejor postor.
Deliberado proceso de subnormalización masiva de la peña mundial, móvil “inteligente» en ristre cual zombis, y los menores, sus mayores víctimas. Y verdugos. Se da una deseducación y embrutecimiento de la población planificada desde las altas esferas, una salvaje puerilización. Tener a los adultos comportándose como criajos resulta sumamente eficaz cuando se anhela despolitizar desde el poder. Cuando exista una situación donde los mandarines como clase lo demanden: por ejemplo, una guerra o una plandemia.
En fin.