Por Alfonso de la Vega
El divorcio entre la Zarzuela y las preocupaciones legítimas de los ciudadanos cada vez es mayor. Es como si viviesen en realidades diferentes. Se ha sabido que la Casa Real ha puesto pies en pared, agarrando un enfado monumental. Como no podía ser menos el motivo es más que razonable. Pero no por lo que el lector pueda suponer.
Es cierto que seguimos de escándalo en escándalo en el reino de don Felipe. El caso es que el día que no hay uno durante su agitado reinado es porque hay dos, o tres o una docena. La gran noticia inesperada va a ser de este tenor: “en el día de hoy no ha trascendido ningún nuevo escándalo, desfalco, fechoría, embuste, provocación por parte de ninguna de las instituciones y sus insaciables beneficiarios”. Si esto sigue así no hará falta ser pitoniso para comprender que no habrá tal. Uno de los últimos conocidos acaba de ser perpetrado en el palacio de la Carrera de san Jerónimo que gracias al pintoresco socialismo borbónico parece ser que llevaría camino de convertirse en próspera sucursal de los negocios de don Sabiniano, el señor suegro del Excelentísimo Señor Presidente del Gobierno de Su Majestad.
En vez de la ausente titular, madame Armengol, esforzada defensora de la infancia desvalida y confiada a su cuidado, el personaje que actuaba, dicen que es conocido como El Cerillita entre cierta gente del bronce sevillana, muestra maneras y ha provocado una bronca monumental al saltarse el reglamento para matar varios pájaros de un tiro, tales como menospreciar y vetar al Senado o ningunear a la oposición, todo a mayor granjería de su amo y devastación institucional. Muy jaque ha pontificado que es el que manda, interpreta el reglamento como le apetece y al que no le guste que se….
Hubo protestas pero las pudibundas señorías del PP que están para lo que están, hacer bulto, al final tragaron según su costumbre. Hasta aquí nada nuevo o sorprendente si atendemos a la naturaleza o catadura de los actores.
El Parlamento borbónico se va pareciendo cada vez más a la propia sociedad española, un patio de rebatiña para distracción de pasotas con vocación funcionarial o gente maleducada, soez y desgreñada, donde las leyes están para ser pisoteadas al gusto de manolas, cerillitas, hampones y delincuentes. En nuestro merecido imparable viaje al Tercer Mundo se echa de menos que no haya más guantazos, empujones, y bofetadas, para ser oportunamente grabados en un “reality show” para teles autóctonas o incluso el «Netflix».
Sin olvidar el papel del Constitucional para cortocircuitar lo que quede de separación de poderes.
Pero todos estos desafueros constitucionales acontecen en medio del más clamoroso silencio de la Zarzuela. Se ve que los asesores palaciegos no recuerdan lo que dice la constitución sobre la Corona. O que no quieren turbar la venturosa paz de don Felipe con estas menudencias. Eso del fatigoso artículo 56 que asevera que “El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones…”
Hasta el más topo ve que el funcionamiento de las instituciones es regular tirando a malo, por no decir que cada vez más difícil de empeorar, pero no hay que desesperarse, todo a su tiempo. Cierta opinión enmucetada pontifica muy complaciente, solemne y puesta en razón que don Felipe no puede hacer nada. Para ellos es solo una costosa figura decorativa. Pero estamos seguros que pese a tan perniciosos asesores Su Majestad, cuando corresponda, se dignará arbitrar o moderar o hacer algo gracias a su indudable patriotismo.
En realidad, todo este rollo de parlamentos, interminables indagaciones judiciales que luego no conducen a nada y demás fruslerías resulta un espectáculo cansino y de final tan previsible que ya aburre al más paciente. Y total ¿para qué? No deja de ser un costo enorme y superfluo cuando al final con tanto paripé no se va a hacer sino lo que nos manden desde fuera. Para qué esa antigualla “fascista” de presentar, debatir, y en su caso, aprobar los Presupuestos Generales del Estado si vamos a obedecer como corderitos y hacer o gastar lo que diga la tenebrosa bruja von Leyen a las órdenes de la OTAN, la nomenclatura china o de los emboscados que mandan.
Ahora bien, decíamos al principio del comentario que la Casa Real tenía un justificadísimo enfado y había protestado enérgicamente. Pero no, por supuesto no por este tipo de minucias sin importancia, aunque tan convenientes para distraer al populacho mientras se le santigua el bolsillo. Al revés, el enfado ha sido la reacción a un suceso verdaderamente «terrible· incluso en estos momentos de grave desconcierto o incertidumbre internacional con graves amenazas para la dignidad, prosperidad y libertad de la gente. Ahí es nada resulta que a Leonor la han sacado unas fotos albertiano marinero en tierra dentro de un centro comercial chileno. Afortunadamente, parecen fotos inocentes, ni siquiera eran escamoteando alguna prenda, ni menos en indiscreta faena poliamorosa. Hay otra en un pub donde gran jarrón de cerveza en mano se recuperaba de sus crónicos mareos de «loba de mar» en prácticas. Pero para Palacio…. ¡cómo se atreven!
Según se ha publicado y no desmentido Leonor acababa de ser amonestada por sus mandos debido a un comportamiento inapropiado a bordo del barco escuela. Explican que en uno de los puertos brasileños unos compañeros introdujeron botellas de alcohol de manera ilegal, con la intención de organizar reuniones secretas para beber y socializar, lo que está prohibido por las estrictas normas del buque escuela. Leonor participó en alguna de ellas y al parecer no habría logrado convencer al mando que su deseo era simplemente terapéutico por su mareo constante durante el heroico periplo. En efecto, se sabe que la princesa ha sufrido náuseas y vómitos que requirieron medicación, lo que ha provocado que Leonor haya perdido peso y haya sufrido varias caídas que le han dejado hematomas visibles en su cuerpo. De modo que su causa resulta ser cinetosis y no violencia de género o abuso de disciplina militar. La verdad, siendo sinceros no sé muy bien qué pinta Leonor varios meses a bordo de un barco de guerra.
Se comprende que con tan graves problemas como unas fotos “robadas” a su princesa don Felipe sólo se preocupe de lo verdaderamente importante y no pierda su precioso tiempo con otras fruslerías que únicamente afectan a sus súbditos. Pero, Majestad, no conviene distraerse demasiado, estamos en época de grandes cambios, el diablo enreda y por sentido práctico, incluso por la propia cuenta que le tiene algo habrá que hacer ante tanta calamidad empezando por buscar gente que le asesore bien.
¿Qué se puede esperar de un rey masón jarretero sabiendo que deben obedecer a otros de rango superior cono Carlos de Inglaterra?
Esperemos que no sea lesbiana y que no se incline a la cocaína rosa,como si supuesta madre.