Desde que se aprobó en España la reforma legal contra la violencia machista en el año 2004, por orden de masón y colaborador con el criminal Nicolás Maduro y con China, se destruyó el concepto de presunción de inocencia en España y aquél que fuera denunciado por delito a capricho de una fémina vengativa y mentirosa tenía que demostrar que era inocente, porque, según los sagrados principios del nazi hembrismo siempre hay que creer a una mujer porque nunca miente, lo cual es tan absurdo como decir que los zurdos nunca lo hacen y todo lo que dicen es por nuestro bien, independientemente de que lo comprendamos o no, ya que para seres tan iluminados nuestra inteligencia es menor que la que tiene una pulga.
Hace tres años se celebró el juicio de Dani Alves, un periodista que se le ocurrió la feliz idea de disfrutar un poco con una guapa chica en una discoteca, razón más que suficiente para que “las sabias” decidieran que este ser del inframundo tenía que ser condenado por agresión sexual, sin importar las condiciones ni las pruebas del caso. Aquí está por encima de la verdad y lo evidente es el hecho de que el sentido de la no presunción de inocencia a favor del hombre está por debajo de la justicia divina para las mujeres, como una especie de venganza al estilo Rothschild, los cuales, por ejemplo, esperaron cien años para matar a los zares de Rusia desde que desafiaron al Congreso de Viena en 1815 o tuvieron la santa fría parsimonia de hundir al Titánic tras describirlo en una novela en 1897. Parece que las feministas han copiado bien las estrategias del sionismo y, al final, el que la hace la paga, siempre y cuando ellas odien y declaren la justa venganza, que van fabricando como unas abuelitas tejían los jerséis de lana frente a la estufita, con una paciencia increíble. Parece que el arte nunca lo han perdido.
Las declaraciones de María José Montero en el mitin del PSOE en Jaén son de vergüenza ajena y vomitiva. Aparte del odio que la ministra echa por la boca, como si la hubiese mordido el perro de la rabia, moviendo la lengua viperina de un lado a otro a la espera de prepararse para seguir soltando su veneno, lo grave es que nos propone el fascismo como forma de gobierno al decirnos que es más importante creer a una mujer que denuncia que defender la presunción de inocencia, vamos que me recuerda al derecho penal de la edad media, en la que el reo tenía que ser culpable sí o sí, so pena de ser incluso torturado de la más cruel de las formas hasta que declarara y reconociera su delito, aunque en estos tiempos tan modernos no te atan con cadenas y te estiran las piernas o lo brazos hasta que dices su veredicto final, sino que las redes sociales como X, los medios de desinformación como la secta, televisión espantosa y otros muchos medios son los que se convierten en tribunales que deciden si eres culpable o inocente, sin necesidad de abogados, jueces o fiscales, los cuales sobran completamente para seres como Irene Montero y otras tantas ignorantes bien pagadas que se creen que cada vez que abren su boca te dicen la verdad y nada más que la verdad. Como suele decir el refrán “dime que presumes y te diré de qué adoleces”, porque está claro que las feminazis no aceptan la sabiduría del refranero español.
Esto se observa en otros casos como el del beso, cuyo juicio de circo romano tuvo que terminar con culpabilidad para el hombre por la presión para que se cumplieran las máximas del hembrismo por sus santos ovarios. Si la gente reconociera la gravedad de estos hechos, que suponen el fin de la democracia, de la libertad de expresión, el respeto a la dignidad de los seres humanos, independientemente de lo que tengan entre las piernas, habría una reacción más o menos unánime contra esta corriente discriminatoria y dictatorial, porque puede extenderse también a aquéllos que no estén de acuerdo con lo que hacen los mafiosos que ocupan nuestras instituciones estatales, las cuales han sido robadas y envenenadas por el deseo criminal y mentiroso, aunque simplemente tengan dos dedos de frente y sean capaces de diferenciar un burro de una hormiga, razón más que suficiente para que guardes silencio ante tales dictadoras del nuevo fascismo de ciertas hembras para que no te señalen como inquisidoras.
Las críticas a los jueces que se percataron de que las grabaciones demostraban que hubo consentimiento e incluso deseo libidinoso ante la chica que no podía resistirse ante el famoso futbolista del Barcelona, razón más que suficiente para explicar el sentido común, lo que es común en cualquier estado que se precie de derecho y democrático, se acumulan en los medios con fotos de los que de manera díscola han puesto en evidencia las grandes mentiras del feminismo, algo que no soportan porque sus únicos argumentos se reducen a un solo concepto: el odio al varón.
El espectáculo está servido y ahora depende de que la sociedad lo vea claro. Si el futbolista es en realidad inocente, no tendría nada de raro que también lo fuera el que dio aquel famoso piquito a la jugadora de la selección femenina o cualquier caso de agresión sexual que se precie y en el que al hombre se le condena simplemente por ser hombre como en la Rusia de Stalin se juzgaba al ciudadano por criticar al crudelísimo dictador. Ninguna diferencia entre un caso y otro.
Su libertad es una buena noticia para los hombres, aunque tenemos que hacer frente a la horda que se resiste a que le digan las cuatro verdades. Hagámoslo entonces sin miedo y defendiendo nuestros derechos masculinos, poniendo en evidencia todas sus falsas teorías, mentiras y victimismos absurdos. Ya va siendo hora de que utilicemos lo que siempre hemos tenido para crear el verdadero estado democrático y de derecho.