Según confirman varios medios, WhatsApp, la aplicación de mensajería propiedad de Meta, ha acusado a la empresa israelí de software espía Paragon Solutions de llevar a cabo ataques cibernéticos contra aproximadamente 90 de sus usuarios. Esta acusación ha levantado preocupaciones significativas sobre la privacidad y seguridad en la comunicación digital, especialmente entre periodistas y miembros de la sociedad civil.
El ataque fue detectado y neutralizado en diciembre de 2024, pero las repercusiones de este incidente se sienten en la actualidad. Según informes, Paragon Solutions utilizó su producto de software espía, conocido como Graphite, para comprometer los dispositivos de los usuarios. Este software habría sido distribuido a través de archivos PDF maliciosos compartidos en grupos de WhatsApp, empleando una técnica conocida como «clic cero», que no requiere ninguna acción por parte del usuario para activar el espionaje.
Los usuarios afectados, que incluyen periodistas y activistas de al menos 20 países, principalmente en Europa, fueron notificados por WhatsApp sobre la potencial violación de sus dispositivos. La empresa de mensajería ha enviado una carta de cese y desistimiento a Paragon Solutions, amenazando con posibles acciones legales si no se detienen estas actividades de espionaje.
Paragon Solutions, que se presenta como una compañía de «ciberdefensa» y ofrece soluciones «basadas en la ética», ha sido objeto de debate recientemente. Con clientes que incluyen agencias gubernamentales, Paragon fue adquirida recientemente por el grupo inversor estadounidense AE Industrial Partners. La empresa ha negado hacer comentarios sobre las acusaciones de WhatsApp, pero su historial y el uso de software invasivo han sido temas de controversia, especialmente después de revelaciones sobre ataques similares en el pasado.
Este incidente no es el primero en su tipo; la industria del software espía ha sido criticada por sus prácticas, con empresas como NSO Group también en el ojo del huracán por su herramienta Pegasus. La proliferación de este tipo de tecnología ha generado debates sobre la vigilancia digital, los derechos a la privacidad, y la ética en la venta de herramientas de espionaje a gobiernos que pueden usarlas para fines cuestionables.
WhatsApp ha reiterado su compromiso con la seguridad de sus usuarios, afirmando que seguirá protegiendo la capacidad de las personas para comunicarse de manera privada. La empresa ha colaborado con organizaciones como Citizen Lab para investigar y mitigar estos ataques, resaltando la importancia de la transparencia y la cooperación entre compañías tecnológicas y entidades de investigación para combatir el espionaje digital.
Este caso pone de relieve la necesidad de regulaciones más estrictas y transparentes sobre la venta y uso de software espía, así como la importancia de adoptar prácticas de seguridad más robustas para proteger la privacidad en la era digital. La preocupación por la seguridad de las comunicaciones privadas es más relevante que nunca, y este incidente podría ser un catalizador para un cambio significativo en cómo se abordan estos problemas a nivel global.