Por Isidro García Getino
Sánchez ha decretado un año para solazarse, explayarse, engatusar. Un año de gracia para gozar y que su chusma se divierta con las burlas a “su desconocido amigo” Franco. Ciento y más veces le va a recordar, más o menos una cada tres días, para no perder ritmo en la festiva celebración. 8 de enero inauguración del festival, hay que empezar pronto, no se puede perder tiempo, es corto un año para embaucar. Ya nos dejó clara la definición del régimen de Franco, es lo mismo que él está haciendo actualmente con su gobernanza represora.
Y yo me preguntaba por el sentido de tanto regocijo. Lo he pensado mucho y seriamente. Las musas me han inspirado algunas respuestas con mucho sentido y un gran contenido:
Franco para Sánchez es un gran modelo a imitar; y su fecundo ejército de asesores ha encontrado el año propicio, el tiempo oportuno y la forma sociata. Eso sí, todo con gran disimulo, falsa apariencia, mentira verdadera, engaño sugerente, disfraces ocultadores de las ruines intenciones.
¿Dónde está el programa de los 100 fenómenos que exaltarán sin límites la figura del cincuentañero fallecido? ¿Lo conocen en Moncloa? ¿Lo saben en Ferraz? ¿Lo improvisan en el sótano? ¿Lo publican en el BOE? ¡Secreto!, otro más.
Es sólo para iniciados, acuden sólo invitados, no es el circo de los romanos. Irán sólo palmeros, se prohíben los silbatos, lo publican ciertos medios, no es apto para novatos.
Eso sí, los bulos serán soberbios, ingentes, devastadores. Las burlas serán la salsa y LA HISTORIA será la infame putana; sin crédito, sin valor, sin nada ni nadie que la reconozca pues irá tan disfrazada que ningún centenario verá una sola arruga de su verdadera faz. La “ley de memoria histórica” es la amnesia de la realidad, es el aturdimiento de lo ocurrido y la verdad.
El sanchismo, siguiendo al zapaterismo, han metido a España y su HISTORIA en el embuste, el engaño y la falsificación; por eso celebran 50 años de su destroce, su desbarate con rumbo maléfico y dañino.
Cien, o más celebraciones para deshonrar, denigrar, infamar al modelo que se quiere imitar. Es el trasunto del sanchismo más perverso, corrupto y depravado. Eso es precisamente lo que se trata de ocultar, tapar, acallar, que no se vea ni se hable; para ello, que luzca esplendoroso Franco para que deslumbre, otra vez, a la España desquiciada.
¡Qué listo es Sánchez! No pierde ripio, ha encontrado la gallina de los huevos de oro para transmutarlos en bulos de los suyos y seguir coleccionándolos; pero son tantos ya que dudo quepan todos en Moncloa. No importa, tiene todos los ministerios, todos los chiringuitos y todo lo que ha invadido del Estado para llenar todo ello con bulos, algunos de ellos recuerdos de un difunto a quien admira y trata de imitar. Inútil empeño ya que es la antinomia, la antítesis, la distopía más acusada que en el mundo se puede encontrar.
¿Qué pretende Sánchez mostrarnos en cien o más celebraciones sobre Franco?
Pues muy claro, lo que no sabe, lo que ni vio ni vivió, lo que los enemigos le contaron, quizás lo que mamó; todo ello le supera, le desborda, le resulta imposible imitar, no digamos ya superar … Por lo tanto, se plantea destruir, ocultar, burlar, enfangar y embarrar ahora que tiene la oportunidad en Valencia. No puede soportar la diferencia entre lo que hizo Franco en 1957 y lo que acaba de hacer él en similares acontecimientos; claro que lo de 1957 no consta en la “memoria histórica” y Sánchez no estaba allí, no había nacido y no se lo han contado, ¡pobre! Bueno, mejor, ya que hubiese sido incapaz de imitarlo.
Por boca de Don Quijote nos dijo Cervantes:”Nada hay más pequeño y ruin que un gobernante dominado por el orgullo”.
Y que suene la flauta de Hamelin, todas las ratas del sanchismo le seguirán a la fiesta del engaño tapa-lodos.