Bill Gates, Soros, José María Aznar, Rajoy, Barack Obama, David Cameron, Tony Blair, Madeleine Allbright, presidentes de la saga Bush, Christine Lagard, Sarzozy, casi todos los primeros ministros británicos, Margaret Thatcher, Putin y una larga lista de personas son de las altas esferas de la masonería. La masonería es una secta secreta inspirada en el satanismo y en ciertos de sacrificios. Albert Pike fue un masón de grado 33 que envió una carta para programar tres guerras mundiales, de las cuales dos ya se han dado, según los planes previstos por esa epístola, incluso 43 años antes de que se diera la primera guerra mundial. Por más que nos quieran engañar y ocultar estos hechos, se sabe que Marx era masón grado 32, al igual que lo era Lenin, Trotsky, incluso el mismo Joseph Stalin. Ningún país se ha librado de sus tentáculos y gran parte de los miembros de esta red de organizaciones, con intenciones verdaderamente criminales para la humanidad entera, ocupan altos cargos. No sería nada raro que Pedro Sánchez perteneciera a alguna de estas logias criminales, así como otros miembros del actual gobierno de España y autoridades de la UE como Úrsula Von der Leyen, actual presidente de la Comisión Europea. Sin embargo, el objetivo no es hablar con la lista de criminales, entre los que se encuentran los que ordenaron enviar dos bombas atómicas a Japón en 1945. Vamos a centrarnos en los años 20 y 30, especialmente en la segunda república española, un verdadero avispero lleno de estos siniestros personajes.
Según María Dolores Gómez Molleda (1922-2017), una de las más destacadas historiadoras de la segunda república, jugó un papel esencial la Institución libre de Enseñanza, inspiradas en el idealismo filosófico de la masonería. De este modo sirvió de alimento para ir adoctrinando en contra del pensamiento tradicional cristiano. ¿Cómo, si no, imponer sus principios si no eran por la educación, siguiendo criterios laicos? El demonio no se presenta de improviso, va soltando su veneno como un espíritu invisible. La educación fue una de sus grandes preocupaciones (hay que ser cínicos para ver con buenos ojos que estuviese en sus planes).
Según la revista la Gaceta, el gran maestre de la masonería española en los años 20 era Augusto Barcia, introduciéndose en la llamada clase intelectual de la época a través de personajes como Pérez de Ayala, Gregorio Marañón, Américo Castro, Antonio Machado o Manuel Azaña, estando detrás del giro del PSOE desde la ayuda a la dictadura de Primo de Rivera, por orden de Indalecio Prieto, en contra de Largo Caballero, hasta posiciones mucho más republicanas.
Varios de los militares masónicos fueron los responsables de los intentos por derrocar a la monarquía en 1926 y 1929, todos ellos dirigidos por Sánchez Guerra. Afortunadamente los cabecillas fueron detenidos en muchas ciudades españolas. El pacto de San Sebastián de 1930 fue un éxito de la masonería al unir tanto republicanos, socialistas y catalanistas. Ese mismo año una sublevación militar por parte de Fermín Galán, el 12 de diciembre, por parte de la guarnición de Jaca, pero no tuvo éxito.
La caída del gobierno de Berenguer, tras el fracaso de la dictadura de Primo de Rivera, fue auspiciada por las oscuras manos de la masonería, ni bastando los esfuerzos del almirante Aznar, encargado de organizar primero las elecciones municipales y después las parlamentarias de 1931. Dado que gran parte del ejército abrazaba las pretensiones de esta secta secreta, el rey decidió dejar España. Cuando el 14 de abril de 1931 se declaró la república, el primero en alegrarse, como es de suponer, fue Augusto Barcia. Detrás de los incendios de conventos e iglesias tras el pronunciamiento oficial del nuevo régimen se sospecha del rol de las actitudes extremistas de algunos masones que no hicieron caso a la orden de guardar un perfil bajo al principio. Si el mismo Azaña dijo “todos los conventos de Madrid no la vida de un republicano”, estando los líderes republicanos no sólo de acuerdo con aquellos actos vandálicos, no es difícil imaginarse el calibre moral de estos sujetos.
La línea política era la misma que en la revolución de 1789. Cuando se creó la asamblea de París, estaba claro que la república que estaba en los planes, tras asesinar a Luis XVI sería dirigida por los mismos masones, los cuales decían hacerlo en el nombre del pueblo, pero sin tenerlo en cuenta. En la segunda república el rey huyó de España y no hizo falta matarlo, siendo ésta la gran diferencia. Por lo demás el ideario y las estrategias son un calco exacto.
Gran parte de los miembros del parlamento republicano pertenecían a logias de este tipo, siendo colocados ad hoc con intenciones bien claras. La secta de control era la logia del Gran Oriente y entre sus miembros destacan Diego Martínez Barrio, ministro de comunicaciones, Alejandro Lerroux, ministro de estado, Santiago Casares Quiroga, ministro de Marina, Marcelino Domingo, de Instrucción pública, Álvaro de Albornoz, de Fomento, Fernando de los Ríos, de justicia, Nicolás D´Olwer, de economía o el mismo Azaña. Se calcula que entre 1931 y 1933 unos 180 diputados eran masones. Incluso tras las elecciones de 1933, primero Lerroux y luego Samper eran miembros de esta logia. Buena prueba de ello es que los responsables del levantamiento de Asturias de 1934 tuvieron penas muy leves y otros como Manuel Azaña, uno de los organizadores, salieron de rositas y no les sucedió absolutamente nada.
La constante corrupción del gobierno de derechas (allí donde manda la masonería, aquélla va como Pedro por su casa) dio lugar a que semanas antes de las elecciones de febrero de 1936, la masonería extremista de izquierda volviera a su actitud agresiva y belicosa. Los violentos podían hacer de las suyas sin que el gobierno no interviniese absolutamente para nada. Tanto comunistas, como republicanos y socialistas afilaron sus armas durante todo ese tormentoso mandato. El lavado de cerebro bolchevique en las masas, hizo que los de izquierda adquirieran una ideología no sólo extremista, sino muy peligrosa. Los medios, controlados por ciertas élites, tal como ocurre en la actualidad, buscaban sembrar el caos y qué mejor forma que crear una horda de salvajes que lo sembraran por ellos: la jugada perfecta. Finalmente, como todo lo que tocan los masones lo convierten en puro excremento, la república quedó reducida a un régimen nauseabundo, a un avispero en el que ni había conciencia de España ni unión entre los mismos ciudadanos, creando un régimen afortunadamente fallido. Si todo ello hubiese salido según lo previsto, España habría sido un satélite de la Rusia soviética en Europa, como ya habían intentado en tantas ocasiones.
Se observa el paralelismo, el modo en el que el PSOE se inspiró en el modelo de la tercera república de Francia y como, siempre con los mismos perros generando el desorden para que el pueblo, desesperado, les pida ayuda a unos señores que forman parte de una secta secreta que adora al mismo Lucifer y que tienen planes tan criminales como el uso de armamento climático, crisis económicas, guerras mundiales porque falta una de sus planes, fin de la libertad del individuo, esclavitud, sufrimiento y un mundo planificado en el marco de una dictadura global con un trasfondo fascista heredero de las más criminales experiencias, así como ensayos de la historia (Hitler, Stalin, Mao Tse Tung…), muchas de cuyas técnicas son empleadas por nuestros políticos sin que nos percatemos del detalle.
El diario Alerta digital, en su edición del 30 de junio de 2024, vendría a confirmar mis sospechas. En la actualidad, siguiendo la misma inercia, el origen de todas las normas defensoras de la agenda 2030 sobre el aborto, el feminismo, la eutanasia, el LGTBI y un largo etcétera son meras órdenes de esta secta oculta. La Gran Logia de España tiene estrecha relación con las logias inglesas (como no podía ser de otro modo) y el gran maestre actual es el senador socialista Txema Oleaga, siendo Juan Rivas el que está al frente al cargo de organización de la red masónica (un veterano y militante socialista), siendo elegido un socialista como gran maestre de cada región. Para cada uno de los cargos se nombran sólo a personas que son del Partido Socialista Obrero Español. Es de suponer que así seria hace 90 años. Extraña relación entre este partido una secta tan oscura como la masonería. ¿No os parece? Todo ello simplifica mucho la comprensión de lo que decide Pedro Sánchez.
Es por ello que la línea ideológica del gobierno de España no es progresista, es masónica, no nos engañemos, como meros títeres de quienes controlan los entresijos gubernamentales y de la política internacional.
Ellos siempre están detrás de todo, por mucho que deseen describirse como defensores de nuestra libertad. La masonería y su historia está llena de sangre porque entre ellos y la mafia no hay diferencia alguna, salvo en el tamaño organizativo (ciertos partidos, incluso, actúan de ese modo.)
Magnífica aportación, con enfoque estructuralista funcionalista, a la historia contemporánea de España. Si el personal supiera estas cosas (debidamente ocultadas en la narrativa histórica académica al uso -por algo será ¿No?) no estaría tan equivocado, empezando por la masa izquierdosa popular que a fin de cuentqas no trabaja para el pueblo (como cree que hace) sino para los dueños de la gran banca usurera satanista, uña y carne de la masonería