Por Alfonso de la Vega
Hace unos días tratando de encontrar algún reportaje curioso o película no repetida en TV me tropecé con un programa muy sugestivo, que desconocía aunque en realidad no era nuevo pues ya se había estrenado unos años antes. Versaba sobre reliquias del Cristianismo y como en este tema no podía faltar se hizo especial hincapié en la famosa Sábana Santa de Turín y el algo menos famoso Sudario que se guarda en la Cámara Santa de la catedral de Oviedo.
Dos investigadores, un biblista y un genetista, trataban de encontrar respuestas conjuntas acerca de la identidad de los restos existentes en esas telas y en concreto del ADN de las muestras de sangre allí conservadas. El contexto en cuanto a datación o coherencia con pólenes o residuos orgánicos avalarían la tesis que ambas reliquias procederían de Palestina, del siglo I y estarían estrechamente relacionadas. Pero a través de ellas los investigadores buscaban nuevas pistas para intenta recomponer un hipotético árbol genealógico de Jesús.
Pues bien, tras una fracasada incursión en Bulgaria en busca de unos supuestos restos de San Juan Bautista y otras peripecias, según los análisis realizados los restos humanos encontrados en las telas revelaban un ADN perteneciente a un hombre de genética drusa o muy estrechamente relacionada con los drusos.
De ser cierto que tanto la sábana santa como el sudario tuviesen directamente que ver con la sepultura de Jesús nos encontraríamos ante un descubrimiento muy interesante, y con algunas consecuencias sociopolíticas, que pondría en duda la filiación comúnmente admitida del Salvador como judío.
Ya había habido especulaciones sobre un pretendido origen ario como, por ejemplo, las recogidas en el polémico libro El mito del judaísmo de Cristo del autor catalán Joaquín Bochaca, quien ofrece varias consideraciones o testimonios más bien circunstanciales, en mi opinión ninguna verdaderamente contundente. Sin embargo, en esta hipótesis del programa citado la condición drusa vendría apoyada por el criterio científico de la genética. De ser cierto, probablemente abriría nuevas posibilidades de interpretación histórica de la figura del Salvador. Aumentaría la evidente diferencia entre el Nuevo y el Antiguo Testamento, avalando su separación.
Jesús era galileo, aún hoy la población drusa dentro de las fronteras del Estado de Israel se concentra en esa parte de Palestina. La Galilea de tiempos de Jesús tenía una población heterogénea, procedente de las tribus de Zabulón y Naftalí, con muchas aportaciones de otros orígenes demográficos no judíos. Al parecer, la etimología de Galilea es «distrito de paganos» y durante muchas etapas históricas fue independiente del reino de Judea. Sin embargo existe algún parecido en cuanto a tácticas o dasein entre el drusismo y el sionismo moderno. Por el olvido de la Haskalá, los sionistas son gente que no deseaba la progresiva asimilación dentro de la sociedad nacional respectiva patrocinada por la Haskalá, el intento de integración de los judíos europeos con el mundo secular tras la Ilustración, lo que daría lugar al movimiento sionista de Theodor Herzl. Tampoco los drusos se dejan asimilar en el entorno social en el que viven.
Desde fuera, se sabe poco de la naturaleza interna espiritual de la sociedad drusa, pero sí que existen iniciaciones al menos para su núcleo central. Pero nada de ello sería incompatible con el legado de Jesús y en cambio explicaría algunas cuestiones que no dejan de seguir oscuras, o que se muestran incompatibles con el judaísmo. Así, por ejemplo, la visión del Dios cristiano, de amor, piedad o misericordia, abierta a todos los hombres tan lejos del excluyente, sectario, feroz y vengativo Yavé según aparece en el Antiguo Testamento.
Pero la hipótesis drusa no es incompatible o más bien explicaría algunos aspectos del cristianismo originario. Así la existencia de una doctrina secreta, esoterismo cristiano o sentido oculto en los evangelios que se alude, por ejemplo en Mateo XIII, 10 y 11. «A vosotros os ha sido dado a conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no«. O bien en Marcos IV, 11 y 12 o también en Lucas VIII 10. Sin olvidar otras como la 1ª epístola de San Pablo a los Corintios, Cap. 3 o la 1ª de San Juan, Cap. 2.
Sobre esa tal doctrina secreta existen varias interpretaciones. Una de ellas la relaciona con la doctrina de la reencarnación, al igual que la creencia drusa. Así, en conversación de Jesús con Nicodemo: “En verdad te digo que quien no naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios”. O bien con sus discípulos, “El es el mismo Elías que debía venir y restablecer todas las cosas, Elías ha venido ya y no le han conocido” (Mateo XVII). Se refiere a San Juan Bautista. Esta doctrina de la rencarnación también es desarrollada por un Padre de la Iglesia, Orígenes, en su libro Sobre los Principios.
Cabe pensar que resultarían más afines los planteamientos de Jesús a los drusos que al judaísmo. Por su naturaleza sincrética, además de elementos de Empédocles de Agrigento sobre el alma, del neoplatonismo, gnosis, orientalismo, … el pensamiento druso ha adoptado con posterioridad ciertos aspectos del Islam. Pero es fundamental para la doctrina drusa, que también se considera abrahámica, el monoteísmo, la reencarnación y la teofanía. El retorno a la Unidad de procedencia tras sucesivas purificaciones de las almas.
Sea como fuere los orígenes del Cristianismo no son del todo bien conocidos. Además de esas referencias evangélicas a una doctrina no conocida de todos, los primeros escritos están traducidos a otra lengua diferente de la original. Su relación con Roma, parece como prestada lejos del teatro inicial. Por ello cabe intuir que pudiera haber habido algún reducido grupo esotérico o iniciático en su origen, alguna forma de los antiguos misterios que se transformaría en la religión exotérica que ha permitido la base espiritual de los grandes avances de nuestra civilización. Quizás alguna huella de esto pudiera encontrarse en el hesicasmo, una doctrina y práctica ascética de meditación difundida entre los monjes orientales a partir del siglo IV. Pretende la búsqueda de la paz interior en unión mística con Dios y en armonía con la creación. Características fundamentales del hesicasmo son: la soledad, el silencio y la quietud. En España, hemos tenido a San Pedro de Alcántara, Juan de Yepes, Teresa de Ávila o Miguel de Molinos. El Carmelo es un monte situado en zona con población drusa. Se atribuye el principal desarrollo del hesicasmo a la comunidad monástica de monte Athos, pudiendo rastrearse influencias anteriores llegadas desde el Sinaí y acaso desde la India, cuyas tradiciones e extenderían hasta Irán, Asia Central, Mesopotamia, y Siria, similares o iguales a las drusas. Las relaciones con el drusismo merecen ser bien estudiadas.
Una cuestión interesante desde el punto de vista de la actual geopolítica es la de ciertos grupos sionistas cristianos, valga la incoherencia, muy poderosos en EEUU; que apoyan de modo fanático las políticas del Estado de Israel cualquiera que sean. De confirmarse tal identidad drusa de Jesús acaso comprenderían que sus teorías apocalípticas no están soportadas por su interpretación de la Biblia.
Ante el fracaso de la «Iglesia en salida» al modo bergogliano, y en general del Concilio Vaticano II, es probable que no nos quede más alternativa de futuro que intentar recuperar la tradición originaria del Cristianismo buscando sus fuentes primitivas.
De modo que hay cuestiones que no sólo poseen un interés científico, arqueológico o cultural sino que pueden llegar a tener importantes consecuencias prácticas.
Si un avatar nos brindase una enseñanza elevada, los minions de los controladores se apropiarían de ella, la filtrarían, desnaturalizarían y deformarían a su conveniencia. Así ha sido cada vez como se han instrumentalizado todas las incontables sucursales del lucrativo negociado de la Religión Organizada. Y los mensajeros de la Realidad quedaron lamentablemente reducidos a fetiches, caricaturas sacrificiales e iconos de adoración.
«Ellos (los Arcontes) trataron de dominar a la Humanidad en sus funciones psicológicas y de percepción… En efecto, su alegría es amarga y su belleza es depravada. Y su triunfo está en el engaño, llevando por mal camino, ya que su propia estructura es sin Divinidad.» (Apócrifo de Juan, Códices de Nag Hammadi)
Cuando el Logos de este Universo Local concibe a Conciencia a uno de sus Hijos, no es hasta después de una serie de Iniciaciones Extraordinarias (nada que ver con las de camarillas y órdenes sectarias) que ese vehículo receptor (Jesús de Nazaret) afinado y modulado por los Invisibles puede sintonizar con Su Creador y Emisor. Y Ser en Esencia Uno y El Mismo.
El periodista e investigador JJ Benítez ha tratado frecuentemente en sus entrevistas el tema de la sábana santa. Personalmente, considero no reviste mayor importancia ni el aspecto ni raza de su Avatar. Ni siquiera de Uno tan sublime. Preferiría ocuparme del verdadero mensaje, que muy pocas veces compartió con su círculo más íntimo, y no del relato oficial ultraprocesado y edulcorado que nos ha llegado. Por eso no me preocupa apenas su aspecto o apariencia externa. Después de todo, El Cuerpo del Logos de este Universo Local contempla en Su Creación Hijos Radiantes de todas las razas y especies habidos y por haber.
Existió la raza semita que agrupaba a los pobladores de Palestina, Judea y parte de su entorno. Ya sabe Ud., si ha leído a Salvador Freixedo, a Morfeo de Gea -cuando Javi lo publicaba aquí- o a otros como Mauro Biglino, etc. que cuando llegaron los controladores se repartieron las tierras del plan-ET-a. A cada tripulante de esos «Elohim» su comandante le asignó/entregó un territorio. Y así (interfirieron) interactuaron con los pobladores que allí y en otros lugares se desarrollaban. Algunos controladores fueron más considerados con su (rebaño) tribu, pero otros cayeron bajo la influencia del que Ud. menciona. A pesar de que no dijesen nunca su verdadero nombre ni a sus sacerdotes. Y aquél los hizo creer para servirse de ellos que ese determinado colectivo/clan eran «escogidos», superiores a otros del área y él un Logos Universal. Desde que descendieron profesaron el divide et impera. Y así por largo tiempo no ha habido paz en Oriente Medio… ni en el resto de este mundo.
El término de pueblo judío alude a los seguidores de ciertos dogmas y doctrinas religiosas. Las cuales su respectivo controlador entregó a sus intermediarios y adaptaron en el Pentateuco. Y que luego sus propios escribas, levitas, han ido sucesivamente aplicando según fuera su interés para conducir y pastorear, en delegación de lo pactado con su controlador, al resto de su grey. Esto es, haced lo que se os diga, pero no lo que nosotros hagamos. O bien mientras haya borregos no faltarán pastores.
Los que hablan de raza judía carecen de fundamento. Como quienes afirman que cada una de las doce tribus era una subespecie dentro de la raza y toda clase de memeces. En España ha habido comunidades de Sefarad que no se juntaban con gentes de otros credos. Sin embargo, eso no equivale a un acervo racial único y diferencial, como tampoco lo era la aristocracia per sé que hacía lo propio, sino a un credo localizado y específico de la diáspora.
En numerosas ocasiones se han ofrecido recompensas a quien demostrase cuál es ese pretendido, específico, excluyente y característico gen, genética y genoma judío. Huelga decir que todas las veces los premios quedaron desiertos. Por eso hablar de razas no conduce a nada cuando en el transcurso del tiempo no todos pero sí muchos se han entremezclado allí en Palestina/Judea como en todas partes de este mundo en mayor o menor medida.
En cuanto al sionismo, es un falso judaísmo causado por una indigestión doctrinaria. Un cólico ocasionado por ruines cocineros jázaros quienes elaboraron un menú tóxico de chantaje y ranciedad. Servido con una terrorífica cubertería de negocio religioso. El desvarío islamita a su vez generó, por ejemplo, a los ismaelitas. El sionismo se dice que es otra ventosidad diarreica del Sanedrín. Al que Jesús de Nazaret elegantemente denominaba los tramposos cambistas y mercaderes del templo. Y ya antes la propia Biblia los denominaba la Sinagoga de Satanás.
Mientras Ud lee esto, gentes de bien en Israel, tras la etapa de inoculación intensiva, son actualmente inmoladas en el altar del aparato corpora-sionista. El cual es sostenido por el endeudamiento de los reos contribuyentes en el mundo (especialmente en la US Inc. Corp.). «¿Sabe el individuo que él o ella es el contrapeso que inclina la balanza, esa unidad infinitesimal de la cual depende un mundo?». (C.G. Jung)
Por ello, si un vehículo del Logos como Jesús de Nazaret volviera a esta «realidad» los poseídos por la mente foránea (implementada por los controladores) lo volverían a desgraciar.
Y como profetizó El Logos, a través del Hombre de Nazaret, refiriéndose a estos tiempos: «Muchos serán los convocados/llamados, pero muy pocos los elegidos.»
Por los justos, y los niños que no han sido aún deformados, merece la pena recordar algunas de estas cosas cada día al levantarse. Que los inocentes vuelvan a hacer sus tesoros en los cielos. Y eviten el indescriptible Horror que significará la «singularidad» (la Distopía Diabólica del NOM Transhumanista). Que como ya han anunciado por activa y pasiva se implantará a los muertos vivientes de la ilu-Sion una vez concluya esta etapa de criba (tribulación). Saludos a todos y que 2025 nos haga enderezar el rumbo incierto.
«El infierno está vacío y todos los diablos están aquí». (Shakespeare)
Gracias por la información y comentario.
Sobre muchas de estas cuestiones es difícil conocer con absoluta certeza.
Saludos
Alfonso