viernes, enero 10, 2025
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El récord de calentamiento de 2024 tiene una causa natural desconocida

NOTA DE PRENSA DE LA ASOCIACIÓN DE REALISTAS CLIMÁTICOS

Las agencias encargadas de la medición de la temperatura media del planeta han certificado que 2024 es nuevamente el año más caliente desde que hay registros. Esto es algo lógico porque los indicadores climáticos muestran que el planeta se está calentando desde que terminó la Pequeña Edad de Hielo hacia 1840, cuando las emisiones humanas de CO2 eran todavía insignificantes. Y al igual que un niño que crece bate su récord de altura cada poco, un planeta que se calienta hace lo mismo con su temperatura. No hay por tanto nada anormal en el nuevo récord de temperatura de 2024. Lo que las agencias no nos cuentan es algo que todos los científicos sabemos: El que un año sea más caliente o más frío que el anterior, se debe a factores naturales. El IPCC lo explica en la página 517 de su 6º Informe de Evaluación cuando dice que la variabilidad natural es una de las principales causas de los cambios interanuales del clima global. Por consiguiente, según el IPCC, en periodos de un par de décadas o menos la variabilidad natural del clima puede dominar la tendencia al calentamiento de la superficie inducido por el hombre, dando lugar a periodos con un calentamiento más o menos intenso, y a veces incluso con un enfriamiento. Para el IPCC, el efecto del incremento de CO2 solo puede hacerse notar en periodos de tiempo más largos, al promediar la variabilidad natural.

Por lo tanto, no debemos responsabilizarnos por los récords de temperatura de 2023 y 2024 que se deben a la variación natural. El aumento de CO2 en la atmósfera este último año ha sido de tan solo 3,5 partes por millón (un 0,8%), demasiado poco para que se note su efecto sobre la temperatura global. Lo que sí es preocupante es que los científicos no saben qué ha causado la subida abrupta de la temperatura global en estos dos años. Gavin Schmidt, el director del Instituto de Estudios Espaciales Goddard de la NASA, lo reconocía en la revista Nature en marzo de 2024 con un artículo titulado «Los modelos climáticos no pueden explicar la enorme anomalía térmica de 2023: podríamos estar en territorio desconocido». Si los modelos no lo pueden explicar es porque no responde a las causas conocidas, tanto naturales como humanas, que han actuado en las últimas décadas. Con una franqueza poco habitual en los climatólogos, Schmidt reconoce que la presente anomalía de temperatura ha surgido de la nada, revelando una laguna de conocimiento sin precedentes. Mientras el mundo occidental se ha embarcado en una cruzada contra los combustibles fósiles a los que se responsabiliza sin pruebas del cambio climático, los científicos reconocen que no saben tanto como creían de las causas naturales del calentamiento.

Lo que sí sabemos es que el efecto invernadero no es responsable del récord de temperatura. Los satélites han detectado desde 2023 un fuerte aumento en la energía del sol que llega a la superficie de la Tierra y por ello ha aumentado la temperatura de forma inusual. En el mes de diciembre, un grupo de científicos alemanes publicaba en la revista Science un artículo que demuestra que en 2023 tuvo lugar una reducción sin precedentes de un 4% en la capa de nubes bajas de los trópicos y el hemisferio norte. Al disminuir las nubes, parte de la radiación solar que normalmente se refleja incidió sobre la superficie, calentando los océanos de forma inusitada.

Anomalía (%) de la cubierta de nubes bajas por latitud a lo largo del tiempo. Es posible apreciar en tonos rojos el fuerte descenso en las nubes que tuvo lugar a partir de 2023. La flecha roja marca la erupción del volcán Hunga Tonga en enero de 2022. Fuente: Science, Goessling y col. 2024.

Sin embargo, seguimos sin saber la causa de la repentina reducción en la cubierta de nubes responsable del récord de temperatura. De entre los factores que se barajan destaca la erupción del volcán submarino Hunga Tonga en enero de 2022, puesto que tampoco hay precedentes de una erupción submarina que alcance la estratosfera depositando en ella una cantidad muy grande de vapor de agua, capaz de alterar el clima. Es posible que pasen años antes de que podamos explicar debidamente la causa del presente fenómeno climático natural. Los efectos sobre el clima de una erupción volcánica tardan unos pocos años en disiparse, y eso es lo que se está observando. Durante todo 2024 la temperatura del océano ha ido descendiendo poco a poco y ya está en niveles similares a los de 2016, y la temperatura global está disminuyendo desde abril, de acuerdo a los registros por satélite.

En negro, evolución de la temperatura de la superficie del mar con respecto a la de 2021. En gris, evolución de la temperatura global con respecto a la media de 1991-2020. Datos: Universidad de Maine y Universidad de Alabama.

El calentamiento de 2023 y 2024 también es importante porque por primera vez se ha superado el límite artificial de 1,5°C por encima de la llamada temperatura preindustrial durante más de un año. En concreto, llevamos por encima de 1,5°C desde julio de 2023, según el programa Copernicus de la Comisión Europea, habiendo alcanzado los 1,78°C en diciembre de 2023. Este límite de 1,5°C, que anteriormente estaba en los 2°C, fue establecido en 2018 en un informe especial del IPCC. Dicho informe no aclaraba que se fuera a producir ningún desastre al superar el límite, sino tan solo que al aumentar la temperatura aumentarían los cambios que se observan y los posibles riesgos del calentamiento. Sin embargo, el planeta lleva calentándose al menos 50 años y los riesgos que se anunciaban hace décadas no han tenido lugar. Nueva York no está bajo el mar, el hielo del Ártico no ha desaparecido, las playas de España siguen en su lugar, sigue habiendo muchos osos polares y hay abundancia de nieve en invierno. Al contrario, la productividad agrícola mundial sigue creciendo y asistimos a un aumento de la vegetación a nivel planetario, mientras el área mundial quemada por los incendios cada año disminuye y la capacidad destructiva de los huracanes y ciclones tropicales se reduce.

A pesar de que 2024 ha sido el año más caliente de los registros, en septiembre en el Ártico había 4,4 millones de km2 de hielo, más de lo que había en 2007, hace 17 años. En 2024, el nivel del mar hasta el mes de noviembre ha subido 3,4 milímetros, en la media de los últimos 30 años. Los datos del Instituto de Ciencia Marina de Australia muestran que la cubierta de coral sigue aumentando en la Gran Barrera de Arrecife hasta alcanzar los niveles más altos desde que hay mediciones. Y en el mes de diciembre, un grupo de científicos chinos demostraba en la revista Communications Earth & Environment que la capacidad destructiva de los huracanes y ciclones tropicales lleva disminuyendo desde mediados de los años 90. En definitiva, superar los 1,5°C establecidos como límite no parece tener en absoluto los desastrosos efectos que se temían.

Si el calentamiento de los dos últimos años tiene un origen natural, y los temidos efectos de superar los 1,5°C no se han hecho notar, cabe preguntarse si no estamos exagerando los impactos del calentamiento, que tiene ya como poco medio siglo. Quizá establecer como referencia el clima de la Pequeña Edad de Hielo, cuando el mundo sufrió todo tipo de calamidades climáticas no sea lo más acertado y es probable que tampoco lo sea el renunciar a las ventajas de los combustibles fósiles entre las que se encuentran el tener un planeta más verde, y a los que la mayor parte de los países no renuncian. Sobre todo, si nuestro conocimiento del cambio climático resulta ser insuficiente y nuestros temores infundados.

Asociación de realistas climáticos (realistasclimaticos@gmail.com)
Javier Vinós Gómez de Balugera, científico y experto climático independiente (Presidente)
Javier del Valle Melendo, Dr. en Geografía (climatología), especialista en hidrología y glaciarismo. Profesor Centro Universitario de la Defensa y UNED. (Secretario)
Saúl Blanco Lanza, profesor de Ecología, Universidad de León (Tesorero)

 

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