jueves, diciembre 26, 2024
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Recuerdos del barco prisión de Santander: el Alfonso Pérez

Hace pocos días, su majestad el Letizio nos recordaba lo importante que es recordar el terrible pasado, refiriéndose al periodo de Franco del que él mismo procede, como su perfecto papá, pero omitiendo cualquier referencia a sus indeseables demócratas del 36 y el 76, que son la chusma sociata de la que él tanto disfruta. Sin embargo, los rastros de sus crímenes llegan hasta hoy en día, aunque se remonten al ya lejano 1936. ¿Conoces ya a los asesinos marxistas que defienden los del PP? Una de sus muchísimas muestras de tolerancia y democracia nos la dieron a todos encerrando en un barco prisión de Santander, el Alfonso Pérez, a un montón de opositores a los que luego asesinaron vilmente.

 

 

El pasado miércoles 18 de diciembre impartió en Santander una conferencia sobre los crímenes de los famosos demócratas del 36 a bordo del barco prisión Alfonso Pérez. Era la presentación de un libro sobre este tema y es un estudio serio que merece la pena que lo conozcáis. Para los que no podáis, vamos a escribir aquí algunas líneas sobre el tema, que no es nada cómodo. Pero resulta necesario no olvidar a los que dieron su vida por la patria y en unas condiciones terribles.

 

 

Cómo gestionaban “los demócratas” la tristemente famosa zona roja

 

Aunque el PP y su majestad el Letizio se empeñen en querer ocultarlo, mientras sus amigos y compañeros del PSOE sacan pecho de todo esto sin tanto disimulo, la realidad de la guerra civil es que sus famosos demócratas y luchadores de la libertad eran una caterva de indocumentados y gente obligada que se veían dirigidos por auténticos terroristas. Gente terrible que, al igual que hoy, en lugar de estar en la cárcel, se encuentran en puestos de honor y de gobierno y nos dicen a los españoles, que a diferencia de ellos sí trabajamos todos los días, lo que tenemos que hacer con nuestra vida.

 

Es muy fácil defender a los demócratas falsos del 36 simplemente metiéndose con sus enemigos y sin dar muchas razones, pero si entramos de lleno en cómo gestionaban la tristemente famosa zona roja nos encontraremos con un montón de ejemplos de lo que hoy en día hacen los yihadistas en los países de los que consiguen apoderarse, como Irak o Libia y ahora Siria. Solamente la intervención de una parte de la sociedad y las Fuerzas Armadas pudo suponer un obstáculo definitivo en los planes genocidas del 36 de los amigos del PSOE y el PP. Porque querían cargarse a media España sin el permiso de la otra mitad (ese mito de las dos Españas con el que hay que terminar de una vez).

 

 

Nadie pensaba que en julio del 36, en una provincia tan conservadora y por la unidad española como Santander, el verdadero golpe de Estado socialista se haría fuerte. Pero esto fue lo que ocurrió gracias a la indecisión y los titubeos de los mandos locales, que se vieron intimidados por el triunfo de la Revolución en Asturias y en Vizcaya, así como también en la zona minera de Barruelo de Santullán, en la Montaña Palentina. La posibilidad de verse cogidos en un sándwich entre los mineros marxistas asturianos y la masa obrera conducida por el PNV les llevó a tomar una decisión funesta que fue permanecer al lado de los verdaderos golpistas del Frente Popular. Y en contra del Alzamiento Nacional que se puso en marcha contra ellos.

 

Un calvario que duraría 13 meses larguísimos hasta la aparición de los malvados «fascistas»

 

Las consecuencias serían terribles para muchísimos montañeses, que se verían ellos también atrapados en la misma zona de anarquía y brutalidad que sus paisanos madrileños, barceloneses o valencianos entre otros. Un calvario que duraría 13 meses larguísimos hasta la aparición por el norte de los malvados «fascistas», pero por desgracia sería muy tarde para más de 11.000 personas que perdieron la vida en ese tiempo, fuera de los campos de batalla. Asesinados por todos los pueblos y cuudades de la provincia, algunos de ellos después de haber sido torturados. Ésta es la democracia que tanto le gusta o a los Borbones y al PP.

 

Los que tuvieron que pasar este infierno demócrata en Santander tuvieron distintas suertes desde los paseíllos habituales a ser torturados en las checas que funcionaban por la ciudad o lanzados a la Bahía o encarcelados en un barco mercante de triste nombre: el Alfonso Pérez.

 

 

Este buque se encontraba en el puerto de Santander fondeado y fue utilizado desde el principio de la guerra como una prisión flotante en la que internar a todos los enemigos del régimen, con especial atención a fuerzas de seguridad, adversarios políticos, personas especialmente religiosas o empresarios. En un momento dado, ante la imposibilidad de los demócratas defensores de la ciudad de proteger sus objetivos militares y a la propia población civil de los bombardeos nacionales, ya que eran unos inútiles que vivían en la constante improvisación (los refugios antiaéreos de Santander vendrían más tarde), como alguien tenía que pagar el pato la destrucción que había sufrido la ciudad y el puerto, y el frente era demasiado peligroso para ir a pelearse con los nacionales, a estos asesinos se les ocurrió que la mejor forma de vengarse era agarrar a los presos que tenían en el barco y machacarlos. Una tarea a la que se entregaron con su acostumbrada ferocidad.

 

El perdón y la reconciliación que representan los mártires

 

Estamos en fechas navideñas y de todo esto nos tenemos que quedar con el perdón de los religiosos que fueron asesinados y a menudo torturados por estos demócratas. De todo este horrible crimen que el PP y la Familia Irreal española se están ocupando de tapar hay que quedarse con eso: el perdón y la reconciliación que representan los mártires que regaron con su sangre generosa y santa el mismo suelo que ahora pisamos.

 

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