Los individuos que han recibido trasplantes de órganos a veces experimentan cambios notables en sus emociones, gustos y recuerdos. Este fenómeno parece ser más frecuente entre los receptores de trasplantes de corazón, aunque también se ha observado en aquellos que recibieron riñones, pulmones, e incluso trasplantes de rostro. Los cambios incluyen nuevas preferencias alimentarias, cambios en gustos musicales y, en algunos casos, incluso en la orientación sexual.
Un estudio reciente ha destacado el caso de un niño de nueve años que recibió el corazón de una niña de tres años que falleció ahogada. El niño, sin conocimiento previo de la muerte de su donante, desarrolló un miedo intenso al agua. En otro caso, un profesor universitario que recibió el corazón de un policía asesinado comenzó a percibir destellos de luz y calor en su rostro, similar al momento del ataque sufrido por su donante.
Estas observaciones han llevado a algunos científicos a teorizar sobre la conexión entre el corazón y el cerebro, sugiriendo que el corazón podría tener una capacidad para almacenar recuerdos o influir en la personalidad. Los investigadores de un estudio de 2024 apuntan a la posibilidad de que los genes que controlan ciertos rasgos puedan expresarse de manera diferente después de un trasplante, quizás debido a la transferencia de memoria celular. Sin embargo, el mecanismo exacto detrás de estos fenómenos sigue siendo un misterio.
Por otro lado, muchos expertos sugieren que estos cambios podrían ser más psicológicos que fisiológicos. La Universidad McGill en Canadá, por ejemplo, señala que los medicamentos inmunosupresores utilizados después de un trasplante pueden alterar el apetito, cambiando así las preferencias alimenticias. Además, la ansiedad y el estrés asociados con una cirugía mayor podrían influir en cómo los pacientes perciben y reaccionan a su nueva realidad posoperatoria, incluyendo cambios en sus relaciones personales o en sus intereses.
Hay casos documentados donde los cambios parecen más directos, como una bailarina que desarrolló un antojo por nuggets de pollo después de recibir el corazón de un joven fanático de estos alimentos, o una mujer que se volvió vegetariana después del trasplante de un corazón de un donante vegetariano. En términos de orientación sexual, se han reportado instancias donde los receptores han sentido una alteración en sus preferencias sexuales post-trasplante.
La comunidad científica coincide en que se requiere más investigación para entender claramente estos cambios. Un estudio de 2024 subrayó la necesidad de estudios interdisciplinarios para explorar la neuroplasticidad, la transferencia de memoria y cómo los órganos integrados influyen en la identidad y la memoria del receptor. Concluyeron que tal investigación no solo podría mejorar el cuidado de los pacientes trasplantados sino también ampliar nuestra comprensión de la neurociencia y de la naturaleza humana.
¿Recordáis cómo se VAPULEÓ, humilló y ridiculizó a Mariló Montero por cuestionarse en voz alta que hubiese info genética y por ende epigenética en los órganos transplantados-con otras palabras-?