Nos lo dijeron hace mucho tiempo, de diferentes maneras y por distintas vías. Pero era tan delirante y destructivo que no podíamos admitirlo, ni entenderlo. Parecían puras elucubraciones de excéntricos mandatarios y gente poderosa. Sin embargo, eran pinceladas certeras de los prolegómenos del tiempo presente.
“Hay que tomar las medidas para la reducción demográfica del globo terráqueo, aun en contra de la voluntad de sus respectivas poblaciones. La reducción del índice de natalidad ha sido un fracaso. Por eso tenemos que aumentar la tasa de mortalidad por medios naturales, por el hambre y por la inoculación de todo tipo de enfermedades”.
Estas palabras son estremecedoras. Las pronunció hace sesenta años Robert S. McNamara, jefe del Pentágono, presidente del Banco Mundial y secretario de Defensa en los gobiernos de John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson. En el Tercer Mundo llevan años cumpliendo el programa con las hambrunas a las que todos estamos acostumbrados. ¡Y no nos cuesta ni una lágrima! En los países llamados avanzados lo ejecutan con el exceso de comida bien aderezada de agroquímicos, las fumigaciones aéreas y siniestros planes disfrazados de prestaciones sanitarias. La pandemia, si bien no ha “cosechado” el número de muertos esperado, sí ha servido para abonar el terreno para el estado de esclavitud, que incluye genuflexión, obediencia plena y persecución al disidente.
Lo ocurrido en Valencia es un hito más en este diseño de destrucción del mundo civilizado, en pendiente resbaladiza hacia la barbarie más atroz. Es el terrorismo de Estado legalizado. Quienes venimos denunciando el modus operandi de las mafias del Poder en sus diversas escalas, así como sus pretensiones, nos hemos quedado cortos; quizá no en el objetivo, pero sí en los métodos y su implacabilidad a la hora de ejecutarlos. Son infinitamente más malignos de lo que podamos imaginar. Realmente, el apelativo de satánicos, como la concreción de la Maldad con mayúscula es lo que más se acerca a su naturaleza.
Es extraño que en estas palabras tan proféticas, McNamara no haya hecho alusión al cambio climático como estrategia de control, dado que fue él quien, a petición de John F. Kennedy, organizó el Informe Iron Mountain, que consiste en una serie de estrategias para mantener a la sociedad controlada en los espacios entreguerras; o dicho en palabras más melifluas, una alternativa a los conflictos armados clásicos.
Hablando de Iron Mountain, acaba de entrar en juego otra pieza del Informe: la amenaza extraterrestre. Estos días, los ufólogos del mundo tienen el punto de mira en el Reino Unido, analizando si esas “extrañas cosas” que sobrevuelan las instalaciones militares y han motivado el despliegue de varias decenas de soldados son drones o drovnis, y, más en concreto, si son UAS, es decir, sistemas aéreos no tripulados –compatibles con los drones— o se trata de UAP, en cuyo caso estaríamos hablando de algo no convencional, cuya explicación requiere argumentos más profundos y ajenos a la lógica científica cotidiana.
Sea como fuere, aquí está la pieza que faltaba en este tablero, algo adelantada según nuestras previsiones, pues no la esperábamos hasta la toma de posesión de Donald Trump. ¡No podemos jugar a ser adivinos!
He aquí otra cita que dibuja la realidad actual, y cuenta también con medio siglo de historia. Las palabras pertenecen a Zbigniew Brzezinsky, que, entre otras muchas ocupaciones a lo largo de su dilatada vida, fue consejero de David Rockefeller, director de la Trilateral y consejero de Seguridad Nacional del gobierno de Jimmy Carter:
“La Era Tecnocrática está dando lugar a una sociedad cada vez más controlada. Esta sociedad será dominada por una élite formada por personas libres de valores tradicionales […] que no dudará en realizar sus objetivos mediante técnicas depuradas con las que influirá en el comportamiento del pueblo y controlará y vigilará con todo detalle a la sociedad […] llegará a ser posible ejercer una vigilancia casi permanente sobre cada uno de los ciudadanos del mundo”.
Hace ya tiempo que relacionamos esta suerte de profecía con el tan cacareado “internet de las cosas”. Y nos reafirmamos en ello, sobre todo, a medida que conocemos más sobre la proyección de la inteligencia artificial, sus múltiples aplicaciones, el proyecto de las “smart cities” o ciudades inteligentes y, sobre todo, lo que están dispuestos a hacer para conseguir el dominio y control absoluto sobre todo el universo humano y planetario.
Últimamente hemos profundizado en el Buid Back Better (BBB), un proyecto creado en 2005, a raíz del devastador tsunami de Indonesia. En teoría y bien vendido, consiste en construir de manera más segura, de cara a próximos desastres naturales. Es decir, puro amor a la humanidad; como siempre, por nuestro bien. Pero es la ONU la portadora del regalo, lo cual asegura una intención aviesa como es costumbre. ¿Puede la organización más corrupta del mundo, portavoz de magnates megalómanos y financiada por ellos, proponer algún proyecto a favor de la humanidad? Basta recordar las Conferencias para la mujer que, lejos de aportar algo positivo, han traído la peste de la ideología de género y la perversión de menores, por no hablar de todo lo sucedido en los últimos cuatro años de estocada semifinal. ¿Acogerá el proyecto Build Back Better la reconstrucción de favelas, cerros, ranchitos y villas miseria, que hay por el mundo, donde los pobres se mueren de asco y un viento fuerte o una lluvia abundante los lleva por delante? La respuesta es un no rotundo. Jamás ha habido intención de erradicar la pobreza. Todo lo contrario: cuanto más pobres, más dependientes y obedientes. Por eso, el objetivo 1 de la Agenda 2030, cuyo enunciado es “acabar con la pobreza en todo el mundo”, es una falacia que hay que interpretar. Como digo en mi libro sobre el tema “… convertirán a todo el mundo en pobre, sin posibilidad de mejorar su bienestar, dependiente de una ‘limosna’ del gobierno en forma de cupones, lo cual convertirá a los ciudadanos en obedientes y controlados esclavos de la dictadura mundial; a excepción, claro está, de una pequeña minoría privilegiada que sí gozará de cuanto le apetezca”.
Así que, ninguna esperanza con estos proyectos de futuro ideados “para nuestro bien”. Muy al contrario, estamos seguros de que su objetivo es agilizar la transformación de un mundo al que le han declarado la guerra y quieren cambiar; es decir, reconstruir lo que están destruyendo, para crear un hábitat global delirante, borrando toda huella de lo anterior. Esto está generando una gran desconfianza en muchos ciudadanos que han empezado a entender y están colocando en su sitio las piezas del tablero. No podemos fiarnos de quienes tienen licencia para matar. Literalmente.
En nuestro caso, la desconfianza y el estupor alcanzan el grado máximo, en particular, cuando en el cóctel de la actualidad aparece una noticia que podríamos catalogar como “exótica”, por su oscurantismo y urgencia. Procede nada menos que de la factoría del Consejo de Ministros, aprobada por Decreto ley –sin debate parlamentario—, cuyo contenido declama con fruición la inefable ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Se trata de los “permisos climáticos”, que consisten en un periodo de absentismo laboral de cuatro días, con cargo a la empresa, en caso de “alertas por catástrofes y otros fenómenos meteorológicos adversos”. Se especifica que estos permisos se concederán cuando el trabajador no pueda asistir al centro de trabajo o hacerlo a distancia. Las empresas deberán ponerse al día para cumplir con este nuevo requisito en el plazo de un año.
¿Qué decir ante este nuevo derecho? Seríamos mala gente si no abogáramos por una óptima prevención de riesgos laborales. Pero la cosa no va por ahí, y tiene un tufo que apesta.
Esto nos lleva a preguntarnos si, en función de su clarividencia o la conexión con sus arúspices, tienen prevista alguna otra catástrofe protagonizada por alguno de los cuatro elementos sublunares: fuego, agua, aire y tierra. ¿La tienen? ¿Podrían nuestros enemigos tener en mente otro “sacrificio” al estilo del de Valencia o peor? En el caso de que fuera el elemento tierra el protagonista de la catástrofe, ¿cómo deberían actualizar los protocolos de emergencia las empresas de zonas sísmicas ante un posible terremoto, en España en fechas próximas, que preocupa a los expertos? Esta noticia la publicó Ok diario en la primera semana de noviembre y de ello también se hizo eco algún meteorólogo público en activo y el canal El Tiempo. Hacían incluso un histórico sobre el terremoto de Lisboa de 1755, que causó muchos miles de muertos y afectó a España. Alguna noticia o más bien rumor, de escasa fiabilidad, apunta a Galicia y norte de Portugal como zonas muy afectadas en el terremoto que se anuncia para fechas próximas.
La otra cuestión que nos planteamos es que la nueva norma podría ser puro humo, o quizá no. Pero incorporaría el nuevo mandamiento “permisos climáticos” a la religión del clima, un credo de nuevo cuño que cobra las rentas de la fe como cualquier culto ancestral de tiempos pasados. El rebaño humano incorporará a sus tópicos comunes –y a sus miedos—el cambio climático. Y por el cambio climático el ciudadano hará cualquier sacrificio dócilmente y aplaudirá cualquier tipo de tortura. Hay que reconocer que es una estrategia de diez. La próxima vuelta de tuerca será imponer cuantiosas multas a quienes osen contradecir la versión oficial, y penas de cárcel para los reincidentes. ¡Con la aprobación y los vítores de los “buenos ciudadanos”! ¿Apostamos?
La mentira y la estafa continúa y los servidores del Mal, acostumbrados a la victoria, se creen indestructibles. Los trileros también suelen considerarse todopoderosos porque siempre hay algún pardillo que cree saber bajo qué cubilete está la bolita. Recuerdo cuando empezó esta estafa en Callao y en la calle Preciados de Madrid. Llamábamos a la policía y siempre llegaba tarde. Pero un día fueron detenidos y no los volvimos a ver. Los trileros de guante blanco, sin alma, ni corazón, también correrán esa suerte y pagarán por todos sus crímenes.