Por Alfonso de la Vega
El pensamiento español está de luto por la muerte de Dalmacio Negro, una figura extraordinaria y singular de lo que queda de la inteligencia española basada en la clásica tradición liberal y cristiana, en la escuela de Salamanca o el mejor cervantismo. Lo opuesto a los degenerados planteamientos de la actual Monarquía en España y en general del devastador mundo woke angloparlante.
La figura de Dalmacio Negro nos trae la cuestión política fundamental del liberalismo clásico o español y la interesada confusión actual con el neoliberalismo de origen anglosajón. Pese a lo parecido del nombre, liberalismo y neoliberalismo obedecían a planteamientos morales y filosóficos diferentes e incluso opuestos en muchos aspectos.
El liberalismo español
El primer documento de lo que pudiéramos considerar una muestra de derecho constitucional embrionario, en el sentido de pacto para acotar el poder, se firma por Nuño Núñez y los repobladores en el valle de Brañosera, Castilla, allá por el remoto año 824. Surge la prestigiosa institución de los jueces de Castilla y su manera de administrar justicia mediante fuero de libre albedrío. España es pionera universal de protección de derechos humanos con las Partidas del rey Sabio en las que se respetan y protegen derechos de las minorías. O el hito, insólito en otras culturas europeas, de las Leyes de Indias. Nuestra Escuela de Salamanca promueve el derecho de gentes, la libertad económica sujeta a principios morales y a la conciencia del hombre que debe ser bien formada. Critica el bastardeo de la moneda y la inflación como delitos abominables. La Economía es una rama de la Moral dirigida a comprender la realidad de la satisfacción de las necesidades sociales atendiendo a la condición humana en cada peripecia histórica y social. No una ciencia autónoma, abstracta, divorciada de la Moral y basada en postulados matemáticos, abstractos, inspirados en la mecánica newtoniana.
Por no hablar de Cervantes, Huarte de San Juan, Gracián, Saavedra Fajardo, Quevedo…
La Biblia mostró el problema que para los creyentes plantea el apoyo a la forma monárquica de gobierno, que tantas turbaciones y escrúpulos de conciencia provocaría entre nuestros grandes autores del Derecho político especialmente en el siglo XVII. En efecto, es palabra de Dios revelada en el libro I de Samuel que cuando los judíos el pueblo elegido pretenden tener un rey como los demás, Yavhé trata de disuadirles advirtiéndoles de que la monarquía va a ser un desastre. Los judíos pese a todo insisten hasta conseguir un monarca y Yavhé pronto se arrepiente de haber cedido a su debilidad, (quizás pensando que, visto lo visto, si querían tener rey no merecían que los hubiera elegido como Su pueblo). En su Política de Dios, el gran Quevedo, bestia negra de la retro- progresía judaizante actual se preguntaba: ¿Tan gran delito fue pedir Rey que mereció no sólo que se le diesen sino también que no lo quitasen? Yavhé ya se habría arrepentido de haber accedido al ruego de tener también un rey y haber hecho a Saúl rey de Israel, (1 Samuel, 15.35)
Y el neoliberalismo anglosajón
Sin embargo, hoy predomina gracias a la nefasta influencia anglosajona el llamado neoliberalismo. Desde luego existen algunos aspectos comunes con el liberalismo clásico, como es el de pretender limitar el poder del Estado para de ese modo favorecer la libertad de comercio y empresa y evitar que la iniciativa privada resulte aplastada por la burocracia y la maquinaria estatales.
Sin embargo, al neoliberalismo pudiéramos decir que le sobra una “e” y cabría calificar de no liberalismo en el sentido clásico español. Cabe decir que se trata de una especie de liberalismo mohatrero. De un liberalismo ayuno de metafísica. El neoliberalismo se preocupa no tanto por la Libertad o los derechos humanos cuanto por la libertad de comercio y de circulación de mercancías. Es decir, por cuestiones materiales más que humanistas o espirituales. Prioriza el valor de cambio sobre el valor de uso. También el papel del dinero en la actividad económica es diferente. Frente a la economía real, la que satisface necesidades reales de la sociedad, el neoliberalismo representa la hegemonía de la economía financiera. Una de sus acciones es arruinar la economía real que se oponga a los monopolios. El neoliberalismo no promueve la educación en valores, ni en el conocimiento de la propia Tradición o Cultura ni menos el conócete a ti mismo o la igualdad ante la ley. En la práctica está desmontando el orden social nacional, atacando a la población autóctona y a las instituciones.
Más que el conocimiento de la Historia, promueve una Utopía, la agendista neoliberal, si bien puede disfrazarse de modo transitorio y equívoco con la socialista. Contra la libertad de investigación, opinión o cátedra, promueve leyes totalitarias como la española de Memoria Histórica. Una visión sectaria unilateral con el punto de vista que más convenga al Poder. Y lograr la supuesta superación de la Historia para obtener una Utopía global totalitaria. Para ello ha de procurar la destrucción o al menos la pérdida de soberanía del Estado nacional para transformar a sus ciudadanos, ya indefensos, en una especie de siervos del gran capital financiero internacional. La peor esclavitud posible, la del esclavo que ni siquiera es consciente que lo es. Y que, en consecuencia, no intenta escapar como Cervantes de su cautiverio en Argel. Otro de los instrumentos del neoliberalismo que denuncia su verdadera condición de anomia o carencia de valores es la promoción del multiculturalismo con la interesada confusión entre tolerancia, virtud de los fuertes y competentes, y consentimiento, defecto de los inanes o ineptos. Liberal en EEUU viene a significar algo parecido a comunista. Una de las obras de referencia de este movimiento como la del neomarxista americano Saul Alinsky, gran gurú del Partido demócrata, titulada Rules for radicals, esté dedicada nada menos que a Lucifer.
No es de extrañar que la figura de Dalmacio Negro haya sido relegada o ninguneada por la Monarquía española que ha abandonado nuestra Tradición y premia a cualquier indeseable.
El asunto es complejo pero sirvan estas notas como homenaje a un esforzado testigo de la tradición liberal española: Dalmacio Negro. Descanse en paz nuestro ilustre compatriota.
La Biblia debería haber tenido tres testamentos,el tercero hubiese estado centrado en el Imperio español el de los Reyes Católicos,no solo por ser una historia consecutiva posterior al Imperio Romano,sino también por la gran cantidad de riqueza creada por los sabios y filósofos españoles,cuya dimensión es Universal.Y por eso,por ser inmaterial no fue robado ni por ingleses ni por franceses,así que…el esfuerzo de todos de relegarlo a una especie de antigüedad tardía,a una mitología pura luego olvidarla…o borrarla por el Monstruo de la globalización.