Bill Gates siempre ha sido conocido por sus ambiciosos planes, pero su última aventura, el proyecto Deep Sky, introduce una inquietante dimensión distópica. Esto no se trata solo de salvar el planeta; se trata de controlarlo. Gates, el magnate tecnológico convertido en autoproclamado salvador del clima, ahora financia una startup canadiense para extraer directamente el dióxido de carbono de la atmósfera. Aunque esto podría parecer noble, es posiblemente el primer paso en lo que parece ser un esquema delirante para ingeniar la atmósfera de la Tierra y, por extensión, manipular el control de la población.
Deep Sky, con sede en Montreal, ha obtenido una subvención de 40 millones de dólares del Breakthrough Energy Catalyst de Gates para establecer una instalación en Alberta para la primavera de 2025. El plan es almacenar el CO2 capturado a dos kilómetros bajo tierra en un acuífero salino profundo mediante un proceso conocido como Captura Directa de Aire (DAC). La DAC utiliza ventiladores o aspiradoras masivas para succionar aire, que luego se filtra para aislar el CO2. Las necesidades energéticas de estos sistemas son enormes, subrayando un significativo «problema de energía renovable» dentro de la industria. Esto no se trata solo de reducir emisiones; se trata de mercantilizar, controlar y monetizar el carbono.
¿Quién se beneficia más de esto? No es el planeta, ni sus habitantes, sino Gates y sus asociados.
El relato más amplio que este proyecto alimenta es particularmente preocupante. Gates ha recibido críticas por su intervención en la salud global, la educación y ahora la ingeniería climática. Su implicación en iniciativas como esta plantea serias preguntas sobre sus objetivos finales. ¿Está intentando salvar el planeta, o controlarlo, o quizás incluso destruirlo? Al manipular la atmósfera, Gates podría estar terraformando la Tierra, adaptando las condiciones al futuro que él o un grupo selecto visualizan, donde una élite global tiene las llaves de la supervivencia del planeta.
Gates ha discutido la necesidad de limitar el crecimiento de la población mundial, a menudo enmarcándolo dentro del discurso del cambio climático. Sin embargo, combinado con su impulso hacia la ingeniería atmosférica, comienza a parecer mucho más siniestro. ¿Esto se trata de salvar el planeta o de crear un mundo donde unos pocos elegidos, como Gates, toman las decisiones cruciales?
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU ha pedido la eliminación de miles de millones de toneladas de CO2 para 2050 para estabilizar el clima. Pero, ¿quién decide cómo se hace esto? Gates, parece, a través de su Breakthrough Energy Catalyst, que financia proyectos de tecnología climática de vanguardia, moldeando efectivamente la política planetaria. Esto no es democracia; es una oligarquía de científicos locos e ingenieros climáticos, con consecuencias catastróficas aseguradas.
El proyecto de Deep Sky es solo el comienzo. Durante la próxima década, la compañía planea invertir más de 100 millones de dólares en iniciativas de captura de carbono. La participación de Gates es innegable, sugiriendo una agenda más amplia para dominar la estrategia climática global. El proyecto Deep Sky de Bill Gates no es una solución climática; es una jugada de poder, una receta para la aniquilación planetaria completa.
Es un sinsentido, si quitas todo el CO2 de la atmósfera, las plantas se van a tomar por culo directamente y en menos que lo que yo tardo en escribir esto no queda suficiente oxigeno en el mundo. Eso según sus teorías.
Otras dicen que la mayor parte de oxigeno y del dióxido se forma en el fondo de los océanos, aparte de que los volcanes también lo emiten.
¿Nadie se ha planteado de meterlo en un psiquiátrico y tirar la llave?
Dicen por aquí de un psiquiátrico. No, no, Kill-Gil Puertas es un enfermo mental, pero no hay que encerrarle. Nos lo deben dejar como cobaya para experimentar con nuestras cosas.