Las principales anécdotas de la infancia de Jesús, recogidas en los Evangelios, presentan momentos significativos de sus primeros años que reflejan aspectos clave de su naturaleza divina y humana. Estas historias han sido interpretadas y transmitidas durante siglos como fuente de inspiración y enseñanza y creemos que son propias de ser recordadas en Navidad, precisamente, ya que Jesús viene a nosotros a pesar de los esfuerzos por negarlo de los mandamases. Jesús de Nazaret sigue siendo el enemigo público número 1 de esta casta de tarados que desgobiernan el mundo y esto es una prueba más de la veracidad de su historia y de la esperanza que podemos y debemos tener en Dios.
Jesús nació en un humilde pesebre en Belén porque no había lugar para María y José en la posada. Los pastores, guiados por un ángel, fueron los primeros en adorarle, seguidos por los Magos de Oriente, quienes le ofrecieron oro, incienso y mirra, reconociendo su realeza, divinidad y sacrificio futuro. Este evento resalta la humildad y, a la vez, la universalidad de su misión, puesto que Jesús viene a reinar sobre todos los pueblos de la Tierra.
Cuando Jesús tenía cuarenta días, fue llevado al Templo de Jerusalén. Allí, el anciano Simeón y la profetisa Ana lo reconocieron como el Mesías esperado. Simeón pronunció un cántico profético, el «Nunc dimittis», alabando a Dios por permitirle ver la salvación prometida antes de morir. Esta anécdota quiere subrayar que los justos y buenos verán a Dios: imagínate esa felicidad de poder mirar a Dios y saber que dejas atrás las miserias de esta vida humana material.
Cuando tenía 12 años, Jesús acompañó a sus padres a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Después de la celebración, María y José, preocupados porque no lo encontraban, lo hallaron en el Templo, discutiendo con los doctores de la ley. Jesús les dijo: «¿No sabíais que tengo que ocuparme de los asuntos de mi Padre?» Este episodio revela su conciencia temprana de su identidad divina y misión y nos recuerda que todos los seres humanos tenemos la oportunidad de involucrarnos en ese mismo destino.
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