Dª Leticia no está para bromas

Por Alfonso de la Vega

No se sabe muy bien qué pasa pero el caso es que la consorte cada vez se está volviendo más incontrolable y no desperdicia oportunidad de dar la nota y poner en evidencia a Su (inane) Majestad y avergonzarnos de paso a todos los españoles.  Bien es verdad que últimamente con lo del desastre de Valencia no gana para sofocones, demasiados para su soberbia inaudita y descontrolada. Ensaya sus jeremiadas públicas de humilde y sufrida solidaria en el salón Gasparini entre espejos centenarios palaciegos, pero no hay manera enseguida le sale el ramalazo de mujer altiva, vulgar, sin educación ni compostura.

En el interior de la catedral de Valencia con un público minuciosamente seleccionado para la ocasión y asaz adicto ofreció una de sus memorables actuaciones más esmeradas y compungidas, pero la cosa se descontroló y terminó deslucida cuando al salir fue despedida junto a su regio consorte a los gritos de “asesinos, asesinos” e “hidep…”, entre otros que no se entendían muy bien. Demasiado para el cuerpo.

Pero acaba de ofrecer más espectáculo con motivo de su reciente viaje a Italia. Un rifirrafe por estar en desacuerdo con su posición en el protocolo italiano, esta vez en el Quirinal. Ante los asombrados ojos de la Meloni que no se podía creer lo que veía se mascaba la tragedia de que la emprendiese como niña maleducada y consentida contra el pobre funcionario de protocolos que en su vida se habrá visto en mayor peligro. Pero que no, que no me quiero poner aquí, leñe.

Luego entró en un salón, ciega y enfurecida se iba por el lado contrario a donde debía, seguida por Su (dócil) Majestad y hubo que corregirlos a ambos lo que ya terminó de cabrearla. Al parecer, cuentan que se fue a los lavabos para echar a escondidas algún proletario pitillo que otro e intentar calmarse.

En este desorden de cosas la cena de gala ofrecida por el presidente de la República italiana también resultó muy emocionante y accidentada. En un momento determinado la consorte se largó de la mesa dejando al presidente anfitrión, a Su Majestad y resto de comensales con un palmo de narices. Y el pabellón español muy alto, como puede colegirse de tan heroica e insólita actuación.

Pasado el día, pasada la romería. A la mañana siguiente Leticia estaba ya felizmente recuperada de sus terribles dolencias durante su posterior visita a Nápoles, luciendo tacones altos para la ocasión. Pero debe ser un caso raro de enfermedad el suyo, muy digno de estudio puesto que la afecta incluso estando sentada, y luego, se puede ir de compras o de excursión si así lo exige el guión.

Sin embargo, para rematar semana tan gloriosa y accidentada no ha asistido a la mini cumbre de la OTAN ibérica celebrada en el palacio de la Magdalena entre decenas de banderas representativas de las múltiples regiones, regionalidades, naciones y nacionalidades con objeto de repartirse el botín español entre los diferentes próceres borbónicos y sus bandas. Una pena habernos privado de este momento de incomparable gloria palaciega, aunque lo mismo algún otro quizás haya podido disfrutar de su dulce compañía.

Sic transit gloria mundi.