Ante los extraños y desconcertantes comportamientos recientes, con tintes claramente criminales, asesinos y psicópatas, que se han ido incrementado en algunos personajes hasta niveles muy preocupantes, ya no se trata de comportarse de esa forma con la pareja, la familia o los mejores amigos, aunque sea de manera camuflada, el hecho de que afecte a millones de personas no puede dejar a nadie indiferente. Dado que estos sujetos se enmascaran en lo que dicen y sus ideologías, en las que prometen el oro y el moro, el análisis tiene que ir más allá, cual autopsia hasta la médula espinal.
Como el objeto de este artículo no es identificarlos, pues ya sabemos quiénes son, lo que vamos a hacer es una comparativa entre estos seres y las cucarachas que salen de los rincones oscuros donde pernoctan todo el día y esperan la noche para buscar comida, o sea, cualquier cosa. La tentación de matarlas es más que acuciante, incluso en estos sujetos dando muestra de sus más viles instintos asesinos, más un análisis de su comportamiento nos aclara muchas dudas.
Las cucarachas viven en comunidad y en familias de distintos rangos etarios. Las más viejas, que no viven más de dos años, parecen tener un respeto dentro de su grupo y no son rechazadas, mientras las más jóvenes luchan denostadamente no sólo por alimento propio, sino por procrear y multiplicar el número de los miembros de sus linajes. Se sabe que las pequeñas, obligadas a crecer de manera rápida, son alimentadas con las heces de sus progenitores y que el régimen igualitario de su sociedad no es contradictorio con decisiones colectivas por el bien común, adaptándose a otro lugar si fuera necesario. De este modo todas se vuelven dependientes hacia las demás y, finalmente, incluso se identifican si son de la misma familia o grupo. Su aspecto grotesco, desagradable para algunos sujetos que se llaman humanos, es más que suficiente para erradicarlas o desear hacerlo de la faz de la tierra, cuando estos animales llevan con nosotros desde los dinosaurios y la especie está en peligro por su elevadísimo grado de estupidez.
Estos grupos de mafiosos que sacan sus habilidades criminales cuando se ven en peligro, funcionan como una piña. Viven en la más absoluta oscuridad de sus secretos, la misma tiniebla en la que las cucarachas mudan su piel hasta 18 veces para llegar a ser ejemplares adultos y donde se ocultan de sus enemigos. Sus planes son secretos y cuando salen a la luz lo hacen para hacer una mezcla entre comedia y tragedia, con un discurso y un tono sarcásticos, elucubrándose como la ejemplaridad de la moral y de la perfección, como si sus mentes se alimentasen de puros excrementos, cuales cucarachitas que necesitan mierda para seguir creciendo hasta ser adultas, siendo lo paradójico que muchos de estos sujetos hacen gala de comportamientos puramente infantiles, inmaduros, irrespetuosos y peligrosos, pues no conocen ni la ley causa efecto ni el concepto de responsabilidad.
Además, se aglutinan como garrapatas a su líder como este bicho desea chuparles la sangre a los perros que inocentemente lo alimentan, haciendo pantomimas a cambio de favores económicos, puestecitos importantes, poder y, sobre todo, no verse obligados a responder por sus crímenes, porque, “haberlos, haylos”. Para lograr este objetivo, es necesario aprender las oscuras artes de la masonería luciferina, esas que permiten y dan lugar a siglos y siglos de dominación sobre las mentes débiles y buenachonas, aunque, muchas veces, es conveniente acercarse al buen fuego que cobija del frío en el que viven muchos mortales y, muchas cucarachas que no sobreviven. Buscando el agradable calorcito, escondidos en sus cuarteles, donde no puede entrar el aire y mucho menos el conocimiento, prefieren vivir en la sucia ignorancia de lo inmoral, del mismo modo que las cucarachas buscan los lugares más sucios y con más asquerosidad, allí donde no llega la lejía.
Así, de la sociedad igualitaria de las cucarachas, dónde éstas actúan bajo el principio sagrado de la supervivencia o el sálvese quién pueda, capaces de matarse unas a otras si la mamandurria no alcanza para toda la troupe, se pasa al navajazo en la espalda, a traición, con la más sarcástica sonrisa y el saludo masónico que recibió Ibrahim Abif, tras lo cual se le quita del medio. Y es que en estos grupos sociales todo es paz, armonía, educación, respeto, buenos deseos y promesas de los mejores mundos posibles, como si sus miembros en vez de caminar sobre el barro, como los de Valencia, tuvieran que caminar primero sobre cáscaras de huevos, sin romper ni una, porque alguien les ha dicho que lo hacen sobre las nubes, siendo todo tan hermosamente blanco que los crímenes no se ven ni se detectan, pudiéndose creer que fueron sueños de la noche anterior y que todo fue un invento de la fachosfera (¡Alivio, falsa alarma!).
Es un instinto de supervivencia tan refinado y superior a lo que coloquialmente llaman “chusma” o pueblo que ni tan siquiera tienen que decirlo porque lo llevan en la sangre, pura inteligencia concentrada como el arsénico en pequeñas gotas, siendo a la par de elegante, con un ligero tufillo a perfume de París. Y eso se ve en sus rostros, cuando te miran con esa superioridad, como el que baja a los infiernos a hacer una visita protocolaria para dejar bien claro quién manda realmente aquí, del mismo modo que la cucaracha se te pone chula en la cocina cuando tú, torpe humano, corres tras ella y se te vuelve a esconder.
Soy consciente de lo desconcertante que les puede parecer que haga esta comparación entre ciertas personas y las cucarachas, sobre todo para los defensores de la ideología wok, que tanto desean dignificar a estos bichos para ver si nos convencen de que debemos comerlos en vez de la carne o el pescado, pero tanto asco dan unos como otros, sobre todo si se refugian en siglas políticas manchadas de sangre, antes, ahora y para la posteridad, como aquél que defiende con uñas y dientes a los que estuvieron en la cárcel por etarras y ahora viven bajo el bendecido halo de dirigir algunas vidas o como los que niegan los crímenes cometidos por Largo Caballero durante la segunda república.
Por lo tanto, a modo de conclusión, a mayor capacidad criminal, más retorcidas ideas y creencias para que sus sucias mentes se protejan de tanto excremento, en las que circulan sus toxinas envenenando sus consciencias y sus almas tan oscuras como hediondas.
Y, acabando por fin esta profunda investigación, del mismo modo que hacemos con nuestros huéspedes nocturnos, hay que hacer con otros, para que vivan en sus hábitats naturales y entre ellos se devoren, cual parásitos…
Me gusta, muy buena comparación pero yo creo que son todavía peor que esos asquerosos animales, a mi aún me da más asco los corruptos y ladrones esos que nos querían meter a todos las inyecciones del cuento chino para cambiar nuestro destino, son corruptos, asesinos y ladrones y viven como parásitos succionando la sangre del pueblo hasta dejarlo seco, estas serpientes son venenosas y más asquerosas que las cucarachas.