Lo de la dana de Valencia suena cada día más demoniaco. Los fallos a la hora de alarmar sobre las lluvias torrenciales, los experimentos de geoingeniería, el modo en el que en la AEMET justifica los chemtrails para evitar su mafioso cambio climático del que culpan a las gentes de bien, la apertura de presas durante la tormenta, el hecho de que no se limpiase el curso de los ríos durante años viéndose venir lo que se veía, que los avisos sonarán cuando la gente tenia el agua al cuello y muchos se morían en los parkings y en los coches enterrados en lodo, el abandono de los pueblos y de los perjudicados durante semanas en las que las personas vivían auténticos infiernos por las noches sin luz, sin agua, sin comida, sin seguridad, con los ladrones sueltos por las calles, sin militares, sin bomberos y sólo con voluntarios durante el día, todo ello con desesperación, el hecho de que el gobierno y los medios oficiales de desinformación jugasen con el número de víctimas y se recolectasen cadáveres en secreto, según testigos, los cuales no se consideran entre los muertos oficiales, el barro que echó el PSOE al PP desde el minuto uno, declarándolo culpable por todo lo que se hizo mal, que Perro Sánchez dijera que “el que quiera ayuda que la pida”, que nombrase a la ministra vicepresidente de la Comisión Europa, sin tan siquiera dar la cara por una gestión genocida durante años, que los pueblos sigan abandonados pasado un mes completo sin que muchos fallecidos ni sean buscados, que muchas familias hayan sido forzadas a abandonar sus hogares por orden de la guardia civil e invitadas a pagarse un hostal, que las ayudas del gobierno lleguen a cuatro gatos, que muchas de las materiales no lleguen a sus destinarios y sean retenidas o echadas a perder o que sólo el pueblo salve al pueblo, o que ni el mismo Mister Sánchez haya decidido aún ir a la misa de Valencia por los ridículos 212 muertos, que se sabe que son muchos más, ponen de manifiesto el cariz de una gestión que podría haber desarrollado por el mismo Caín de la biblia.
No se trata de decisiones desafortunadas ante eventos sorprendentes, nos encontramos ante medidas muy bien pensadas con objetivos a largo plazo para crear las ciudades inteligentes y despoblar toda esa zona y cargarse la huerta de Valencia para sembrarla de placas solares, haciendo reales lo sueños de Blackrock, porque quienes están detrás de este plan son mucho más demoniacos que sus ejecutantes.
En estos extremos de nauseabunda inmoralidad, nos podemos preguntar con todo derecho si el estado mata y desde cuándo lleva haciéndolo. Lo de Valencia es un simple ejemplo, una muestra más de cómo se actúa y de la importancia que se dan a las situaciones de urgencias por parte de los políticos, es decir, ninguna, siendo sus prioridades cubrir sus intereses corporativos y de poder, a cambio de favores, gobernar con las pestilentes y embadurnas mentiras que huelen a cadáveres debajo del fango y cumplir las órdenes, como si Caín hubiese matado a sus hermanos por orden del mismo Lucifer, razón por la cual, cuando Dios le preguntaría por él, éste le respondería con toda su cara dura que no era su protector, actuando durante toda su vida futura sin el más mínimo remordimiento, tal como actúa el señor Sánchez, diciendo el día de la constitución que España está en su mejor momento en la época contemporánea.
Esto ya no va gestiones políticas, las cuales son prácticamente inexistentes dado que al estado les importamos menos que un pimiento, ni de izquierdas ni de derechas, ni derechos, ni de gays, ni de lesbianas, ni de feministas, ni de cambio climático, ni de ninguna de las sucias intenciones y mentiras de la agenda asesina 2045; esto va de puro lodazal en el que los señoritos no se ponen ni las botas para limpiar el lodo ni de coger palas para desenterrar a los muertos, ni de ayudar a quienes lo han perdido todo, incluido el futuro propio y de sus hijos, del barro en el que se va enterrando a la población en la pobreza absoluta y la petición de auxilio urgente ante una situación de miseria inasumible, con todo tipo de engaños para hacernos creer que vivimos en los mundos de yupi.
Tanto la política, como las instituciones oficiales que las desarrollan son una farsa, una broma de mal gusto para mentes deformadas y vaciadas de toda inteligencia o sentido común. No hay más que ver los resultados de sus gestiones y el reguero de víctimas, sin que nadie se haga responsable, ante una justicia tan exasperantemente lenta que parece que la masonería está detrás para que puedan escapar, salir del país y ocupar cargos en el extranjero, como es el caso de Teresa Ribera. Se ve muy claro que las élites saben cómo quitar del medio a quien corre peligro ante un pueblo enfurecido y rabioso con justa razón, después de haber cumplido su cometido cum laude, lo cual no sería extraño que pasara al Caín Sánchez. Debe el tipo estar muy protegido y sabe que de ésta sale de rositas porque es muy amado por los amos de su alma, los cuales se la llevarán a la gloria del infierno cuando estire la pata.
Esto no es un pecado, esto no es un asesinato, esto es un genocidio, es el deseo de genocidio de los que conservan sus almas humanas frente a los que las vendieron a entidades más oscuras que la misma noche sin estrellas.
Es la guerra espiritual, nuestro desafío y sentido de la existencia humana. Nuestro esfuerzo, nuestro espíritu por encima de nuestro escaso interés por pura comodidad mental y cobardía.
Yo creo que la mayor culpa sin dudarlo la tiene el que ejecuta ordenes ilegales por un plato de lentejas, porque si todo el mundo se negara no darian estas ordenes criminales,si el encargado de abrir esas presas no hubiera sido un hereje y hubiese avisado no hubiera ocurrido el gran genocidio humano,solo se huviese quedado en daños materiales,no me gustaria estar en el pellejo de los ejecutores de esta matanza con mas de 2000 o 3000 muertos a sus espaldas por mucho dinero que me pagasen,ergo hay que castigar a los ejecutores para que se corra la voz y no vuelvan a ejecutar ordenes genocidas,que lo hagan ellos si tienen cojones que son los que se lo llevan calentito HDLGP