Poe Alfonso de la Vega
Dentro de la corrupción generalizada del régimen monárquico hoy tocaba mostrar las vergüenzas del partido de la “oposición”. O de la banda turnista rival para ser más preciso. En este caso el dirigente popular Zaplana ha sido el agraciado con una condena de diez años que seguramente tendrá el mismo alcance práctico que la de los heroicos presidentes del partido socialista y demás compañeros mártires por el famoso y descomunal robo a los parados andaluces de su cantera electoral: ninguno.
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Sin embargo hay que reconocer la habilidad en el empleo de los tiempos de nuestra judicatura. Pasan lustros y lustros de interminables y farragosos procesos quizás con la esperanza de que entretanto la parca libre al pujolone de turno. Pero luego, zas, surge la sentencia oportuna para equilibrar la contienda. Si en algo hay que reconocer que tienen razón los partidos dinásticos es cuando afirman que en la competencia son unos mentirosos, unos corruptos, mafiosos y mohateros indeseables.
En realidad se ha demostrado que el régimen del 78 tiene dos pilares básicos: el PSOE y los Borbones y hasta ahora que el falsario ha iniciado una etapa para promover su dictadura en solitario, ambos se protegen y retroalimentan.
Otro fanatismo incomprensible digno de estudio es el de los votantes del PP, un tenderete que carece de entidad propia muy útil y necesario al tinglado cleptocrático para disimular su verdadera condición al servicio de la plutocracia. Inasequibles al desaliento engañados una y otra vez por la prensa mercenaria alabanciosa complaciente se asombran que nunca la banda de sus amores dé alguna muestra de inteligencia, honor o patriotismo. Una traición tras otra. Un patinazo tras otro. El problema no es ya solo el pasado zaplanesco o que se encuentra en manos de un nacionalista gallego con querencia socialista despótica, rodeado de otras maulas de semejante jaez, sino que hoy carece de ideología, de sentimientos. Ni tan siquiera un mínimo de dignidad ni decoro. Acaso porque tampoco está libre de pecado, hoy por ti, mañana por mí. Un Zaplana por un Griñán.
El PP apoya con estulto entusiasmo a los Borbones que con su ingratitud y deslealtad congénitas no dejan pasar cualquier ocasión de mostrar que prefieren y protegen a su oponente socialista. Pero tampoco combaten al socialismo rival en disfrute del botín, cuyo ruinoso tenderete en realidad pretenden sustituir o suplantar. Y eso que la corrupción desbordada se las pone como a Fernando VII, el glorioso antepasado de Felipe, modelo histórico real ahora a superar aunque sea difícil.
Con el sublime heroísmo que caracteriza al PP, tras ejercicios espirituales dominicales y ardua reflexión, anuncia nada más y nada menos que ¡una querella! Una pena que la querella haya sido oportunamente contraatacada con una sentencia.
Pero en fin, no todo es malo, al menos la querella contra la corrupción socialista no la ha firmado Zaplana.