Batacazo económico de la industria de la carne artificial

La industria de la carne cultivada en laboratorio está enfrentando grandes dificultades, lo que ha llevado a varios productores a solicitar subsidios públicos para mantenerse operativos. Las inversiones en este sector han experimentado una caída dramática en 2023, disminuyendo un 78% en comparación con años anteriores. Según los datos de AgFunder, la financiación pasó de 807 millones de dólares en 2022 a solo 177 millones en 2023.

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Ante esta reducción de capital, muchas empresas han comenzado a recortar personal o han cerrado sus puertas. En eventos como la Cumbre de Innovación en Tecnología Alimentaria del Futuro en Londres, representantes de la industria han pedido apoyo gubernamental, argumentando que sin una gran inversión pública no podrán superar los desafíos financieros que enfrentan. Países como Polonia y los Países Bajos ya han destinado subvenciones a este sector, pero los defensores de las proteínas alternativas consideran que el apoyo, especialmente en Estados Unidos, ha sido insuficiente.

A pesar de las grandes expectativas puestas en la carne cultivada, se ha revelado que no es tan eficiente ambientalmente como se pensaba. Estudios recientes muestran que las emisiones de CO2 producidas por este tipo de carne pueden ser entre 4 y 25 veces mayores que las de la ganadería tradicional. Además, los riesgos para la salud humana asociados con este producto aún no están completamente investigados, y muchos consumidores siguen mostrando rechazo hacia lo que consideran un alimento artificial o «Frankenfood».

Las dificultades de aceptación han frenado incluso las pruebas comerciales, ya que los consumidores siguen prefiriendo la carne tradicional. Este rechazo, sumado a los altos costos de producción y la falta de incentivos, ha llevado a que algunos estados en Estados Unidos, como Florida y Alabama, prohíban la venta de carne cultivada. Otros países, como Italia, también han implementado restricciones similares.

Este fenómeno resalta cómo algunas de las llamadas «soluciones verdes», como los vehículos eléctricos y ahora la carne cultivada en laboratorio, no están cumpliendo con las expectativas creadas, y en algunos casos, presentan problemas mayores que los productos tradicionales que pretenden reemplazar.