sábado, noviembre 23, 2024
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Supremacismo progresista

Por Ana Tidae

Admiro mucho a esos hombres cuyo trabajo consiste en entrar en cloacas y colectores a hacer mantenimiento o arreglar estropicios. Ellos sí merecerían el sueldo de los eurodiputados. Bendita robotización el día que sirva para que nunca más un ser vivo deba dedicarse a eso. Pero casi admiro más a las personas que se introducen en fosas sépticas como lo País y similares para ver qué se sigue pontificando en el sínodo “progresista”. Me entero por el último vídeo de Fortunata y Jacinta de que en esa hoja parroquial se publicó un artículo de un profesor de Filosofía del Derecho que afirmaba: «hay pocas ideas más fascistas que aquella según la cual «los migrantes deben integrarse»»

Que la “progresía” es una religión es algo notorio. Tiene sus libros sagrados, su santoral, mártires,  liturgias,  encíclicas, iconografía, catecismo, paraíso (en la tierra), su Diablo, cantoral,  definición de herejía y pecado, predicadores, sacerdotes, proselitistas, procesiones, tierras santas, obsesión evangelizante, etc. Cualquiera puede hacer el ejercicio mental de extrapolar las categorías y ver que ni una sola queda vacante. El dios sería el tal Progreso, convenientemente vaciado de signo y definición, o alguno de los otros nombres que utilizan para su Fe.

La “progresía” actual, religión hegemónica -me congratula ver que cada vez más gente lo escribe entre comillas conforme van comprendiendo lo que en realidad es- ha sometido durante décadas  a todas las sociedades occidentales a un proceso de integración forzosa. Por esa razón muchos pensadores o estudiosos no han podido dar sus charlas, pues eran sometidos a escraches, bien directos (turbas in situ), bien indirectos (acoso y amenazas al responsable del recinto). O no han podido presentar sus libros, o siquiera editarlos, o participar en tertulias en medios. Profesores de universidad han sido purgados. Profesores de instituto se han acostumbrado a replegarse y aguantar hasta jubilarse por no poder transmitir a sus alumnos lo que su libre raciocinio y conocimiento les indica. Internautas con sus canales y cuentas cancelados, o desmonetizados. Periodistas proscritos. Por eso tenemos la “cultura” copada por personajes como Almodóvar, predicadores de Mandamientos por un lado mientras practican lo opuesto, como el cura que en Cuaresma se aprieta un ternasco  al horno con un buen Rioja. Por eso en la televisión ha habido una aparente mayoría “ideológica”, pues hay una criba previa.  Por eso en los buscadores sus páginas es lo primero que sale, y ya casi lo único. O entre los músicos, actores, y directores autorizados a invadir las ondas y pantallas, subvencionados en muchos casos, aunque luego sus homilías disfrazadas de arte tengan menos recaudación que la cabra que se sube a la escalera. Por eso el NYT falsea las listas de libros más leídos. Por eso impusieron con malas artes la censura, pero llamándolo “corrección política”, que suena menos fascista. Por eso se rescata económicamente a lo País. Por eso se ha ido arrinconando y denostando a la religión tradicional. Por eso su legislación es invasiva de todas las esferas de la vida y su propaganda omnipresente. Por eso  algunos mítines son apedreados mientras otros son respetados. Por eso sólo han sufrido verdadera violencia y marginación los que no resultaban fáciles de integrar.

Comprendí hace tiempo que una de las principales razones de la catástrofe que se avecina –ya cuaja- se debe al supremacismo “progresista”.  Un supremacismo que tal vez se debe a la forma de ser innata del devoto (egocentrismo solipsista deficitario en hervores) combinada con el espejismo que he descrito en el anterior párrafo, que les ha llevado a creer que su pensamiento (es un decir) era la voz dominante porque a su implantación se había llegado dada la superioridad irrefutable y convincente de sus teorías y dogmas, y no por coerción, doma conductista, corrupción en su sentido más amplio , censura , ruptura bajo mesa de las reglas, manipulación informativa de la realidad,  uso capcioso del lenguaje y demás  técnicas bien conocidas por todo régimen totalitario. Un espejismo que los ha encapsulado a ellos mismos en una irrealidad ficticia impenetrable.

Es este supremacismo el que los tiene convencidos de que el equilibrio cercano a la perfección sólo puede orbitar en torno a su idiosincrasia y que así será. Así  imaginan -aunque los hechos lo contradigan- que pueden coexistir todo tipo de seres y estares en cualquier número y proporción mientras ellos permanezcan a los mandos con sus esquemas de orden social  (brutalmente contradictorios en muchos casos, pero qué le importa la coherencia a un supremacista enajenado) y reparto de riquezas libre de toda sospecha y control. Un orden social que mantendrán en apariencia usando el lenguaje en mutación adaptativa constante, maquillando todas las cifras y pruebas que indiquen graves tendencias  en dirección contraria de su tierra prometida, prohibiendo el análisis desde fuera de su catecismo, negando evidencias, echando a la hoguera  cualquier dato científico hereje, con diarrea legislativa, y maniobrando sin ningún límite para meter a los impíos en mazmorras.

Por su imaginación no se pasa, ni remotamente, la posibilidad de que todas esas corrientes y energías que han introducido en el territorio o puedan surgir dentro sigan su propio curso, su propia evolución, su propia doctrina, que no se autolimiten en el techo del “progresismo” (no lo hacen) y que por su propia cosmovisión encuentren el “progresismo” occidental un sistema que debe ser destruido y sustituido porque prefieren el suyo (la incompatibilidad polar entre el “progresismo” y el islam la vemos todos menos ellos, y la declaración activa de sus propósitos la escuchamos todos menos ellos; otro día hablaremos de por qué están programados así). O porque hay energías inherentes a la naturaleza humana que se han de manifestar eternamente (por ejemplo el goce de la conquista, que muchos conservan, el expansionismo, los identitarismos no instrumentalizados y controlados por la propia progresía,  la necesidad de un proyecto existencial  no materialista, o la existencia de proyectos que permanecían ocultos, subestimados o negacionistados). 

Su concepción del dinero y las posesiones materiales como único motor regulador de la sociedad que a todo el mundo complace y aplaca en última instancia –les preocupa muy poco de dónde y cómo se obtenga, sólo les obsesiona ser los tesoreros vitalicios- los convierte en invidentes totales de las posibles evoluciones de las cosas que responden a otras motivaciones. 

El “facha” en cambio sí reconoce en todo tipo de persona o grupo una fuerza intrínseca, una capacidad de generación de pensamiento y ambiciones propios, y un “derecho a decidir” llevar las cosas a su terreno y a su manera, incluido su propio supremacismo. Esto sólo puede entenderlo  un no-supremacista, no-racista, no-etnocentrista y no-clasista, que no subestima a nadie. Es decir, nunca podrá verlo un endiosado, ombliguista  y pueril progresista supremacista.

Alienar a los occidentales les costó a los programadores de la “progresía” setenta años de erosión diaria de los cerebros y la conducta. Los recién llegados vienen limpios, muy limpios de ese chapapote. Son mucho más libres que los “progresistas” para elegir su futuro o su pastor. 

Los supremacistas están convencidos de que bajo su trato condescendiente y avituallador todos van a integrarse antes o después en el culto a Progreso, todos menos su particular Maligno, elemento imprescindible para reivindicar su propia permanencia, y que las diferencias van a ser meramente folclóricas. Razonado todo esto, sólo cabe concluir que aplicando el pensamiento lógico y la dialéctica anacrónica del profesor de Filosofía del Derecho (hay que jod..se), el fascista, pedazo de fascista integrador, es él.

EsDiestro
Es Diestro. Opinión en Libertad
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1 COMENTARIO

  1. Un texto con mucha profundidad,tanta que al final no se entiende del todo.
    Más bien sería un supremacismo a la inversa,el de los black Live matters,donde los supremacistas blancos los de antes…aceptan y permiten que se agreda con dureza la divinidad,o la cultura occidental y luego dicen que es ‘el nuevo arte’.

    Hemos estado muy atentos,a los juegos Olímpicos organizados por la CIA,y destinados a ser vistos tan solo y exclusivamente por los funcionarios públicos de Europa,que en sus eternas vacaciones pagarás han ido todos a París…el resto de los morales ya no pintamos nada,ni podemos ir,menos todavía si no tienes carrera universitaria.Los que tienen carrera también se hacen cargo de las fiestas municipales…para que los funcionarios se diviertan incluso vemos enfermeros como dj.para encima ganar más dinero en sus vacaciones.

    Entonces los juegos olímpicos de la CIA,los han dividido entre los no ‘para’,es decir heterosexuales no lisiados…dedicados a Satanás.
    Y los juegos de ‘discapacitados’,dedicados a Lucifer,donde no ha habido ni un solo artista discapacitado y donde han congregado a los líderes del KM los dj.

    Negando la realidad,de qué Paris está ocupado por musulmanes africanos turcos,árabes,etc.

    Al final todo es…puro teatro.

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