El castor y el bobo

Pensaba que a estas alturas ya había aumentado unos puntos el porcentaje de españoles sin tanta ingenuidad. Pero compruebo con desazón que siguen tragándose a la primera todos los dardos que la patocracia arroja sobre nuestros ánimos y mentes con casi nulo tiempo para la recuperación.

Hace seis años anticipé que se preparaban graves conflictos raciales en EEUU. ¿Tengo bola de cristal? Lo que tengo es el ojo entrenado para las maniobras venenosas de los patócratas. El virus del autoodio y el autodesprecio que con tanto éxito ensayaron en el laboratorio español empezó a inocularse en ese país que hasta hace poco se había estado vendiendo como inflamadamente patriota. Eligieron a un pequeño número estratégico de figuras del deporte y la “cultura”, les convencieron para fruncir el ceño y grabar el rencor en sus caras, y los lanzaron a hacer declaraciones y manifiestos sobre el “racismo sistémico” invivible en el país (y lo decían ellos, estrellas millonarias aclamadas por las masas), y a identificar la bandera estadounidense como el símbolo mismo del esclavismo, el racismo y la opresión. Nadie mejor que un español o un chileno suficientemente despiertos para distinguir el truqui. Después vinieron las escenitas de girarse durante el himno, despreciar a la bandera, etc.  Lo que para cualquiera eran gestos anecdóticos y pasajeros, para mí fueron indicio suficiente de que cocinaban estallido social, y destrucción acelerada del patriotismo, que es elemento de salud y fortaleza para una nación junto con la dignidad. Efectivamente, dos años después de esto llegaron las andanzas del BLM,  la “teoría crítica de la raza” impuesta a martillazos en la educación, el machaque mediático, la crispación…. Y la imagen impensable hacía un escaso lustro de ver la bandera ardiendo por las calles o a sus portadores siendo apalizados y hasta asesinados.

Un peón tocapelotas

Sería paranoico dar por hecho que cualquier persona famosa que hace unas declaraciones para la discordia o para la venta de quincalla agendista  lo hace siguiendo por acuerdo las directrices de los patócratas y el gran capital y no sus propias opiniones. Pero tengo un sensor para estas cosas que me ha demostrado una eficiencia demasiado alta como para no hacerle caso. Y las “polémicas” con ese pateapelotas brasileño que juega en el Real Madrid  me apestaron a agitación por encargo desde el primer día. La cobertura de la prensa sistémica es otro claro indicio.

Cuando un personaje como ese o los baloncestistas estadounidenses tienen esta actitud no pretenden proteger, concienciar, sensibilizar, hacer justicia o trabajar por el “progreso”. La finalidad es sembrar el rencor, la división. Los estragos producidos en EEUU  con esta técnica están a la vista. Y que organizaciones como BLM y sus equivalentes en el  feminismo extremista, el calentorrismo,  el indigenismo, etc, están financiadas por los reyes de la mentira y la cizaña es un hecho comprobado. Donde metan conflicto, provocarán debilidad y destrucción. Las palabras de los vinicius y lebrones no van dirigidas de buena fe a los oídos de la sociedad, sino de pésima fe a los hígados de una parte de esta, para cuando haya que sacar partido de una rabia fabricada artificialmente.

Encima… pones la cama

Y si además en plena guerra híbrida nos encontramos con un asedio diario de desmoralización y acomplejamiento de la población española, llevan a uno de sus agentes a una de sus emisoras de TV preferidas a soltar la charla del “racismo” y proponer el “castigo” de que paguemos parte del mundial pero que se celebre la final en otro país más merecedor (uno en el que se ha decapitado a chicas turistas nórdicas y tiroteado a subsaharianos) la maniobra globalera ya no puede ser más obvia. Como dato extra, las pésimas dotes de actor del sujeto en cuestión.

No hay nada que deleite más a los supremacistas que humillar al que quieren ver sometido. En nuestra amarga y vulnerable situación de tener en el desgobierno a la gente más indigna, vendida y arrastrada que se pueda imaginar, las ocasiones en las que el vecino del sur (y los del norte) se recrea en esta tarea no dejan de acumularse.  Ese vecino que ahora mismo es uno de los brazos preferidos de los globópatas. Cualquier aficionadillo a la historia o a la psicología sabe que la desmoralización es una técnica de desgaste vieja como el mundo (los futbolistas precisamente  aluden a ella de continuo para hablar del fútbol-es-asín). Sin embargo  la gente no aprende a distinguirla y defenderse.

Sí veo unos arrebatos de dignidad en numerosos internautas que invocan al tiburón que preside el Real Madrid, pidiéndole que se deshaga del agitador a la mayor brevedad. Entiendo que apelan a un patriotismo que ‘se le supone’. En la final de la Champions de la temporada 2017/18 al final del partido el terreno sufrió una explosión de color, un torbellino de banderas. Ramos con la andaluza, Modric  la croata, Varane  la marroquí, Keylor  la de Costa Rica, Gareth Bale la de Gales… Me quedé con la duda de si la española estuvo expresamente prohibida, por lo reciente de la crispación del “procés”, o si fue fruto del azar que a nadie le apeteciese pasearla…

Trapos aparte, la construcción de las sedes e infraestructuras de ese campeonato mundial es un filón para las empresas, y ya sabemos que estas no tienen otra patria que el dinero. Ignoro si hay algún castor con intereses especiales en que la final del mundial sea en Marruecos y no en España, pero de ser así lo único que va a recibir el oportuno agitador van a ser unas palmaditas en la espalda.

Lo que sí es obvio es que todo está decidido y elegido con mucha antelación, pero si se puede disfrazar la “decisión”de “castigo merecido aleccionador”, te llevas las ganancias, la sede, y además otra ronda de desmoralización y división para el pagafantas.