Satélites y Telegrams

Por Ana Tidae

En los años 80 se popularizaron unas imágenes con las que la propaganda patocrática consideró que era oportuno epatar a la plebe mundial. Muchos lo recordarán, era aquella secuencia en la que se producía un zoom desde el negro espacio sin sol (je) hasta llegar al jardín de una mujer que tomaba el sol en la hamaca en una población cualquiera estadounidense. El zoom avanzaba hasta hundirse en las grietas de la piel de su mano, casi las células. Hoy tenemos google earth, que detiene su nitidez muchos metros antes, por nuestra privacidad y seguridad, claro.

Ya venía con la mosca detrás de la oreja por el incomprensible criterio ilógico con el que la prensa, tv y cine narraban los diversos conflictos salpicados por el mundo, o los internos, o los históricos, y ese día me empezaron a cuadrar aún menos las cosas. Las drogas, introducidas en cuanto murió el anterior régimen y convenientemente publicitadas, estimuladas y romantizadas por esa nueva casta que irrumpió en el mundo de “la cultura” que es la que hoy sigue firmando manifiestos “progresistas”, estaban haciendo estragos en la sociedad, especialmente entre las clases desfavorecidas, a las cuales yo misma pertenecía. Los delitos, atracos, las muertes por sobredosis, accidentes, enfermedades asociadas, la violencia, la degradación pavorosa de los adictos y sus familias, “el mono”, la cárcel, la indigencia…  A lo que hay que añadir las informaciones espeluznantes que llegaban desde Colombia o México, relacionadas con esta forma de “economía”.

La continua propaganda de los medios e industria del entretenimiento americanos  que se nos vertía sin descanso vendía la idea de que EEUU era un país de principios en lucha vigilante e incansable contra el mal en el mundo con potencia militar y policial, cosa que tampoco cuadraba del todo. Sin embargo la droga y sus estragos circulaban como Pedro por La Mareta por todo Occidente. ¿Cómo es posible que no utilizaran esa fascinante tecnología espacial “nueva” (qué tontita) para encontrar los campos de cultivo y las rutas, y cortar de raíz una lacra (nunca se la ha llamado así) que estaba destruyendo a las personas y las sociedades? Por mucho menos (qué tontita, bis) la OTAN metía tropas donde no se la llamaba. “Tal vez el empeño en erradicar algo a las bravas sólo conduce a conflictos agravados y duraderos entre partes”, razoné con candor adolescente. “Seguramente no es tan fácil”, concluí. “Habrá que esperar, será lento”, pardilleé. “Tal vez hay un equilibrio cósmico que no entiendo”, divagué.

Con el tiempo asistimos a un aumento imparable de la permisividad con todo tipo de crímenes y mafias, facilitados incluso, y por supuesto carta blanca al tráfico de drogas, lo cual se explica ya no como una tolerancia oficiosa, sino como una participación activa en ese suculento negocio que sólo proporciona pingües ingresos en B, que no son “para Sanidad y Educación”. Es decir, los favoritos de los dizque políticos y sus cortesanos.

¿Se organizaban por Telegram los responsables de los abusos y explotación de las chicas de Tottenham, de Baleares, de Valencia o de Madrid? Las “autoridades” se han negado en redondo a investigar y castigar esos asuntos, por motivos fácilmente deducibles, teniéndolos sobre la mesa. ¿La inabarcable corrupción política e institucional se gesta en Telegram? El régimen la protege y blinda. ¿A los delincuentes golpistas y malversadores  despilfarradores los amnistían por culpa de Telegram? ¿Y a los de los ERE? 

¿El desgobierno fleta con cargo a nuestros bolsillos rutas diarias de “rescate” de africanos, en barco, avión, autobús, y los mete en hoteles,  balnearios y cuarteles  porque por culpa de Telegram es incapaz de controlar a las mafias de tráfico de humanos e invasión planificada, y una vez que se le plantan aquí las remesas ya no puede sino suspirar, distribuirlos, acomodarlos y subvencionarlos? ¿Seguro? ¿Todos los servicios de inteligencia, y las responsabilidades civiles y militares son inútiles para proteger las fronteras por el escollo de Telegram? ¿No se supone que el espionaje a través de los móviles es pan comido desde hace tiempo, y el satelital? ¿No tenían pillada a la Merkel, o el sátrapa marroquí al marido de la catedrática extra  ordinaria?

Cuando sacan a rastras a una persona que defiende su propiedad porque se la están asaltando (“okupando”)  ¿es por culpa de Telegram? ¿Nos secuestraron en nuestras casas por Telegram? ¿Telegram inoculó cosas experimentales en la población? ¿Amagan con meternos en guerras por Telegram? ¿Telegram quema  sierras y cordilleras para plantar a comisión hélices despedazadoras de la fauna y la biodiversidad? ¿Los “virus mortales” se fugan de Telegram? ¿Telegram satura consentidamente el cielo de aerosoles?

Añada cada cual todo tipo de delito, ataque, degeneración, abuso, crimen o vulnerabilidad que le venga a la cabeza ante los cuales los desgobiernos patócratas han estado haciendo la vista gorda cuando no colaborando activamente o siendo los autores materiales. Y ahora, sin que tome a nadie por sorpresa, detienen al creador de Telegram, al que quieren encasquetarle la responsabilidad última de TODAS las formas de crimen típico que han acribillado y podrido a nuestros países desde tiempos muy anteriores a la herramienta de mensajería. 

¿Para qué enrollarme más? Todos sabemos de qué estoy hablando. Me aventuro además, desde la ignorancia informática, a suponer que sí saben perfectamente quién está detrás de cada usuario, y que tienen monitoreado cada canal para saber de qué se habla o qué se planea exactamente en cada uno de ellos. Dudo mucho que el crimen organizado, el real, el más grave, se coordine así, aunque ya hicieron su típico estúpido montaje con el atentado  en la sala de conciertos de Moscú que según ellos se gestó… en telegram, como sabíamos que dirían. Quieren eliminarlo como plataforma de opinión e información, no como taberna de delincuentes.

Son las catacumbas contra la encarnizada guerra mental , de libertad y de “despoblación” que la patocracia bombardea sobre nosotros cada día para arrebatarnos todo cuanto nos pertenece. Lugar de encuentro que es el obstáculo último, junto con el de los civiles estadounidenses que continúan defendiendo sus armas, para la proclamación definitiva de su imperio de la Mentira antihumano. Los grupos criminales verdaderos les preocupan lo justito, ha quedado demostrado fehacientemente durante décadas, de hecho parecen agradarles. Los “criminales” a los que quieren erradicar –sí, erradicar, sin candor adolescente- somos nosotros. 

Las cartas están sobre la mesa. Llegados a este punto se impone hablar de la forma más clara y directa posible. Tirar abajo todo su decorado de la “democracia”, “el progreso”, “la desinformación”, “la seguridad”, al cual siguen atados, lo que es una excelente señal. Caretas fuera.

Sabemos que los criminales son ellos. Los desgobiernos, los medios  y toda su mugre instalada en las instituciones.  Y los “delincuentes” a los que persiguen no son los traficantes, ni los pedófilos, ni los ladrones, ni los terroristas, que son ellos. Somos nosotros, sus víctimas, el objeto de su odio, racismo, persecución y discriminación.

 El rey está desnudo, y tiene patas de carnero.