jueves, septiembre 19, 2024
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Habent sua fata libelli

Por Alfonso de la Vega

Ya puestos, vamos a intentar consolarnos o distraernos con bonitos latinajos. Sine ira et studio, quorum causas procul habeo, o sin parcialidad ni encono, de lo que estamos muy ajenos, el PSOE nos tiene acostumbrados a grandes escándalos de latrocinio, traiciones y corrupción política liberticida, va en su genética. Se cargó la República y se está cargando el actual Régimen borbónico. Pero entre tanta devastación conviene recordar por esto de la memoria histórica y por justicia que ha habido alguna rara vez en que un socialista honrado dimitió de un importante cargo en un rasgo de dignidad personal y democrática. Conducta incalificable, algo en verdad gravísimo para la continuidad de la propia banda. Me refiero al escándalo del esforzado director socialista de la Guardia civil condenado por chorizo entre otras mañas que, también con complicidades evidentes, escapó al extranjero lo que provocó la inmediata e insólita dimisión asumiendo errores y culpas ajenos del entonces ministro del Interior, don Antonio Asunción. Quede su nombre con letras de honor en el reducido inventario de socialistas decentes.

No cabe esperar cosa similar del hoy degradado Marlaska, de cuyo actual comportamiento personal y desempeño del cargo nadie pudiera deducir que hubiese sido juez in illo tempore. Debió ser en una galaxia lejana, sí muy, muy lejana.

Siendo ecuánimes hay que recordar que los usos democráticos son rarísimos, casi insólitos en esta singular Monarquía borbónica cuyos lamentables destinos se mueven ajenos a los legítimos intereses de la sociedad española y el bien común. Como nos recordaba Dante con su “abandonad toda esperanza, quienes aquí entráis”. Mariano Rajoy, del PP fue elegido con mayoría absoluta  para intentar reconvertir la deriva criminal del zapaterismo pero inmediatamente traicionó a sus votantes y a España. Un felón miserable. Pero la responsabilidad no es solo suya personal sino la de la supuesta derecha bajo la falsa bandera de un PP complaciente, pusilánime, colaboracionista cómplice. Pero de la supuesta derecha política española en estos tiempos de globalismo arrebatacapas y vendepatrias más vale hablar con más calma en otro momento.

Dentro de estas hazañas del monipodio golpista catalán, con ocasión de la primera fuga del forajido tampoco dimitió ni fue cesado en los oprobiosos tiempos del Marianato, fruto serondo sino pocho del Aznarato en el PP,  el colega popular de la época. Un tal Juan Ignacio Zoido de triste recuerdo que pocos meses antes había alcanzado con el consejero catalán de Interior, llamado Jordi Jané, un pacto en el seno de la Junta de Seguridad de Cataluña celebrada bajo la presidencia del luego prófugo Puigdemont en el Palau de la Generalitat en Barcelona. Nos vendieron por cinismo o inopia culposa que estos acuerdos permitían incrementar la buena colaboración existente entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y los mozos de escuadra indígenas, con los evidentes magníficos resultados que se han comprobado. Tampoco dimitió la intrépida señorita vicepresidente Soraya, la niña del Piolín, intrigante madame de los servicios secretos y entonces muy sobrada delfina in pectore del pasmarote compostelano al que por su traición, incompetencia moral e intelectual y cobardía patológica, debemos gran parte del actual desastre.

Cómo sería el bochorno causado por el escándalo de incompetencia culpable que incluso Su Majestad en un gesto inaudito dada su personalidad se vio obligado a tirar de las orejas al don Tancredo cómplice quien de forma taimada se encargó enseguida de ayudar a la sedición neutralizando las posibilidades del 155. Pero mal paga el diablo a quien bien le sirve y poco más tarde, ventajosamente sustituido por el bolso de su vice, el intrépido registrador de su propia estulticia tuvo que irse a emborracharse para celebrar el humillante final de su carrera política y de una posibilidad traicionada llorando como desolado pendejo lo que no había sabido defender como hombre. In vino veritas, in aqua sanitas, de modo que seguimos con la pertinaz sequía. Lo de la sequía debe ser cosa cosmológica del cambio climático climatizable. Sea como sea hoy ya no preocupan como antaño a Su Majestad estos penosos acontecimientos indigenistas que le dejan a él, a su reinado y a su reino, en el ridículo e impostura más espantosos, puesto que mientras tanto se va a aplaudir entusiasta los juegos satánicos parisinos del no menos siniestro Macron como si la cosa no le afectase. Y es que no nos encontramos solo ante un problema de gobierno sino de Régimen.

Habent sua fata libelli, según la capacidad del lector los libros tienen su destino. Los libros y los sistemas. Desperdiciadas las oportunidades de convertirse en una verdadera democracia al servicio del bien común, sin reacción aparente y sin alternativa dentro de su legalidad, agotada la escasa credibilidad del turnismo cleptocrático, el régimen borbónico está maduro. Como el venezolano, se atrinchera con la corrupción y la mentira oficial como cementos de unión de indeseables o malvados en el hormigón armado de felonía. No se sabe cuándo caerá ni lo que pueda quedar bajo sus escombros.

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