La gente de bien, creyendo que las cosas se arreglan por la vía del diálogo, el consenso y la buena voluntad, llora hoy ante el desplome de lo que queda de esta España nuestra que, entre todos, estamos convirtiendo en una república con rey, sin nada sobre lo que reinar como no sean escombros y recuerdos; y pronto, ni eso. Digo entre todos, porque –con independencia de las trampas de Indra—algo han tenido que ver nuestros votos en la formación de este laberinto de corrupción de proporciones que exceden a todo lo conocido del catálogo político.
Hoy estamos rabiosos y pataleando, con la autoestima por los suelos y solo cabe el lamento en este jueves negro, en que el golpista y prófugo catalán volvió a escapar tras escupirnos en la cara y mofarse de las instituciones, incluida la Justicia, a la espera de su detención. Todo un pulso al Estado, comparable a aquel día de octubre de 2017, que también huyó en el maletero.
¿Pero esperábamos que los mossos iban a detener a Carles Puigdemont? ¿Somos así de ingenuos a estas alturas de la película? ¿Alguien se fía aún de las fuerzas del orden controladas por Marlaska? ¿No pertenecen a la banda de Sánchez?
Aunque, yendo en contra de la opinión generalizada, este juego del “pilla pilla” es casi un tema de patio de recreo si lo comparamos con lo que está ocurriendo en España en los últimos años, incrementado en el nefasto periodo sanchista con toda su tropa gobernante. ¿O es que desconocemos el alcance de la corrupción de los últimos meses a todos los niveles?
¿Qué cambiaría si Puigdemont hubiese sido detenido? ¿Influiría su apresamiento en la vergonzosa ley de amnistía para toda esta gentuza vandálica enemiga del bien y el orden y, sobre todo, de la patria? ¿Revertiría el destino de estos delincuentes tsunami, a los que habría que encerrar de por vida en un penal de máxima seguridad, a pan y agua? ¿Echaría abajo el proyecto de leyes lowfare, que son de auténtica vergüenza, permitiendo que los jueces sean cuestionados y juzgados por políticos amorales y terroristas? ¿Conoceríamos qué secretos le “pillaron” a Pedro Sánchez en su teléfono para llevarlo a tomar la decisión suicida sobre el Sahara, la inmigración abusiva y descontrolada y la rendición tan sospechosa ante Marruecos? ¿Irían adelante las investigaciones medio “enquistadas” sobre los múltiples flecos de corrupción del caso Koldo, Begoña y el propio Sánchez con todos sus satélites y conexiones más allá de nuestras fronteras? Creo que la detención de Puigdemont no mejoraría el color de España en este momento. Y su posible condena sería solo anecdótica. Hace tiempo que el cáncer ha hecho metástasis. Por eso me parece que el gesto de este prófugo golpista y su segunda huida ni quita ni pone en este caos descomunal.
Es cierto que Pedro Sánchez le dio velocidad al proceso de demolición de España, pero la cosa viene de atrás, y el Partido Popular tiene mucha culpa. Analizando los hechos con la perspectiva requerida, recordemos que, para gobernar en su primera legislatura, José María Aznar pactó con los independentistas, a cambio de concesiones nada honrosas y un trato de autonomía mimada, que siempre paga el resto de España. Incluso, en un exceso de babosería innecesaria, declaró públicamente que hablaba catalán en la intimidad, frase harto citada por Pedro J. Rodríguez en su libro Independencia, la gran estafa. Y con estos detalles empezaron a repetirse pasajes de la historia que parecían clonados de ciertas etapas previas a la Guerra Civil. Eso sí, falta el sanguinario Lluis Companys que presumía de no haber dejado ni un solo cura ni obispo vivo en Cataluña. La Iglesia debe recordar aquellos tiempos duros, aunque omita hacer cualquier relación al pasado. Quizá por eso está tan callada, dejando a los fieles abandonados y confundidos ante tanto dislate.
Tras las dos legislaturas de Aznar y unos atentados ad hoc para cambiar la intención del voto de una sociedad en shock llega al palacio de la Moncloa un psicópata sin alma dispuesto a realizar una inversión de valores en lo moral y en lo político. Y ahí estaban sus socios independentistas, golpistas y terroristas del pacto del Tinell: todo un proyecto de intoxicación social a favor del comunismo laicista, contra los valores que –en aquellos tiempos más que ahora— tenía la derecha. ¡Qué lejos y qué cerca queda todo aquello!
Lo peor de todo fue que tras dos legislaturas socialcomunistas, regidas por el disparate continuo, llegó un Mariano Rajoy con una mayoría absoluta aplastante, dispuesto a establecer el sentido común y desfacer los entuertos del guerracivilista llegado a la Moncloa por accidente. Pero la alegría duró muy poco, y enseguida empezamos a ver que las promesas de campaña del político gallego se iban esfumando. Y así fue. No cumplió nada de lo prometido para salvar el país. Rajoy no solo hizo seguidismo de Zapatero, sino que fue más lejos. Era como si estuviera poseído por una fuerza oscura que le hacía actuar contra España y en contra de sus promesas.
Debo decir en su descargo que Rajoy se encontró con un “pastel” que no esperaba; que estas élites que gobiernan el mundo en la sombra le leyeron la cartilla bien leída, como anteriormente habían hecho con Felipe González referente a la entrada en la OTAN o a su renuncia del marxismo.
Creo sinceramente que Rajoy no se sintió satisfecho mientras gobernó. Conociendo los métodos de esta gente poderosa de las cloacas que, tras bambalinas, mueve los hilos de la política, pienso que estaba bajo chantaje y que no le permitieron dimitir y retirarse dignamente, en contra de lo que muchos analistas opinan. Después se le organizó la moción de censura, con tramas y manos negras de por medio para convertirlo en un guiñapo. Los secretos de las interminables horas de esa tarde de borrachera quizá los sepamos algún día. Como quizá también lleguemos a saber quién colocó a Soraya Sáenz de Santamaría como pieza clave para coadyubar al cumplimiento de todas sus equivocaciones, entre ellas, el referéndum de Cataluña y sus múltiples coqueteos con los separatistas.
La permisividad de octubre de 2017, el hacer la vista gorda para no ofender, la complicidad con los golpistas, la condescendencia con los delincuentes, la minimización del referéndum y demás etcéteras, más un estrenado artículo 155 de merengue fue la pendiente resbaladiza a las leyes sanchistas que padecemos, aprobadas por la escoria colocada en los escaños de la vergüenza, tras llegar a la Moncloa en un acto que dejaba al descubierto el modus operandi de sus próximos pasos: unas elecciones de pucherazo, tal como demostró la plataforma Elecciones transparentes.
Lo cierto es que, el complot de diseño contra Mariano Rajoy le hizo ser condecorado como peor presidente de la historia de la democracia, galardón que comparte con Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez. La diferencia es que estos dos cumplen las órdenes del gobierno en la sombra con fruición. No pueden estar más a gusto trabajando para el Mal.
En este estado de cosas y tras una reflexión ponderada, que Puigdemont haya huido nuevamente o que hubiese sido detenido y puesto a disposición judicial solo sería tema para artículos y tertulias, pero nada más. Sabemos que la libertad y el Estado de Derecho están en quiebra; la fiscalía no trabaja al servicio del Estado y el bien común, sino que es lacaya de un gobierno corrupto; y lo mismo la policía y el resto de las fuerzas del orden e instituciones. Solo nos quedan los jueces, aunque no sabemos por cuánto tiempo. Pero no olvidemos que estamos recogiendo los frutos de nuestra siembra.
El dialogo no existe, es un chiste que nos cuentan para tenernos entretenidos mientras nos toman el pelo, nos toman a todos por idiotas y algunos lo son porque creen en la mafia política asquerosa y criminal, se piensan que a la basura que nos gobierna les importamos algo y no le importamos nada. Al prófugo no lo van a detener porque trabaja para los mismos que trabaja el gobierno y la oposición, todo es una ilusión, no se puede ir contra la mafia porque sino te matan, a España ya la han convertido en un estercolero, en una basura donde los que gobiernan nos quieren mandar a los españoles a la sepultura, por eso nos pusieron al más tirano a una basura a la que algunos rinden pleitesía ,
A nuestro modo de ver no ha escapado,por qué fue invitado.
Margarita Robles,tiene poder en el CNI,y este sobre los mosos.
Iva acompañado de periodistas,no había seguridad,al fin y al cabo,los que mandan en España son además de los políticos,los periodistas.
Los mismos de la falsa pandemia.
Cada vez lo tengo más claro Puigdemont no ha pisado España, este tio era uno con una careta no Puigdemont.
Todo cuadra por eso ha desaparecido porque nunca estuvo.
Se fuga con la careta, se quita la careta y unos cuantos hacen el paripe.
Seguro que no tardamos en verlo en las redes que Puigdemont no estuvo en España.
No se iba a arriesgar a que algo fuera mal, fuera detenido o tuviera algún percance, accidente, salud etc.
Este tio no ha estado en España.
Carles Puigdemont sólo tiene unos ahorros de 14.000 euros, aunque la mansión en Waterloo (Bélgica) que ha alquilado para nueve años cuesta más de 4.000 euros al mes. Billetes de avión, hoteles de varias estrellas y comidas en restaurantes de lujo en Bruselas confirman que el tren de vida del expresident no parece coincidir con los recursos propios para costearlo.
Con esos recursos tiene que vivir, teóricamente, en una cara Bélgica. No le salen las cuentas, pero no parece afectarle: alguien está haciéndose cargo de su permanencia en el extranjero, y no precisamente en unas condiciones humildes. Se intuye que su larga estancia en el Hotel Husa President Park, un cuatro estrellas de Bruselas, corre a cargo del propietario de la cadena, el célebre Joan Gaspart, expresidente del FC Barcelona.
La Justicia sospecha de transferencias económicas a Bruselas de dinero público y del uso del FLA para costear el procés. Mientras, las cuentas personales de Puigdemont avalan la duda.
Quien pagó los destrozos públicos de los manifestantes del proces?,los negocios que desvalijaron?.
Igualico que al hermano de Sánchez.
Tu paga impuestos para pagarle la vidorra a estos terroristas,y demás no los detienen,y encima invitan a inmigrantes para pagarles también hoteles,para que violen y maten etc.
Y los que necesitamos un psicólogo somos nosotros!.
Pues claro porque es para volverse loco.
Si nos declaramos locos nos dan paguitas o por el contrario nos encierran…