domingo, septiembre 8, 2024
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Yo discierno, tú disciernes

Uno de los grandes problemas de la sociedad es el discernimiento o la capacidad de realizarlo y encajarlo. Cuando alguien te impone tu punto de vista, te censura o te retira un artículo, o te prohíbe publicar sobre un tema espinoso lo que hace es hacerte creer que su moral es mejor que la tuya, lo cual está en correlación directa con el grado de ignorancia que se tenga, es decir (y hago especial hincapié en esto), la falta de conciencia del desconocimiento, el cual se incrementa conforme el nivel de sabiduría se incrementa, paradójicamente, pues es más la curiosidad, produce tal temor que, quien no sabe, sencillamente prefiere no investigar o ver qué hay más allá de sus narices. 

Lo peligroso es que lo que piensa no es una socorrida fruta de una borrachera, sino que es su realidad y que el mundo es y debería de ser tal como lo piensa. En ese justo momento en el que la creencia se convierte en dogma de fe, el sujeto puede incurrir en un craso error y, de hecho, cae en el mismo de manera constante, a pesar de que la realidad le demuestra su error en forma de rechazo por parte de los demás, alejamiento y desprecio, en no pocos casos. Cuando esto ocurre, nuestro protagonista, en vez de revisar la situación y las emociones que se mueven dentro de él como una tormenta huracanada, lo que hace es dejarse de llevar por la corriente de manera inconsciente y peligrosa, pues su autodestrucción psíquica se inicia siguiendo un proceso entrópico, que le conduce al caos.

El mero hecho de que alguien discierna ya es un signo de alarma, pues es como si alguien se nos acercara a nuestro hogar con una mecha para prenderla en fuego; la realidad se disfraza de una niebla densa, donde manos oscurecidas, las propias y las ajenas de quienes nos engañan, así como de los fantasmas que surgen en su fantasía. No se trata sólo de confusión, sino de seres extraños que entran a jugar en la escena y que le cuentan qué ha de hacer según cada situación. El sujeto fanatizado no es dueño de sí mismo. 

Las creencia básica entonces es el pensamiento único: comparto ideas con quienes las aceptan del mismo modo que yo hago, pues, el sujeto, habiendo perdido su capacidad de adaptación, se vuelve terco e incluso obsesivo con sus ideas, las cuales, si las traiciona, desarrolla un cuadro de obsesión compulsiva que le conduce a prevenir cualquier desavenencia, la cual  lo va a sacar de su centro (no olvidemos que su mente se mueve en una vorágine de caos donde el orden es lo que menos existe). 

El pensamiento plural, sin embargo, no existe, y todo aquel que no comparta los mismos paradigmas, los cuales se van imponiendo al ritmo de la neuroprogramación y del neolenguaje, que va variando el significado de las palabras al capricho y a las conveniencias del propio sujeto (y del grupo), se vuelve altamente volátil. Imaginemos que escribimos una palabra varias veces y que, según avanza el discurso, su noción cambia hasta ser irreconocible; si a ello le sumamos el caos emocional en el que vive, la sintaxis se vuelve absurda e incomprensible. Cada uno de nosotros tiene un idioma distinto, a pesar de que todos creemos hablar el mismo; el problema reside en que, conforme lo vamos modificando, el sujeto no sabe ni leer sus propias reglas, que es lo mismo que no saber cuáles son sus prioridades, lo que le conduce a actuar de manera caprichosa. Además, dado que la información es tan rápida que no da tiempo a procesarla y ésta se acumula para emitir juicios, muchas veces absurdos por razones de frustración o rabia, la estructura se rompe ante el exabrupto de la conclusión.

Este juego mental, altamente peligroso, provoca un estado de tensión similar a alguien que se despierta de repente entre los cañones de la batalla de Waterloo sin esperarlo y, lógicamente, la emoción que predominará será el miedo, el miedo que provoca defenderse de cualquier estímulo externo. La única forma de tener un cierto sentido de seguridad es tener la situación bajo control, perdón, a las personas en cuestión, regulando sus comportamientos, siempre y cuanto sean tolerados y considerados no beligerantes, en cuyo caso se les da las motivaciones a través de la manipulación para que certifiquen que su visión del mundo es real y no es fruto de su estado de locura. De este modo, a mayor grado de monitoreo exitoso del otro, me siento más seguro de mí mismo y, si alguien osa cuestionarme, automáticamente es un ser peligroso para la relación de paz y tranquilidad que tengo conmigo mismo, en la que me apreciaré como un ser inteligente (no sé si culto), coherente, valioso, exitoso y, sobre todo, muy bueno y generoso, si observamos todo lo contrario de lo que en ese momento el sujeto piensa de sí mismo y que demuestra no con hechos, sino con palabras o gestos muy bien aprendidos.

Una vez el cuadro clínico se cierra, toda idea fanática, normalmente impuesta por el sistema (ya que este sujeto es muy influenciable e inseguro, así como inestable), las ideas-emoción lo atrincheran y disfrazan y se convierten en su bandera y en su insignia. De desarrollar una estructura ósea ideológica, toda la dureza se va transmitiendo a la piel, como hacen los insectos, de modo que, con el paso del tiempo se vuelven inmunes al entorno (al tiempo que su proceso entrópico sigue avanzando peligrosamente de manera explosiva, como un pulsar), lo que les hace ser seres completamente insensibles a las emociones de las demás, pues la única que perciben en ellos es el vértigo de su incomprensible existencia y la fantasía animada de un éxito que sólo existe en su imaginación, completamente infantil, por cierto.

He aquí el resumen de la mente del fanático, del modelo común que no sabe disentir, sino que aplica su lenguaje, mejor dicho, lo impone, como un novato fascista que ha aprendido a serlo a base de palos (internos y externos). Es este tipo de sujeto el predilecto para imponernos la agendita 2030 con todos sus dislates inhumanos pues alguien con dos dedos de frente sentiría repulsa al primer segundo de exposición.

Y una pregunta final, antes de despedirnos: ¿Eres de los que se les escarapela el cuerpo al escuchar como te habla la mafia desde un despacho oficial en el televisor o de los que lo miran con la indiferencia de una piedra?

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1 COMENTARIO

  1. Últimamente dormimos mal,y tenemos diarrea con frecuencia…por qué les tenemos miedo?,simplemente por qué aumentan las temperaturas de forma artificial y por qué tomamos muestras propias medicinas,que son básicamente diuréticas.No te puedes fiar ya ni del agua potable.

    Teníamos una fuga de agua,el fontanero lo soluciono,cambiaron los contadores de agua y nos dijeron que habíamos consumido 600 euros de agua,por esa fuga.
    Al no estar ya los antiguos contadores de agua…no pudimos demostrar que no habíamos gastado tanto,ni siquiera tenemos piscina.

    Pues así todo el día:llamadas telefónicas con fraudes,cambios de dirección en contratos,obstáculos en los papeleos,falta de cobros de sueldo de hasta un año,etc.

    Aquí en Játiva lo hacen todo desde una empresa llamada Inelcom,con afinidad al PSOE,a los pueblos de la comarca nos tienen fritos,y además de robar,matan ancianos.

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