sábado, septiembre 7, 2024
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Santiago Matamoros, hoy

Por Alfonso de la Vega

Debemos irnos haciendo a la idea de que las cosas ya no son como eran y que en los últimos tiempos los cambios se vienen acelerando vertiginosamente. Los 25 de julio eran una celebración de carácter polisémico. Pero sobre todo tenían un componente de reivindicación de España y de su papel en defensa de la Cristiandad, invencible bastión europeo contra las agresiones de la morisma. Las turbas del Bloque o Pelouro aprovechaban también el eco mediático para hacer tumultuosa propaganda de su fementida e imaginaria patria gallega contra España.  Otrora, el 25 de julio era una fiesta nacional, la del apóstol patrón de España, nada menos, ahora se esconde o celebra medio de tapadillo para no herir los pudibundos sentimientos cuando les conviene no ya solo de obtusos nacionalistas de todo pelaje, sino también de los nuevos invasores agarenos, peligrosa y desarrapada quinta columna de trinca paguillas adictos a la sopa boba. Sí. La festividad de Santiago Apóstol tuvo gran importancia en su momento. Era festivo en toda España como el mismo 18 de julio, justo una semana antes. Ambas conmemoraciones presentan algunas similitudes aunque también muchas diferencias.

En los 25 de julio de ahora se confunden una amalgama de diferentes mitos, arquetipos y planteamientos históricos, pero empequeñecidos gracias a los heroicos galleguistas de todos los partidos, como una caricatura de lo que fueron.. Por desgracia, casi todo se encuentra tergiversado, descontextualizado como si Galicia hubiese sido siempre una isla sin apenas contacto con el resto de España o de la civilización occidental. Si bien, ya digo, ahora no hay locura posmoderna neomarxista de ingeniería social que las mesnadas de Feijóo o ahora de Rueda no adopten para sus fines particulares.

La invención del sepulcro de Santiago no es del todo original. El antiguo tema tradicional de la muerte aparente del Sol en Poniente, en el finisterrae geográfico, ya existía en la religión egipcia faraónica. Bien es verdad que la causa de la España cristiana necesitaba un buen motivo de carácter mítico o religioso para defenderse del Islam invasor y guerrero. Una de las misiones del mito es precisamente la de inspirar conductas. En el caso de la España y Europa amenazadas por el Islam era la defensa de las propias tradiciones frente al violento invasor. Un asunto no lejano sino otra vez de plena actualidad por las nuevas invasiones promovidas por el sionismo y la plutocracia internacional. Su corolario militar entonces fue el Santiago matamoros del famoso lema militar ¡Santiago y cierra España!

Frente a la del Santiago peregrino, la promoción de la iconología de Santiago Matamoros también en la artesanía compostelana del azabache procede de Felipe II cuando trataba de combatir los abusos y granjerías contra los peregrinos sufridas durante el camino de Santiago para lo que arbitró las disposiciones adecuadas.

El mítico Santiago, patrón de España y auxiliar de sus ejércitos en defensa del territorio contra el Islam tenía una pareja dual, San Millán. Porque la pareja cristiana Santiago y San Millán es el trasunto actualizado del mito pagano de Cástor y Pólux, los Dioscuros. Que también, montados en sendos caballos blancos, combatieron con resultado decisivo a los enemigos de sus fieles invocadores de socorro. Pero cabe rastrear este mito aún más lejos: la antigua India de los Vedas. Acaso el que posee más componente metafísico. Entre los dioses solares de la tradición védica se cuentan los Azvines, gemelos que abrían camino a la Aurora. Los Azvines védicos son piadosos, pero si a veces rompen las huestes enemigas y desbaratan a los rakshas o demonios, igual que Cástor y Pólux con los enemigos de sus fieles, o Santiago y San Millán a la morisma, es con intento de amparar a los que imploraron su favor en momentos de tribulación. La iconología ecuestre de Santiago también es semejante a la del avatar Kalki. 

Probablemente, como en tantos otros casos, el mito cristiano medieval de Santiago puede tratarse de una “porfidización” mitológica o de una simple adaptación de mitos anteriores, en este caso de la mitología griega o la tradición védica, a las necesidades del Cristianismo de la época. Lo que no se contradice con que sea un arquetipo colectivo al modo jungiano que adopta diversos nombres o figuras según las épocas: La aspiración humana a ser ayudado por enviados del Espíritu en graves momentos de peligro.

Entre nosotros, el recurso a la protección de Santiago era necesario por la amenaza del Islam. Una forma de aglutinar el ideal común de resistencia de los distintos reinos medievales cristianos frecuentemente enfrentados entre sí. Con las nuevas invasiones musulmanas hoy sigue siendo más acuciante que nunca. 

En el llamado acto de Ofrenda al Apóstol un prócer político va a la catedral y pide a Santiago ayuda para sus fines. Algunos no podrán por menos de resaltar cierto anacrónico componente teocrático de renovación de la legitimidad del Poder que cabe encontrar en ritos como el de la anual Ofrenda al Apóstol que se lleva a cabo en la catedral compostelana. Existen similitudes con otros ejemplos de pretéritas y arrumbadas civilizaciones históricas. Así las reminiscencias faraónicas egipcias del dios Amón. O las imperiales chinas de la dinastía Ching en el pequinés Templo del Cielo. 

Pero, llegamos al punto crucial, ¿tiene hoy algún valor recordar lo del mito de Santiago?

El mito no es enemigo de la ciencia como sostenía Ortega y lo hacen, en general, casi todos los progres modernos. Por el contrario, defiendo la concepción clásica tradicional del mito como vehículo de transmisión e iniciación de verdades espirituales de singular importancia para la conformación de la conducta humana.

En cierto modo el mito de Santiago, tanto en sus luces como en sus sombras antes comentadas, sigue siendo de actualidad. España se encuentra nuevamente amenazada. Incluso parecen abundar más los traidores don opas y mercenarios varios dedicados a favorecer la causa del enemigo que los que aún desean defender a la Nación y a la tradición española, cristiana, ilustrada y libre. El Cristianismo, la genuina Tradición, la Ilustración, son fuerzas declinantes en el Occidente avasallado por la construcción del NOM, como también está gravemente amenazado todo lo que tiene que ver con lo Sagrado, las Humanidades o la Cultura. O cuando las realidades históricas pretenden ser sustituidas por fanáticas y sectarias memorias sesgadas e impuestas por la violencia de leyes inicuas. Es por eso, que muchas personas sensibles en todo el mundo sienten una especie de orfandad ante el fracaso de las instituciones para protegerles. Y sienten la urgente necesidad de un auxilio espiritual exterior en su propia batalla personal semejante a la de Santiago en Clavijo.

La aspiración humana a ser ayudado por enviados del Espíritu en graves momentos de zozobra, peligro o aflicción forma parte de nuestras naturalezas psicológica y afectiva más profundas. El Espíritu debe seguir vivo si queremos sobrevivir. Tal es la mayor fuerza en el combate. El escenario de la batalla es nuestra conciencia que los mitos ayudan a esclarecer, así como a conmover la voluntad.

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2 COMENTARIOS

  1. Santiago apóstol fue eso mismo uno de los doce apóstoles.La acogida en España de sus huesos y el sepulcro es algo de lo que los españoles debemos estar orgullosos,o al menos contentos,pues como Patron de España gozamos de su protección.

    En cambio del otro Santiago,el aeropagita,se habla más bien poco,fue asesinado cruelmente,al parecer escribió sus epístolas de paja,y es que no ser ‘el mayor’,también conduce a veces al olvido.

  2. Según vuestra teoría,los Discursos como dualidad,estarían mejor representados con los Santos Justo y Pastor o con Abdon y Zenen.

    Matamoros,es un nombre de una población,mata de moros,seguramente una planta agreste.Es en Méjico donde se encuentra la ciudad que da lugar al apellido.

    Aunque si hay mitos de personajes españoles en aquel tiempo hispánicos que mataron moros por cuestión de supervivencia,como Purello a quien los moros raptaron a su hijo,e intentaron violar a su esposa…mato unos cuantos.
    O Fernando del Peral y sus hijos,que en Andalucia se defendió valientemente,matando otros tantos.

    Ya que los moros también mataban y tenían la fea costumbre de apilar cabezas decapitadas de los cristianos asesinados.Incluso con anterioridad llegaron a matar a Cónsules romanos.

    También habían moros buenos,justamente no los que mataron a los hijos del Almanzor pero alguno habría bueno.

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