¿Recordáis cuando la iglesia católica se dedicaba a ir contra los divorciados o a los que no habían seguido todos los dogmas y sacramentos? ¿O de cuando la homosexualidad estaba penada con cárcel, siguiendo la moral mal llamada cristiana, así como cualquier práctica sexual que no fuese a favor de las relaciones heterosexuales y con objetivos reproductivos de la especie, negando el derecho a emplear el sexo con fines puramente placenteros? Aún recuerdo cuando mi padre me dijo en mi adolescencia que si me masturbaba acabaría loco, lo cual, obviamente no llegué a creer. El tamiz ideológico de todo lo sexual es muy atractivo y las religiones cristianas han puesto el foco en una especie consideración de pecado de todo lo que no se acoge a su moral.
Es lo que ocurre con el tema LGTBI (disculpen si no nombro el resto del abecedario hasta la z y más allá). La obcecación por el sexo de esta corriente ideológica es similar a la cristiana, pero con distinto objetivo: promulgar la satisfacción del placer, se pase encima de quien se pase, incluso si es un menor de edad o si es uno de ellos el que lo busca, lo cual se considera además un legítimo derecho. Además, se trata de hacer que estas conductas sean habituales, consideradas normales y no criticables, siendo necesario enseñarlas en los colegios si es conveniente para convencer a los menores de edad de las bondades de estos tiempos tan supuestamente postmodernos. Es así como, del mismo modo que hacían los del llamado patriarcado, los que llaman cucufatos, se centran en la sexualidad de manera burda para hacerles llegar el trasfondo de su ideología: el satanismo en su esencia más pura e intensa, la cual se traduce en el daño a uno mismo hasta niveles tales que llegan a ser destruidos en su esencia psíquica, mental, física e incluso espiritual, desvinculándose de su verdadera identidad, la cual desconocen.
La incitación a la homosexualidad se ha hecho desde hace décadas, no siendo un fenómeno actual. El tema de la libertad sexual, frente a la cerrazón de la tradición católica, ha hecho un flaco favor a todo ello. Todo lo que pudiese crear un estado de confusión en la propia identidad sexual, la pornografía, los modelos sociales en los programas de televisión, la inducción a prácticas cada vez más sofisticadas (no como en la antigua Roma), han ido calando en muchas generaciones, creando conflictos internos de identidad de gran gravedad; para ello se ha hecho necesario eliminar el rol de los padres como demarcadores de terrenos y límites normales y ciertas prácticas han comenzando a considerarse normales. Se puede decir que ha habido una inducción hacia la homosexualidad y la bisexualidad de un modo descarado con el fin de acabar con la familia y los hijos, el objetivo de todo el plan sionista en cuanto a las relaciones humanas, al considerar este colectivo como uno de los que se les resistía, junto a la ideología de la religión cristiana. Así, las nuevas generaciones ya han visto los resultados de su programación subliminal.
El fin del proceso es el movimiento LGTBI y lo que no me da la gana de nombrar, que no sólo promueve estas tendencias y otras teorías anticientíficas, sino que ha llegado a crear un movimiento internacional del orgullo (los hombres también celebraremos nuestro día del orgullo y ya estoy pensando en cuál va a ser nuestra bandera) que incluso es tan importante como la de España o cualquier comunidad autónoma. La aberración llega a tal punto de creer en los que se consideran no binarios al tener una composición genética que no es ni masculina ni femenina, es decir, que se creen de otra especie, pasándose por el arco del triunfo toda la biología y el más mínimo sentido común, lo cual sólo cabría en una especie de cuadro de esquizofrenia psicótica. Gays y lesbianas que se creen de este colectivo (no todos) piensan que al saltarse la identidad de su sexo biológico han llegado a un grado de desarrollo que el resto de los mortales, que nos creemos hombres y mujeres, no hemos alcanzado por una mera cuestión de primitivismo. Es el proceso de los seres evolucionados, nos cuentan y, para ello, es necesario educar a las nuevas generaciones. Su descubrimiento ha de ser contado al mundo, como se predican los principios de fe en las plazas por parte de los evangélicos con biblia en mano.
La ONU tiene un programa para enseñar masturbarse a los niños de cinco años, para que se aprendan de memoria que su sexo biológico no tiene relación con lo que sientan, que pueden tener contactos con otros niños, incluso mediante prácticas de rozamientos y otros incentivos a las prácticas sexuales que le son completamente desconocidas y que no entienden al no tener convenientemente desarrollado su aspecto hormonal. Es como se expande la ideología en los colegios de España y se desea hacer a la fuerza en aquellos países que se resistan. Incluso desean convertirlos en los pilares de la educación familiar, retirando la patria potestad a aquellos padres que vean en ello una salvajada sin nombre. Pero para eso están los gobiernos y los ministros, según sean necesarios y se acojan a los objetivos globalistas, para imponerlo por ley y sancionando a todo intento de ponerles freno. En este sentido son más dictatoriales que los mismos cristianos pues, al menos, ellos podían no desear vigilar con tanto ahínco y dejar todos esos aspectos ideológicos como aspectos de la reflexión personal (el hecho de confesarse en las iglesias era lo usual en esos casos). Sin embargo, estos nuevos inquisidores desean tener un control absoluto y férreo, prohibiendo todo acto de libertad de expresión que les contravenga en su absurdo.
Se podría decir que todos estos movimientos con tanto orgullo tienen como objetivo nuestro control, jodiéndonos la existencia hasta el absurdo, porque sus ideologías, sin ton ni son, no se pueden entender ni si se emplea el más mínimo sentido común. No es que el puritanismo antiguo tuviera mucho sentido en no pocos aspectos, pero estos sujetos ya se pasan de la raya y su objetivo está claro: hacer que el estado controle todas las facetas posibles de nuestra vida privada, incluyendo la sexual. Continúan en su plan de lograr que la gente se censure a la hora de hablar aquello que puede romper lo desquiciado de sus ideologías sin sentido, ahora toca rizar el rizo. Llevamos años en los que la publicidad porno que tanto emplean sirve para que los menores de edad desarrollen sus fantasías sexuales, al igual que muchos adultos, separándonos unos de otros (que es lo que persiguen) y es conocido la terrible influencia que tiene internet en los menores de edad, los cuales son incitados a prácticas peligrosas e impropias para su edad. Esto, que no parece haber preocupado al gobierno de España hasta ahora, se ha convertido en una gran preocupación.
La razón de ello reside en que cuando se desarrolla un plan pernicioso no se tarda en verle el plumero o la gente empieza a revolverse y a hacerse preguntas porque empieza a no considerar lo que ocurre como algo precisamente normal. Y, en vez de corregir el error, el gobierno trata de ocultarlo contándonos que va obligar a presentar un certificado electrónico, asociado al DNI para hacerse 30 pajas al mes, para así asegurarse que los menores no accedan a ese contenido sexual. Además de parecer completamente hipócrita (tanto como cuando intentaron prohibir la prostitución en el congreso de diputados, algo que el PSOE no logró porque se le opusieron el resto de los grupos), es algo totalmente inútil, pues muchas de las páginas pornográficas no son españolas, sino extranjeras, es decir, que no se les aplica la normativa del gobierno español al estar en otros países. Pero, como se trata de limpiarse su sucia imagen de vicio sin freno (no sólo sexual, sino económico, judicial y de poder, así como de orgullo), han de dar esa imagen de puritanismo que tanto me recuerda a aquellos curas que decían que todo era pecado. Al final van a ser tan cucufatos como ellos, tan hipócritas (los casos de pederastia en la iglesia católica son un clamor) y sucios de conciencia como todos los absurdos géneros que se inventen los enfermos de las naciones unidas.
Finalmente, como no puede ser de otro, se cerrará el círculo y, os apuesto, que serán más cucufatos que los mismos cucufatos, por ir precisamente en contra de ellos. Es como decir que, por criticar a la ultraderecha, por considerarla un asco, ellos darán ganas de vomitar y se convertirán en auténticos fascistas, si ya no lo son. No vaya a ser que aquéllos que defienden la libertad, la democracia y, como dicen, los derechos, sean más papistas que el papa y que las filosofías feministas resulten ser más castrantes y peores que las machistas, tiempo al tiempo….
Por lo tanto, no noporn, sino porno, digamos las cosas por su nombre y déjennos ya de pajas mentales porque tienen más de 30 al mes en sus cerebros.
Porn en ingles es porno, cuando se dice nopor o noporn en realidad se esta diciendo no al porno.
Es PNL pura y dura. La hipocresía es muy grande porque el porno se fomenta en las series y peliculas, algunas ni siquiera son para 18, en las de 12 se ve bastante inducción al sexo que un menor no tendría ni porque ver.
Hay mucho mensaje subliminal en el cine y las series, algunos son muy descarados y otros más ocultos.
Y si hablamos del cine de cierta tematica gay es bastante explicito incluso en peliculas para 12 años y no digo que sea cine gay sino que te lo meten.