viernes, noviembre 22, 2024
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Hoy es mi día, me caso conmigo misma

Las modas de la postmodernidad son tan surrealistas que nuestros abuelos, si regresasen a la vida, pedirían cianuro para morirse otra vez y regresar a sus tumbas. Y es que con tanto feminismo, tanta inducción de odio hacia todo lo que no responda a las prioridades del fascismo que corre por las venas del sistema que nos desean imponer, hay que despreciar a todo lo que se oponga: el patriarcado, los heterosexuales, la familia, los hijos, la reproducción humana, a los hombres, a la solidaridad y convertir todo eso pura ponzoña, una masa de ultras y de fascistas, a la imagen de quien lo dice porque es de izquierdas y recibe unas cuantas paguitas de sus buenos amigos los neocomunistas. No dudan en envenenar la economía de las personas y hacer que la familia sea sencillamente una quimera, un sueño imposible, convertir al matrimonio en algo inviable condenado al fracaso, al divorcio y al sufrimiento de muchos hijos que ven como sus padres ni se miran a la cara, incluso después de años y años, y subvertir la mentalidad y la inocencia de nuestros hijos con mensajes del tipo “tú puedes ser del género que quieras porque tu sexo da igual y tus padres han de respetar tu opción”, todo aquello acompañado de caramelos sexuales en forma de masturbación, toqueteos experimentales en clase e incitaciones al sexo, para ser usado con un adulto al que, por cierto, no le podrás decir que es un pedófilo y lo vas a denunciar, no sea que se sienta dolido en sus sentimientos, el pobre ser de luz, mejor dicho de la luminosidad luciferina.

Estamos viviendo una época donde los caprichos se convierten en creencias absurdas, sacadas de un manicomio que, por cierto, el estado no solo ha creado, sino que defiende con uñas y dientes porque le conviene que la gente se vuelva literalmente loca, no sea que observe las malas acciones delictivas que está realizando y para ello es necesario distraer al ganado con chorradas. Lo de la asignación de género, mejor dicho auto asignación, puede ser al sexo contrario  (niña que desea ser niño, niño que desea ser niña), sino a un animal (niño que desea ser perro o gato o mariposa, porque así se siente, bastando con ello para cambiarse la orientación de un día para otro), de ese modo se confunde a la mente del niño, la cual desarrolla su fantasía más allá de lo real, tanto que tarde o temprano tendrá una disforia de género como un castillo en su pobre cabecita, y, de ese modo, será carne de cañón con las terapias hormonales y los cambios de sexo posteriores, todo un maravilloso negocio no sólo para las ONGs, sino para los centros médicos y las farmacéuticas, dado que sus tratamientos son de por vida. Luego si se suicidan da exactamente igual. Se han dado caso en Canadá donde hay menores que se comportan como gatos o adultos que se sienten niños de cinco años y actúan como tales, vamos que aquello del loco que se cree Napoleón en el manicomio ya se quedó como un chiste. Es el uso extremo de la llamada psicología inversa, con muy malas intenciones.

Otra reciente modalidad de locura es comprobar como la gente se casa consigo misma, como si fuesen hermafroditas e hiciesen el sexo consigo mismas, buscasen un buen semen de un desconocido y se quedaran embarazadas, haciendo realidad su deseo de ser madres, pero sin un padre que les joda la existencia porque ya se saben que la predisposición del macho es que las maltrate, o eso dicen las reglas del feminismo. Ya hay en youtube  muchas ceremonias por el estilo y se observan a las mujeres muy felices, incluso echan sus lagrimitas por la emoción que implica poder casarse con ellas y no tener que aguantar a nadie en la privacidad, hacer lo que les venga en gana y utilizar al macho para tener su semen, porque para lo demás sirven para un carajo. Eso si no se consideran del tercer sexo y, como se consideran superiores, tal como le pasaba a Simone de Beauvoir cuando escribía su genialísima obra, en cuyo caso, con mayor razón, para qué tener un hombre al lado. Conmigo solita me basto y me sobro y punto.

Estas bodas, con testigos y muchos invitados, son el colmo de la estupidez y lo preocupante es que cada vez son más frecuentes. Pero no son los casos más delirantes, sino aquellos en los que alguien se casa con un árbol, una casa o su perro, los cuales serán legales dentro de poco si el ritmo de locura sigue su curso, tal como apuntan las tendencias. Y es que dejarse de llevar por la moral es lo más sabio en estos tiempos, pues si alguien como yo osa decir estas cosas, se le tacha de anticuado, de facha, de ultra, de homófobo y de lo peor, pues me opongo a sus ideas de tipología fascista, egoístas, delirantes y carentes de principios, aunque sí demoníacos, que son los que abundan en sus creencias. ¿Si yo me caso consigo mismo, yo soy mi amor, mi tesoro, mi inspiración y, por qué no decirlo, no soy merecedor de poner una estatua de mí en el salón de mi casa, como si entrara en templo de Zeus en la Grecia antigua? Cuando alguien se mira demasiado el ombligo y se olvida de los demás no sólo es egoísta, sino que se convierte en una especie de psicópata que, tras muchos años de práctica, ni siente ni padece lo que ocurre fuera de sí, de sus delirios psicóticos, de modo que sólo se ama a sí mismo (en el caso de las mujeres que lo hacen a sí mismas), en cuyo caso sobran en su vida el resto de las personas porque no hay espacio ni para el amor, ni para compartir, ni para el sacrificio, salvo que sea para ellas y sólo ellas.

Es la cumbre de la cultura del egoísmo, ése que nos han estado instaurando desde hace siglos, gota a gota, sin que nos demos cuenta, y ahora ya es de tal envergadura que sobran el resto de los mortales que están a mi alrededor, a menos que los utilice como un martillo o un clavo porque los necesito para cubrir mis necesidades y, cuando ya tuve mi premio, si te vi no me acuerdo; mientras tanto sirven todas las hipócritas sonrisas y frases del tipo “amiga, yo sí te creo” y otras por el estilo, en el marco de una mentalidad tan superficial e infantil como inimaginable. Cuesta trabajo saber cuál sería el grado de ésta en quien se case con su perro, por ejemplo, todo un alarde del desarrollo del yo neurótico a tales niveles que todo signo de cordura ya ha desaparecido por completo y, como mínimo, lo que queda son signos de hipócrita educación.

Las relaciones humanas, lejos de recomponerse, se están rompiendo a un ritmo muy preocupante, no ya porque está desapareciendo los signos de empatía o de colaboración entre las personas, sino porque ya no es necesario amar a nadie para ser feliz y, según te dicen las malas lenguas de las víboras, es mejor la soledad que cualquier solución: el sexo sin contacto, olvídate de los besos, de las caricias, de amar a alguien y tener esa conexión mágica que va más allá del tiempo y del espacio, perder toda conexión con lo eterno y desarrollar con lo inmediato, con lo que te da el placer ipso facto, con poco esfuerzo porque, según ya dicen muchos, compartir (no digamos ya el cariño) es sufrir e implica aprender y descubrir que el otro o la otra es diferente a ti. ¡Qué horror, por Dios! Cómo diría un noble que tiene que oler el ropaje de un pobre, algo completamente indigno de su rancio abolengo (facha, ultra y otras cositas es lo que dicen los que sienten de ese modo).

Así que, si sientes desdicha, dentro de poco el estado te dejará casarte con tu mascota o simplemente contigo porque así sabrás qué es la alegría. Como se dijo en la Open Society, “no tendrás nada, pero serás feliz”. Lo malo de todo ello es que, llegado el momento, adorarás al mismo Lucifer.

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4 COMENTARIOS

  1. Los Illuminati las están transmutando en tontibestiasmalas (narcisistas perversas materialistas y woke fanáticas) sin que la mayoría de ellas se dé cuenta. Pronto no necesitarán inyectarnos químicos para exterminarnos porque el feminazismo es más eficaz sin que nos enteremos de la jugada

  2. ¿Qué enfermos mentales ni qué leches?

    Picaresca, joder, que dan 15 días de vacaciones por casarse, ¿no?

    Que estamos en el país de Monipodio y del Lazarillo, de la pícara Justina y de Guzmán de Alfarache .

  3. El satanismo y el luciferismo se han expandido como la pólvora.
    Estamos de acuerdo en que los niños se llevan la peor parte,por qué vivir en un mundo lleno de mentiras…o educarles con dibujos animados surrealistas de animales que hablan,no es leer a Rudilard Kipling,sino confundirlos por medio de proyectos de control mental.

    Vemos con mucha pena,como las mujeres cristianas,están siendo expuestas al populacho,por qué el diablo exhibe a la mujer.Aunque lo más triste es que sean estas mismas quienes se dejen exponer.

    Chicas muy tatuadas,con tintas llenas de productos químicos y bacterias,o muy maquilladas con productos químicos,que desvirtúan su belleza natural,y lo más delirante ‘semidesnudas’,incluso enseñando los glúteos,poniendo en riesgo su salud,pues fácilmente al sentarse pueden coger hongos.

    En tiempos de Franco a la mujer no se le hacía estudiar tanto,de este modo su energía era destinada hacia la maternidad,ahora se quedan flacas…y muchas no tendrán hijos.

    Tienen ellas la culpa?,no…la tenemos los hombres,por falta de hombría?,puede por qué habernos dejado vencer por el socialcomunismo…

    Y bien la mujer de hoy busca un hombre protector,que le de seguridad…de ahí a que los prefieran corpulentos,la seguridad económica ya es más difícil,se muestran por ello vulnerables?…la pobrecita que tiene que ser rescatada por un macho recio y violento?,y luego se quejan de violencia doméstica.

    El mensaje es que quizás creen que el demonio tiene un rostro así,o una nariz asa…se creen lo de los perfiles y por eso se pierden también muchas oportunidades de ser…felices.

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