Donald Trump, el siguiente en la lista

Cuando en 1837 se declaró la prórroga de 75 años para que los Rothschild no pudieran imponer su tercer banco (el segundo fue impuesto a la fuerza tras la no muy conocida guerra entre Inglaterra y EEUU en 1812, como castigo por rechazarlo), se abrió un periodo convulso en este país, pues se escapó del control de las élites económicas. De hecho, tres presidentes fueron abatidos: James A. Garfield en 1881, William MicKincley en 1901, Theodore Roosevelt en 1912, aunque fracasó el intento y Abraham Lincoln en 1865. Nada mal para quitarse del medio a todos los mandatarios que se oponían a la reserva federal, la cual fue creada por el presidente republicano Woodwoorth en un documento firmado el 23 de diciembre de 1913, tras haber sido chantajeado con un incidente sexual, al estilo de Clinton, y recibió 40.000 dólares para sacarlo del escándalo, a cambio de crearla a la fuerza. ¿Se puede hablar que detrás de todos estos hechos se encuentra una mafia financiera y globalista, así como de inspiración masónica, que elige y retira a los mandatarios, cuando no les sirve, con un disparo desde lejos? Está claro que las piezas casan una con otra y que los medios, como siempre tan timoratos, no se atreven a decirlo claramente. Ésta es la historia oculta de aquéllos que, de manera desobediente, sacan los pies del plato y se atreven a contradecir a la CFR, encargada de elegirlos para sus cargos por su idoneidades, como si recibieran un encargo dentro de un sobre, y de eliminarlos cuando son un problema, porque entrar en el poder es tener acceso a una secta llena de secretos, cuando te metes en la masonería y tienes el grado 33, en cuyo caso no puedes decir lo que hay dentro. Basta la más mínimo sospecha de que eres un traidor a su causa y boom, uno que se elimina para meter el próximo esbirro.

Esto no te lo van a contar los medios, tampoco otros casos como el zar Nicolás II, asesinado porque no aceptó el control de los Rothschild en su país, el cual lo consiguió gracias a la imposición del comunismo, para lo cual la Reserva financió y encendió la mecha para la primera guerra mundial en 1914, a escasos meses de ser aprobada (parece que tenían prisa para desarrollar los planes del masón Albert Pike, en su carta a Manzini, de 1871 y que todo iba con demasiado retraso), tras un intento de golpe de estado en 1905 que fracasó. Matar a los zares y su familia. fue un acto de venganza del sionismo internacional, que dio lugar al negro periodo de la izquierda impuesto por la francmasonería, la misma que impuso en España la segunda república y movió los hilos para la segunda guerra mundial.  ¿Quién se cree el cuento de que estos crímenes fueron causados por locos? Porque no han sido los últimos intentos y éxitos de magnicidios.

John Fidgerald Kennedy fue asesinado de un disparo en Texas, cuando iba en el coche por un tirador desde un ático que nadie vio. Justamente, una semana antes, en un discurso dijo que EEUU tenía que librarse de las sectas secretas por el peligro que suponían para la nación. Parece que estas palabras no les gustaron mucho y, finalmente, lo mataron. Fue el crimen más sonoro de la historia contemporánea, y sabemos que no fue el único. La izquierda cuando no se sale con la suya hace lo mismo. En 1936 asesinaron a Calvo Sotelo, líder de partido monárquico de la segunda república, tras detenerlo en su casa de Madrid de madrugada y, cuando fue metido en un coche por orden de la policía (momento en el que gobernaba el Frente Popular, el mismo nombre del nuevo partido francés), se le disparó por la espalda y fue tirado a las puertas de un cementerio. Una semana después estalló la guerra civil española. ¿Fue el PSOE el causante de la guerra civil? 

Incluso Reagan recibió su aviso en 1981. Parece que, si no sigues las reglas y no les sirves, porque eres su empleado, ya sabes lo que tienes que hacer. Será por eso que Pedro Sánchez, Macron, Mélenchon o Trudeau, o el mismo Biden, son todos tan obedientes y no se salen de la línea, porque saben a qué y a quiénes se enfrentan.

El intento de asesinato de Trump es otro ejemplo. Uno de sus objetivos es acabar con la guerra de Ucrania, del mismo modo que Kennedy se oponía a la guerra de Vietnam y al envío de soldados al país asiático. La guerra siempre ha sido un pastel muy apetitoso para las élites y las empresas que manejan por los pingües beneficios que reciben, porque destrozan la sociedad, porque se aseguran que han de reconstruir y eso es inversión, porque asegura un cambio en quién lidera el país, poniendo sus títeres como en todas las grandes guerras (las dos mundiales, por ejemplo) y al inspirar el miedo en la sociedad. Los sionistas, como pueblo elegido por su dios, se creen con la potestad de odiar a los que no son suyos y piensan siempre cómo acabar con ellos, es decir, con nosotros.

Está claro que acabar con la guerra con Rusia sería un desastre no sólo económico, sino ideológico, pues se caería parte de esa agendita asesina 2030 que tanto les gusta porque la que apuestan desde una fe demoniaca. Trump simboliza todo lo contrario y va por libre, algo que los aterroriza dado que podrían perder el control de la nación más poderosa del planeta, más que suficiente para justificar las trampas que se dieron en 2020 para contar los votos y hacer que ganara el amado presidente por parte de las élites globalistas Biden, sin importar su incapacidad para gobernar, porque ya lo hacen ellos por detrás, moviéndolo como un títere. Trump, por el contrario, con las ideas mucho más claras, es un hombre que no se deja de dominar y es altamente peligroso. De hecho, en Europa y en círculos de la OTAN, así como del Foro de Davos, supone un auténtico dolor de cabeza que exista aún como figura política. Le han abierto juicios penales en EEUU, lo han intentado meter en la cárcel y el Tribunal Supremo ha declarado su inmunidad. Ahora lo que les queda es el tiro en la nuca, pues está claro que, ante el hartazgo de las políticas sionistas, el pueblo norteamericano lo va a elegir. Y, lo más estúpido que han conseguido es que con esa foto en la que se mantiene en pie, la historia lo ha inmortalizado como un mártir más y un signo de resistencia de la nación que no quiere perder su identidad.

No es que sea forofo de Trump, como alguno puede pensar, pues los hilos del poder y la política son oscuros y sucios, pero negar que todos estos hechos tienen un hilo en común y que es la pistola y la foto de la familia encima de la mesa del despacho, avisándote de que si no cumples te eliminan a tus seres queridos no sé si es de mala fe (porque ellos, los obedientes, lo saben muy bien) o de puro infantilismo para tenernos a todos como gilipollas, del mismo modo que mataron al primer ministro eslovaco por negarse a ciertas reglas del tratado de pandemias de la OMS y eso ocurrió hace unos meses.

Dejen ya de tomarnos el pelo entonces y digan claramente que Trump es un estorbo para sus planes y que va suponer una ruptura en la historia, la misma que desde la plandemia criminal ha sumido al mundo en la oscuridad de la fantasmal política de inspiración del mal, de sus líderes ocultos en los encuentros del Club Bilderberg, el último en Madrid, y de las idas y venidas en las visitas a los palacios de turno, incluido el de la Moncloa, of course…

Siendo consciente del contenido de este artículo, ruego que lo lean si tienen la oportunidad, como la bella flor de la verdad que resplandece y cuyo aroma queda en la habitación, aunque les joda.