martes, julio 2, 2024
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¡¡¡Agua va!!!

Existe una adoración hacia lo escatológico, ilegal y nauseabundo, hasta el extremo de defender estos extremos y justificarlos para hacernos creer que lo contrario es ilegal y está fuera del sentido de la realidad. Es una tendencia tanto en lo micro como en lo macro dimensional. En lo primero, cada persona escoge lo más vomitivo para uno mismo, la adicción al sexo, el falseamiento de la propia identidad de género, de toda realidad, probar todo tipo de experiencias aunque distorsionen la personalidad y necesidades de cada uno de nosotros, enfermarnos con comida basura que nos produce la necesidad de devorar más dosis de veneno, llenarnos la mente de pensamientos negativos y turbios, así como confusos que nos llevan al colapso de la desesperación de nuestro propio laberinto y aceptar toda la basura, toda la mentira que ennegrece nuestra alma a la hora de degustar emociones como la tristeza y la rabia, las cuales nos sirven de gozo y disfrute. En la dimensión macro están los gobernantes, que apoyan a todos los delincuentes y corruptos, para los cuales elaboran todas las leyes, muchas de las cuales derogan a nuestras espaldas y con el engaño, amnistiando a personas que están siendo juzgadas por robar al pueblo, o cometiendo delitos mucho peores o eliminando el cumplimiento de las sentencias al ser consideradas abusivas ante leyes que les incomodan sobre manera, pues no les permiten tratarnos como desperdicios, siendo ellos víctimas de su propia venganza; es por eso indispensable que entre ellos se traten con manos de seda, pero con el resto emplean el látigo.

Unos y otros se dedican a vomitar sus excrementos por la boca, del mismo modo que en el Madrid de la época del imperio los ciudadanos gritaban eso de “agua va” para avisar de que iban a tirar sus heces y otros regalitos por la ventana, con la diferencia de que estos sujetos lo hacen sin avisar, siendo muy difícil adivinar sus verdaderas intenciones. El arte de hibristosofía exige de mucho disimulo, ya que sin el arte del engaño nunca podría darse; consiste esta ciencia en convertir lo más fétido y apestoso en lo más delicioso y perfumado, hasta el punto de que su olor hipnotice sin que el destinatario se dé cuenta de que está siendo perfumado, intoxicándole las emociones si es necesario de odio, resentimiento, desprecio, envidia, miedo, inseguridad, aburrimiento, frustración, intolerancia, ambición y cerrazón mental hacia aquello que huela realmente a pétalos de rosas; es por ello que, en vez de querer vivir en un bello jardín, prefieren vivir ante una montaña apestosa de basura llena de bienes materiales, muchos de ellos inservibles y afilados como puñales. El aprendizaje de esta ciencia es entonces inconsciente, sin necesidad de estudiar sesudamente una carrera universitaria ni hacer un máster, siendo automático, lo cual hace que esta ciencia entre por los ojos y los demás sentidos corporales sin hacer el mínimo esfuerzo: es más, muchas veces se hace incluso disfrutando ante la pantalla del televisor.

Una vez logrado el doctorado honoris causa, título que otorgan personajes muy importantes, algunas personas se encargan de crear el ambiente perfecto para este tipo de personas; uno en el que lo común sea el sufrimiento, la desesperación, las prisas en las que detenerse a ver los detalles de los hechos y personas es imposible y se trata de intoxicar tanto el ambiente que los hechos justificantes actitudes crispadas y tiránicas, porque todo se reduce a una cuestión: “O sobrevives tú o sobrevivo yo, pero los dos no podemos.” Esta fórmula se extiende a toda la sociedad:” o salgo adelante yo o salen estos piojosos”, piensan estos doctos ilustrados de manera tan egoísta y despreciable que para ellos los demás no tienen ningún valor; es más, “han de desaparecer para que yo esté donde estoy”. Quizás ello se deba a que exige una relación directa entre el grado de putrefacción y mal olor, ante el abandono de su moral, la cual se convirtió en excremento, y su deseo de expulsarla sin disimulo, obligando a los demás a disfrutar de su perfume, aunque no quieran. Por ello, sin el más mínimo respeto, aprovechando la regulación de situaciones de crisis, se deja sin efecto el artículo que la justicia podría utilizar para denunciar la sucia amnistía ante el Tribunal europeo de justicia o se prohíbe al senado que presente veto al techo de gasto en los presupuestos, a los periodistas a expresar sus opiniones, denunciando el pestazo de tan nauseabundo personaje, de tan pedófilas ideologías y execrables deseos de seres venidos de otros continentes que cometen en nuestro país todo tipo de delitos (violaciones, homicidios, robos, apropiación indebida de pisos, peleas callejeras y actos de hostilidad hacia las autoridades del estado), los cuales son ocultados en su nacionalidad, al ser los mejores ejemplos del ejército de delincuentes que son indispensables para ser los frutos de hibristosofía, dulces y vulnerables como angelitos, puro cianuro concentrado.

Y cuando alguno de estos personajes, como Biden, salen ridiculizados hasta el hartazgo, se ve a las claras que presentan demencia senil grave (¿Cómo se puede dejar la primera potencia mundial en manos de una persona con semejante grado de locura y absurdo?), salen los medios, en un ejercicio de hibristosofía de doctorado de Harvard, para describirlo como un ser débil al que hay que proteger y defender del espantoso, perverso y diabólico Trump, al cual dejan vivo por pura lástima, el único resquicio de humanidad que les queda, de momento, porque tiempo al tiempo, la crítica se interpreta como lo más nauseabundo, como una sustancia pegajosa, de la que limpiarse es tan complicado que su olor te persigue adónde vayas, como la marca de la lepra; es así como explican estas celebridades, que la peste negra se expandió por Europa en la edad media.

Agua va, corrupción va, engaño va, traición va, odio va, venganza va, vacunas van, muerte va y el resto de las maldiciones para cualquier humano que no entienda o se rebele contra esta suerte de gentuza. Miren, por donde, nos tendrán de frente por mucho de lo que no me atrevo a decir nos echen, porque a estos seres de excremento sólo les quedará permanecer en el suelo hasta que los recojan los que limpian nuestras calles. Váyanse entonces a tomar viento fresco.

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1 COMENTARIO

  1. Esta basura satánica nos está sometiendo y muchos se lo están consintiendo, está sociedad ya ha perdido la humanidad y quedan pocas personas con quien hablar, algunos se dedican a adorar al tirano que no es más que un guarro, un marrano, un engreído un siervo del diablo.

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