Éste es uno de los platos típicos de la comunidad. Sus chorizos, sus garbanzos y otros ingredientes hacen uno de los más significativos de la gastronomía española. Igual pasa en la política. Desde hace años quien gobierna esta comunidad es Isabel Díaz Ayuso, del Partido Popular, de quien hasta el momento no he osado decir nada primero porque es presidente de una comunidad autónoma con escaso peso en su autonomía de decisión (se sabe quiénes mandan sobre el gobierno de España, la UE y las élites de los Rothschild), pero lo que llama mucho la atención es la complicidad y silencio de estos personajes que deberían proteger el bien común, en este caso de todos los madrileños.
La ruta de la agenda 2030 siempre ha sido guía y conciencia de la gestión del PP, a pesar de hacerse tanto hincapié en criticar al que está en el gobierno nacional, es decir, se ve la paja ajena, pero no se ve en ojo de quien critica. Lo ocurrido en Madrid no es mención de orgullo por una excelente gestión, tal como se desprende de las declaraciones de Ayuso. De hecho, desde el año 2020 se acumulan las pruebas.
Ayuso, como buena gestora, está cocinando un delicioso ayuno para sus ciudadanos, pensando que los va a alimentar, cuando es todo lo contrario. ¿Es por ignorancia o los ingredientes se van sumando uno tras otro de manera ordenada?
Sin ir más lejos, en esta comunidad es donde más personas de la tercera edad fallecieron de toda España: 9.468 personas, de las que 8.291 murieron en las residencias sin ser tratadas en hospitales. Las víctimas, vacunadas de la gripe el año anterior y afectadas por la ondas de las antenas 5G frente a las residencias, de acuerdo con estudios hechos para la Universidad Carlos III y de especialistas como Bartolomeu Palleras, donde demostraba la correlación entre estos dos aspectos (lo que demuestra que el covid no era un virus, sino un déficit del sistema inmunológico), eran tratadas con rendescivir, un veneno autorizado por la OMS, el aire artificial y la morfina para eliminar el dolor de quienes no podían salir de las residencias o los hospitales porque eran considerados radiactivos y altamente contagiosos. De este modo, muchos de ellos murieron aporreando las puertas y sin que sus familiares los pudiesen visitar, dando igual que hubiesen sido tratados en hospitales o no. En cualquier caso, eran envueltos o les entregaban a sus familiares las cenizas, sin que pudiesen haberse despedido adecuadamente. Es meritorio recordar que quien se encargó de esta área fue Pablo Iglesia, secretario general de Podemos y vicepresidente del gobierno en aquellos años. No cabe duda de que nos encontramos con un genocidio en toda regla y eso que no hablamos de sus mal llamadas vacunas que siguen matando a diestro y siniestro en total silencio e ignorancia de sus causas, en no pocos casos, mientras los medios comprados con fondos públicos (algunos del PP) difunden la conveniencia de las dosis de refuerzo. ¿Conocía Ayuso esto? ¿Por qué no habla de este tema?
Aledaños a estos datos, nos encontramos con las fraudulentas PCR para detectar personas sospechosas de portar el bicho y que, según el número de personas que diesen positivas, las Comunidades Autónomas recibían más fondos como premio por prevenir la expansión de tan peligrosísima enfermedad como el Covid. En otras palabras, las estadísticas se llevaron al más absoluto absurdo porque el hecho de ser una persona asintomática no tiene relación con una persona enferma, según han estudiado los médicos, lo cual, desde entonces, dejó de ser cierto. ¿Quiénes constituyeron el Consejo de Expertos de la Comunidad de Madrid para decretar éstas y otras medidas? ¿Si en mayo de 2020 se descubrió que el gobierno español no lo tuvo nunca, que nunca existió un informe científico que demostrara el beneficio y la necesidad de utilizar bozales de perro por parte del Ministerio de Sanidad, cuáles fueron las bases para que desde Madrid se decidiesen estas medidas, Señora Ayuso? Porque esto forma parte del genocidio hay que dejarlo muy claro.
La aprobación de la ley trans, por parte de la Comunidad de Madrid es otro ejemplo. Muy similar a la que hizo Irene Montero, hubo que esperar muchos años para que se modificase y viesen algunos aspectos muy polémicos. La gran pregunta es hasta qué punto lo que ocurre en este sentido es contrario a lo que dicta la ley del gobierno, claramente en apoyo del movimiento LGTBIQ+, pese a que la reforma, aprobada el año pasado, fue muy criticada por la izquierda, tal como era de esperar bajo el argumento de que se eliminaban derechos. ¿Cómo se va a compensar el terrible daño que se hizo a la infancia y que se sigue infringiendo en los infantes madrileños? ¿Existen estudios independientes a los que las autoridades pudiesen responder de forma crítica, a pesar de que Psicólogos por la verdad les ha enviado a los parlamentarios de Madrid un informe muy detallado? ¿O es que no hay cojones de enfrentarse a lo que son las coordenadas de la política, en este caso autonómica? Hay que ver resultados, ver para creer.
Por otra parte, ya desde enero se prohíben que los coches considerados contaminantes entren en el territorio municipal de la capital de España, siendo antes el límite la M-30. ¿Una forma de reducir la contaminación, de dificultar los desplazamientos en vehículos de gasolina, un intento de imponernos los coches eléctricos que sólo podrán circular unos cuantos kilómetros, los cuales serán tan caros que casi nadie podrá comprarlos? Se sabe de los sueños de la UE por reducir la huella de carbono y se conoce que la culpa recae en nuestras máquinas de cuatro ruedas. Paso a paso van imponiendo su agenda haciéndonos creer, como siempre, que es por nuestro bien. ¿Qué será lo próximo?
Lo que más llama la atención es la deriva de control por parte de la administración hacia el ciudadano, una auténtica obsesión que emplea cualquier excusa. Las autonomías reciben fondos de Europa para lo que llaman modernización y digitalización de la sociedad para que la gestión sea lo más barata y exitosa posible. Fíjense el modo en el que actúan para manipularnos que parece sacado de un cuento para niños: como siempre, todo es por nuestro bien. Dado que desean controlar las rutas de todos los madrileños para organizar el transporte público, porque creen que a raíz de la pandemia (mejor dicho falsemia) la estructura de los flujos poblacionales ha variado, al Consorcio Regional de Transporte se le ha ocurrido contratar a la empresa Big Data para controlar los casi 9 millones de teléfonos móviles de la Comunidad de Madrid, lo que oyen: es decir que tú, madrileño, ya no vas a tener una ubicación personal, sino que en todo momento se sabrá dónde estás. La excusa, que no puede ser más inocente ni perversa, persigue saber cómo se mueven los ciudadanos de esta comunidad para estudiar las rutas del metro, de los autobuses y de cercanías. ¿Te lo crees? Es un arma perfecta en el caso de que decreten una cuarentena u obliguen a los ciudadanos a encerrarse en casa como hace cuatro años, una metodología de control que se complementa con las cámaras biométricas que te detectan el rostro y todos tus datos, o establezcan ciudades de 15 minutos de las que no podrás salir, si no tienes una excusa, tal como hicieron en el 2020. Y, relacionando estos dos hechos llegamos a una curiosa conclusión: es más fácil establecer la división de Madrid por barrios si se sabe el modo en el que se desplazan los madrileños, por lo que sospecho que detrás de tanto amor se encuentra una intención no tan buena. Nos dice Infobae que van a hacer esto durante 8 meses porque les sale más económico. ¿Ocho meses o ya los ciudadanos de esta comunidad han perdido su privacidad por completo?
Es así como Ayuso va imponiendo poco a poco la agenda 2030, a pesar de criticar día sí y día también al presidente del gobierno de manera muy certera por su psicopatía y carácter puramente dictatorial, sin alejarse del guion. Le preguntaría quién se lo marca, qué asesor, qué proyecto tienen a medio y largo plazo y qué estrategias va a emplear para que los madrileños no sospechen de nada y caigan en la trampa.
Son interrogantes muy relacionados con otras cuestiones como las medidas privatizadoras. ¿O es que, al final, el PP no se diferencia casi nada del PSOE y da igual quien gobierne en la capital de España? Y una última pregunta y ésta personal: ¿Isabel, sabes qué es y en qué consiste la agenda 2030? Si tu respuesta es incorrecta o inexistente que Dios coja a los madrileños confesados.
Un texto demasiado suave para el calibre de esta harpía pro sionista con cara de buena
Cuánta falta hace publicar artículos como éste, como testimonio verdadero de una de las peores épocas por las que nos han obligado a atravesar. Y que ahora intentan suavizar, incluso borrar responsabilidades.
NI OLVIDO, NI PERDÓN. Yo no lo olvido, es imposible, aún leyendo se me remueven hasta las lágrimas con la verdad.
Gracias, por este artículo. Es necesario que exista.
Nada más que añadir ni quitar.
Una anglosionista, abortista, trepa y bastante impresentable.
Podrán decir lo que quieran desde el Régimen, para mí es culpable.
En cuanto a los «madrileños» que cita el artículo, déjeme decirle que les da igual que les da lo mismo. La proporción de zombis por estos lares es espectacular.