Lo que todos vivimos en 2020 en el mundo globalista, más que una farsemia, resultó ser un test de inteligencia, además de un testeo con el que el sistema comprobaría hasta qué punto de sumisión seríamos capaces de llegar por miedo. Tras la prueba, los gandules del sistema quedaron más que satisfechos puesto que gran parte de la masa, lejos de protestar, pedían medidas incluso más dictatoriales por «el bien común».
Nos llegamos a encontrar con los «policías de balcón» e incluso con la borregada aplaudiendo a las ocho de la tarde a sus carceleros desde el balcón. Los ideólogos de la prueba no podían estar más satisfechos puesto que, con el envenenamiento posterior, el rebaño acudía en masa a poner el brazo de forma voluntaria, a pesar de incumplirse absolutamente todas las normas que el propio sistema se había marcado.
Lejos de haber protestas por la enorme cantidad de muertes que se están viendo tras el banderillazo, muchos de los engañados han llegado a ser incluso firmes defensores del veneno «en nombre de la ciencia» y del «bien común». A estas alturas, incluso siguen sin enterarse.
Ahora, tras unas elecciones fraudulentas en las que ha habido un pucherazo más que evidente, muchos de esos engañados protestan por asuntos como el de la amnistía, los pactos con Bildu y similares, mientras llevan en su propio cuerpo una bomba de relojería, que esos contra los que protestan, le han administrado sin resistencia alguna.
Pero sorprendiendo todo eso, sorprende mucho más el hecho de que esos que protestan piensen que Sánchez miente en todo, excepto en todo lo relacionado con la farsemia, ¡ahí es nada! Por eso son incapaces de protestar contra eso, porque todavía no lo ven y si lo vieran, les provocaría tal disonancia cognitiva que no podrían llegar a hacerlo nunca.
Pero lejos de enterarse, y demostrando tener un despiste bastante preocupante, llegan incluso a echarse las manos a la cabeza cuando comprueban que Sánchez pasa cada día más de todo y sigue avanzando con su agenda de una forma cada vez más descarad e indisimulada.
No se dan cuenta de que todo esto es por su culpa, no por la de Sánchez. Ellos ya han demostrado hasta que extremo son capaces de someterse por miedo a un bicho inexistente, dejando claro que ni siquiera van a tomarse la molestia de comprobar las distintas informaciones que se les ofrezca y van a seguir a rajatabla todo lo que se les marque desde el sistema.
Siendo Sánchez un tipo despreciable, la cosa no habría ido a mucho más si ellos no se hubieran sometido de la forma en la que lo han hecho. Ahora, el sistema vuelve a intentar miedo hablando de nuevos contagios y algunos de los que continúan con sus protestas contra Sánchez acuden con el bozal puesto. Sánchez se tiene que estar partiendo el eje.