Cuando comenzó la campaña de envenenamiento masivo en España y empezamos a ver la gente que iba muriendo, sobre todo entre los ancianos y en las residencias, nos echamos las manos a la cabeza. A pesar de que se había dicho, hasta la saciedad, que se trataba de un experimento, que era voluntario, que se necesitaba de un consentimiento informado y cientos de cosas más, los más despistados acudían a los centros de intoxicación y ponían el brazo, como si no hubiera un mañana.
Lejos de acabar con los famosos contagios, aparecían «nuevas variantes» a diario, con nombres cada vez más ridículos y desde los medios de manipulación se utilizaban excusas cada vez más absurdas, demostrando que estábamos ante un auténtico test de inteligencia. La gente seguía cayendo y se nos decía que si era cosa de los no engañados, que los brebajes perdían efectividad por causas cada vez más ridículas y no solo no se dejó de envenenar, se dijo que también había que hacerlo con niños o jóvenes, por si acababan «matando a sus abuelos».
Cuando todo esto empezó a suceder sospechábamos que la cosa iría a más, como así está siendo, y que cuando empezáramos a ver muertes por todas partes, de ancianos, jóvenes y niños, la sociedad saltaría a pedir explicaciones y que serían precisamente los engañados los primeros en rebelarse y pedir explicaciones. Nos equivocamos. Nada de nada. De hecho, en las manifestaciones de Ferraz ni siquiera se menciona, siendo este el asunto más grave, con diferencia, cometido por el gobierno central, los autonómicos, los locales y por parte de la UE.
Las consecuencias las estamos viendo a diario llegando a extremos en los que las consecuencias que provocan los decesos son tan claras y evidentes, que no podemos entender como puede haber tanta gente que todavía no las vea, a no ser que no las quieran ver.
Por eso ya nos preguntamos: ¿cuál será el límite? ¿Habrá algún límite en esta locura colectiva? Y es que, lejos de rectificar, ayer mismo nos encontrábamos con un vergonzoso vídeo de Carlos Herrera en el que recomendaba el brebaje ¡incluso para loa bebés de cinco meses! ¿Se puede ser más miserable?
Todos los días vemos cómo fallece gente famosa de forma repentina y no podemos llegar ni a imaginarnos de lo que puede estar sucediendo entre los que no son conocidos, entre esas personas anónimas que no salen ni en los periódicos, ni en las televisiones.
Bajo nuestro punto de vista la cosa está clara entre los engañados: cuanto antes sean conscientes del problema, de todo lo que está sucediendo, más probabilidades tendrán de no pasar por lo mismo y de buscar un remedio, incluso pidiendo ayuda a los que no hemos caído puesto que muchos se han dedicado, también, a buscar soluciones. ¿Lo harán, o seguirán haciendo «el avestruz» hasta que ya no haya remedio?
No hay más ciego que el que no quiere ver, les debe de joder que los que los advertimos teníamos razón aunque yo creo que algo tiene que ver la inyección, para mi que les ha lavado el cerebro y quitado la razón, ya no son capaces de pensar solo de acatar las ordenes delos charlatanes del gobierno y de los medios de comunicación terroristas, la gente que se cree más lista fue la más fácil de engañar.
Mi hermana se quedó ciega de un ojo con la segunda. Con la tercera se cogió un herpes zoster de caballo… Y sigue diciendo que las vacunas son buenas. No hay esperanza con este ganado. No esperéis nada de esta gente. Estamos condenados por su culpa…
Esta gente tiene que marchar de esta vida y cuánto antes mejor, porque están haciendo mucho daño a la humanidad.
Carlos Herrera, desconozco si eres un engañado más o un ser miserable y despreciable, después de ver tu video apelando a inyectarse . Sea como sea espero que pronto cruces la línea, es la única forma que nos queda de que otros despierten del engaño.
Por culpa de esta gente la organización mafiosa de la salud quiere imponer un tratado de plandemias para decidir por encima incluso de Constituciones como la española