viernes, noviembre 22, 2024
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El magnicidio de JFK, 60 años después

Artículo de Alfonso de la Vega

Se cumple el sexagésimo aniversario del asesinato del presidente Kennedy el 22 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas.  Un magnicidio de grandes consecuencias no solo para EEUU sino para todo el mundo occidental.  En 1988, el fiscal Jim Garrison confesaba sus sentimientos en libro de memorias sobre el caso titulado On the trail of the assassins

después de mi investigación acerca del asesinato de Kennedy y mis experiencias posteriores, mi vida y conciencia han cambiado para siempre. Este libro trata en realidad sobre este proceso de cambio, de creciente desilusión, cólera y conocimiento. Mi experiencia como relevante protagonista en estos hechos históricos impide que se conviertan en tópicos pues todo el país se sumó, en diferentes grados, a mi cambio de conciencia. Un cuarto de siglo después se puede ver que el asesinato y la ocultación perpetrada por el gobierno y los medios de comunicación fueron cuestiones que marcaron una línea divisoria en este país. Significaron la pérdida de inocencia para los norteamericanos de la posguerra; el inicio de la presente etapa de desconfianza en nuestro gobierno y en nuestras instituciones más fundamentales”.

Y Garrison proseguía:

deseo que este libro ayude a la joven generación a entender mejor las consecuencias políticas, sociales e históricas del asesinato y la subsiguiente ocultación. Aún hoy pagamos sus consecuencias; se ha mantenido una vergonzosa Guerra Fría, un gobierno lleno de engaños y secretos, una prensa dócil, unos omnipresentes cinismo y corrupción. Para cerrar esta etapa en la que las mentiras de nuestro gobierno electo y las operaciones encubiertas de nuestro gobierno secreto amenazaron la verdadera supervivencia de nuestra sociedad, debemos empezar a contemplar la Guerra Fría y nuestra seguridad nacional bajo una nueva luz”.

El asesinato del presidente Kennedy resulta demoledor al comprobar la impotencia de la sociedad civil y de los miembros más honrados del aparato del Estado para desenmascarar las actuaciones criminales y los últimos resortes del poder oculto para lograr su impunidad.

Carl Oglesby, investigador de la Oficina de Información de Asesinatos, resume los resultados de las investigaciones del fiscal Garrison:

1 elementos rabiosamente anticomunistas de la división de operaciones de la CIA, moviéndose a menudo a través de canales extra gubernamentales, estuvieron profundamente  implicados en la cúpula del planeamiento del asesinato y del proceso de su ejecución. Al parecer fueron quienes tomaron la decisión de matar al presidente. 2 la conspiración tuvo un motivo político. Su objetivo era detener el movimiento de JFK hacia la distensión en la Guerra Fría, y en ello tuvo éxito. Por tanto debe contemplarse como un golpe de Estado palaciego. 3 Oswald fue un hombre inocente reclutado para cargar con la culpa. Como él puntualizó: “Yo soy un señuelo”.

Sin embargo, la teoría del fiscal no fue la versión oficial de la Comisión Warren que hace protagonista principal a Oswald dentro de una conspiración que tuvo su origen el crimen organizado y fue provocada por el programa anticrimen propuesto por el presidente Kennedy.

No obstante, cabe pensar teniendo en cuenta ciertos antecedentes históricos que aunque hubiera intervenido la mafia de modo decisivo en el asesinato, eso no significa en sí mismo que la organización criminal haya actuado de modo autónomo y sin apoyos oficiales. Así las relaciones con la Marina para preparar la invasión americana de la península italiana desde Sicilia durante la Segunda Guerra mundial.  O la colaboración de la organización criminal contra los sindicatos comunistas a cambio de favores para Lucky Luciano.

Existen también otras versiones más o menos audaces o novelescas sobre las causas del asesinato que las vinculan a los deseos manifestados por el presidente de difundir información secreta, inquietante y comprometida sobre el fenómeno OVNI.  Una muy interesante y sugestiva es la hipótesis israelí sionista como luego veremos.

Pero sesenta años después del inquietante asesinato de Kennedy no cabe hacerse demasiadas ilusiones sobre el estado de EEUU y en general de los sistemas occidentales.

En su búsqueda de la verdad y de la identidad de los patrocinadores secretos del magnicidio, el fiscal Garrison fue ninguneado, boicoteado e incluso acusado falsamente de corrupción a fin de someterle o desacreditarle. Garrison pensaba y así lo declaraba que lo que pasó en Dallas fue un golpe de Estado. Pero no sabía cuando había empezado la organización y preparación del golpe.

Oswald fue manipulado y suplantado para dejar rastros incriminatorios en actuaciones anteriores al atentado. No disparó a nadie el infausto día si atendemos a los resultados negativos de la prueba del nitrato en los dedos. Para el éxito del golpe se necesitaba la colaboración de miembros de lo que llamaba la guardia pretoriana, es decir los servicios secretos en sus distintas modalidades u organizaciones. La protección al presidente había sido oportunamente retirada en el momento de los hechos:

Se ignoró un télex de aviso en el que se decía que se preparaba un atentado contra Kennedy. La cápsula protectora de la limusina presidencial fue retirada por el Servicio secreto. Las ventanas y azoteas no habían sido controladas”.

Pero con Kennedy recién muerto comenzaría la operación de encubrimiento. El secuestro del cuerpo. La falta de una autopsia civil independiente.

 “Los elementos del nuevo gobierno vieron las ventajas de apoyar la puesta en escena de que un solitario descontento había asesinado al presidente en un casual e irreflexivo acto de violencia, que no había ocurrido un golpe de Estado y que nuestra democracia estaba intacta y a salvo. Entendieron rápidamente el mensaje de quines habían organizado el asesinato: que había un fuerte consenso para reavivar la Guerra Fría hasta el nivel que tenía antes de Kennedy.

Tan pronto como los elementos no participantes de la Comunidad de Inteligencia comprendieron que había ocurrido un golpe de estado, se movieron rápidamente para apoyar la versión oficial…. 

Durante muchos años, los funcionarios federales hicieron todo lo que estaba en sus manos para sostener este tambaleante edificio (la versión oficial) mientras los críticos lo atacaban, de modo que casi nadie cree ya en la hipótesis del asesino solitario”.

La hipótesis israelí 

Según Hillel Silverman, rabino de Dallas, Jack Ruby había explicado en privado el asesinato de Oswald: “Lo hice por el pueblo judío”.

En cierto modo la hipótesis de la autoría israelí del magnicidio tendría relación con unas recientes declaraciones del presidente turco Erdogan acerca del arsenal nuclear de Israel. En su libro maldito publicado en 1994 Final Judgment Michael Collins Piper expuso la hipótesis de que el Mossad había desempeñado un papel central en el asesinato del presidente Kennedy en 1963. 

Desconocido de la conciencia pública en ese momento, el conflicto político de principios de la década de 1960 entre los gobiernos estadounidense e israelí sobre el desarrollo de armas nucleares había representado una prioridad de política exterior de la administración Kennedy, que había hecho de la no proliferación nuclear una de sus iniciativas internacionales centrales. John McCone, elegido por Kennedy como Director de la CIA, había servido previamente en la Comisión de Energía Atómica bajo el presidente Eisenhower, siendo el que filtró el hecho de que Israel estaba construyendo un reactor nuclear para producir plutonio. La presión y las amenazas de ayuda financiera aplicadas en secreto a Israel por la administración Kennedy finalmente se volvieron tan severas que llevaron a la renuncia del primer ministro fundador de Israel, David Ben-Gurion, en junio de 1963.  Tras el asesinato de JFK en noviembre tales esfuerzos revirtieron casi por completo una vez que Kennedy fue reemplazado por Johnson. 

El libro de Seymour Hersh de 1991 The Samson Option: Israel`s Nuclear Arsenal and American Foreign Policy también explicaba los esfuerzos de la Administración Kennedy para obligar a Israel a permitir inspecciones internacionales de su reactor nuclear supuestamente no militar en Dimona y, por lo tanto, evitar su uso en la producción de armas nucleares. 

Los españoles no podemos dejar de recordar el magnicidio de nuestro presidente del gobierno, el almirante Carrero, del que se cumplirá medio siglo el mes que viene.

Otra importante preocupación para los israelíes pudiera haber sido los esfuerzos de la Administración Kennedy para restringir las actividades de los grupos de presión pro-Israel. Instalado Robert Kennedy como Fiscal General, este último inició un gran esfuerzo legal para obligar a los grupos pro-Israel a registrarse como agentes extranjeros, lo que hubiera reducido drásticamente su poder e influencia.  También Robert sería asesinado más tarde. 

No sería el único caso de magnicidio. Los grupos sionistas que precedieron al establecimiento del estado judío parecen haber tenido un largo historial de asesinatos, incluidos los de figuras políticas de alto rango que podrían considerarse intocables.  Lord Moyne, el Ministro de Estado británico para el Medio Oriente, fue asesinado en 1944 y el Conde Folke Bernadotte, el Negociador de Paz de la ONU enviado para ayudar a resolver la primera guerra árabe-israelí, corrió la misma suerte en septiembre de 1948. 

Tampoco todo un presidente estadounidense estaba completamente libre de tales riesgos, y Collins Piper señala que Margaret, la hija de Harry Truman, había revelado que agentes sionistas habían tratado de asesinar a su padre usando una carta mezclada con químicos tóxicos en 1947 cuando creían que se estaba demorando en apoyar a Israel, aunque ese intento fallido nunca se hizo público. 

Pero otro asunto turbio que pudiera aclararse con esta hipótesis es el de la extraña muerte de Forrestal. Durante la década de 1930, Forrestal había llegado a la cima de Wall Street. Roosevelt lo atrajo al servicio del gobierno en 1940. Más tarde, en 1947, se convirtió en el primer Secretario de Defensa de Estados Unidos. Junto con el Secretario de Estado, Forrestal se consideraba el miembro más influyente del gabinete Truman. Sin embargo, solo unos meses después de la reelección de Truman en 1948, nos dicen que Forrestal se volvió paranoico y deprimido, renunció a su poderosa posición y semanas después se “suicidó” saltando desde una ventana del piso 18 en el Hospital Naval de Bethesda. 

El asunto se relacionaría con el profundo conflicto político que sacudió a la Administración Truman por el reconocimiento del Estado de Israel, que había tenido lugar el año anterior. Alan Hart, en su libro Zionism explicaba que había sido Forrestal quien encabezó ese esfuerzo de oposición a ese reconocimiento en el Gabinete de Truman. Hart también planteó dudas muy considerables sobre si la muerte posterior de Forrestal había sido realmente un suicidio.

Como conclusión de actualidad

Tenía razón Garrison respecto a la pérdida de inocencia. El caso Kennedy supuso un antes y un después en la credibilidad de las instituciones. Aún constituye un test sobre el estado real sino la verdadera naturaleza de las instituciones americanas e incluso de la civilización occidental. Un test clarificador pero no superado. Nos encontraríamos ahora con la constatación de un gran fracaso histórico liberal y democrático. La antigua aristocracia del mérito de los orígenes de la gran nación americana ha sido pervertida hacia una plutocracia sin fronteras que acapara casi toda la riqueza, una escondida oligarquía feroz, sectaria, implacable, que trata de imponerse en el mundo a cualquier costa, incluidos los derechos civiles e instituciones republicanas.  Y que ha puesto al servicio de sus propios intereses y no del pueblo el aparato del Estado americano. Esta oligarquía insaciable y despiadada estaría intentando superar las barreras constitucionales de EEUU para crear un despótico Nuevo Orden Mundial a su imagen y semejanza y no la de los fundadores.

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1 COMENTARIO

  1. Liando, y enrevesando y fantaseando, pero es todo muy simple: Le dispararon desde el coche de atrás los mismos guardaespaldas y lo hicieron porque quería acabar con las «sociedades secretas» y desvelar la agenda de los masones y su religión para matar a todos los humanos y esclavizar a los supervivientes, que es lo qué se esta intentando hacer ahora.

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