martes, noviembre 26, 2024
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Mal se queja quien se deja

Mal se queja quien se deja

Mientras el golpe  de Estado progresa adecuadamente sin que nadie se atreva a pararlo el Régimen borbónico no se resigna a ofrecer a su distinguido público como distracción o disimulo más funciones de la bonita farsa, todos con impresionante atrezzo de impolutos ropones nuevos. Lástima que el hábito habitualmente no haga al monje. 

Ya explicaba Lao Tsé que “cuando se vacía el corazón quedaban los ritos”. Ahora en el calendario fenológico político toca lo de la inauguración del año judicial, una ceremonia huérfana de significados reales, como si lo judicial fuese algo independiente o puesto a salvo de los caprichos del Poder despótico. No lo reconoce así el Presidente del Tribunal casi Supremo pues depende de lo que pudiera cohechar cándidamente el Constitucional que es la clave de bóveda que sostiene el real tinglado de un único Poder con diversas funciones. Que el mando ordena que hay que reclasificar votos nulos para salvar el culo al jefe, pues nada «oído cocina».  Sí, ante una Majestad somnolienta que a duras penas era capaz de mantener los ojos abiertos y desde luego la incredulidad general de los asistentes que se conocen bien las mañas, el del casi Supremo muy serio y puesto en razón ha asegurado que los jueces no son «poleas de transmisión de la agenda política».  Presunción iuris tantum, toma ya y ahí queda eso.

Pero “mal se queja quien se deja”. De independencia judicial en el degradado tenderete borbónico hay muy poca. Sobre todo desde la infame ley socialista de 1985 depende del conchabamiento entre los partidos turnistas dinásticos y su mayor o menor capacidad para colocar ropones bravos o mansos de su propia ganadería. Nada que ver con lo que sería una auténtica división de Poderes, característica sine qua non de una verdadera democracia.

Pero es momento de lucirse y el juez aprovecha para barrer para casa y muy preocupado por la suerte de España pide que se cubran las vacantes que ya tienen demasiado trabajo y así no hay manera. Más allá del lucrativo corporativismo con su poca memoria se olvida de decir ni media palabra de lo de supeditar el gobierno, el respeto a la Ley y el honor de la nación a un fugitivo de la Justicia…

En el monipodio nacional todo el mundo tiene su puesto y hay un puesto para todo colaboracionista. El régimen ha envenenado la mentalidad nacional y reblandecido la voluntad del español, mientras cuenta con la indecisión y el miedo de las clases conservadoras y la irrisión de las progres en el machito. Así nos va.

La pretendida independencia judicial se demostraría denunciando los desmanes de los espurios representantes de las instituciones. Los delitos ya perpetrados mediante sentencias justas pero contundentes contra los poderosos hasta ahora impunes. Pero “mal se queja quien se deja”. Y en tanto que pretendido Poder independiente la denuncia de las prevaricaciones presentes o futuras. Mientras el rey de cuerpo presente, inasequible al desaliento aunque un algo adormilado.

Es terrible y desolador tener que reconocerlo así pero la judicatura española actual resultaría más parte del problema nacional que de su solución.

Pero queremos creer que no todo está perdido mientras exista la recta conciencia humana.  Ojalá fuera unánime entre nuestros enmucetados togados la habilidad para dictar justicia de un Sancho gobernador cuyas características principales eran la decencia, la honradez, el sentido común y la voluntad de servicio.  O las que explica Zorrilla en A buen juez, mejor testigo. Ese noble y valiente don Pedro Ruiz de Alarcón capaz de pedir testimonio al mismo Cristo Dios para que el delito de un poderoso no quede sin sanción. O las de otro buen juez, el don Alonso azoriniano que prescinde de trampas leguleyos y otros sí digo para que pueda brillar la Justicia desnuda de artificios:

«…cuando me habéis preguntado, yo me he hecho un poco el interesante, y vosotros habéis llenado de preocupaciones; y no había más sino que yo, en vez de pasar la noche durmiendo, la había pasado trabajando. Ahora os veo también alarmadas, y no sucede otra cosa sino que yo he dictado hoy una sentencia apartándome de la ley, pero con arreglo a mi conciencia, a lo que yo creía justo en este caso. Yo no sé si vosotras entenderéis esto; pero el espíritu de la Justicia es tan sutil, tan ondulante, que al cabo de cierto tiempo los moldes que los hombres han fabricado para encerrarlo, es decir, las leyes, resultan estrechos, anticuados, y entonces, mientras otros moldes no son fabricados por los legisladores, un buen juez debe fabricar para su uso particular, provisionalmente, unos moldes chiquititos y modestos en la fábrica de su conciencia…

– Ya sé -ha continuado don Alonso-, ya sé que a vosotras os preocupa lo que las gentes van diciendo. No se me oculta que la ciudad está alborotada; pero esto no es extraño. Sobre la tierra hay dos cosas grandes: la Justicia y la Belleza. La Belleza nos la ofrece espontáneamente la Naturaleza y la vemos también en el ser humano; mas la Justicia, si observamos todos los seres grandes y pequeños que pueblan la tierra, la veremos perpetuamente negada por la lucha formidable que todas las criaturas, aves, peces y mamíferos, mantienen entre sí. Por esto la Justicia, la Justicia pura, limpia de egoísmos, es una cosa tan rara, tan espléndida, tan divina, que cuando un átomo de ella desciende sobre el mundo los hombres se llenan de asombro y se alborotan. Ese es el motivo por lo que yo encuentro natural que si hoy ha bajado acaso sobre esta ciudad manchega una partícula de esta Justicia, anden sus habitantes escandalizados y trastornados.

– Y don Alonso ha sonreído, por última vez, con esa sonrisa extraordinaria, inmensa, que sólo le es dable contemplar a la humanidad cada dos o tres siglos…»

Habrá que esperar pacientemente al próximo año judicial.

EsDiestro
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1 COMENTARIO

  1. «En el monipodio nacional todo el mundo tiene su puesto y hay un puesto para todo colaboracionista. El régimen ha envenenado la mentalidad nacional y reblandecido la voluntad del español, mientras cuenta con la indecisión y el miedo de las clases conservadoras y la irrisión de las progres en el machito. Así nos va.»

    Brillante…

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