Salvo rarísimas excepciones hay que tener muy claro que casi todos los políticos son siervos y rinden cuentas a los mismos. En ese juguecito ya antiguo de tesis – antítesis= síntesis, cada uno de ellos interpreta su papel, mientras en la sombra les ordenan para que nos manejen a todos.
Pero una buena parte de la sociedad ya vamos aprendiendo y adquiriendo experiencia, por todo lo que hemos vivido en los últimos tiempos. No debemos ni enojarnos con uno, ni seguir como corderitos a otros porque de lo que estamos hablando es de gente que interpreta papeles.
Y con esto que está sucediendo en Francia sucede lo mismo: a unos les toca interpretar un personaje determinado y a otros el otro, pero la realidad es que todos forman parte de un juego en el que el objetivo es el mismo: jugar con nosotros y con nuestros sentimientos más íntimos, para que nuestro estado emocional sea de continua alerta.
Entre los muchos actores que tenían que entrar en escena nos faltaba uno que no podía faltar: Pablo Iglesias. Y al tipo le toca interpretar un papel absolutamente contradictorio puesto que, hace bien poco, ha sido todo un vicepresidente de gobierno que nunca podría haber hablado de esta forma de una policía española que se ha comportado fatal con aquellos a quienes se deben.
Pero a Iglesias, el de cabalgando entre contradicciones, ese papel le va como anillo al dedo puesto que es el que ha interpretado siempre. ¿Que no?
Para salvar Europa el primer paso inexcusable y ya de extrema urgencia es erradicar a esta «ultraizquierda» postiza pijoprogre, a sus terroristas guerrilleros los primates ‘antifa’, y a los medios de programación mental que destruyen la psique y la razón de las víctimas de esta corriente, y con ello una civilización entera. No son más que el engendro patológico derivado de las actuaciones de la CIA, la ONU, la UE, y todos esos entes que canalizan el intenso racismo supremacista exterminador de las «élites» judías. No son «izquierda» y nunca lo han sido. Son, repito, un engendro putrefacto cristalizado en esta época por varias razones.
No es una ideología y nunca lo ha sido. Es un Engaño masivo, traducido en enfermedad. Toda esta escoria son psicópatas embusteros y enfermos, inmersos en una ramplona realidad paralela, «empoderados» contra natura, forjados y colocados al timón político y social para el exterminio de los pueblos originarios europeos empezando por la masa inocente y pacífica. Son chusma nata forzando el imperio de la chusma nata. Son criminales de vocación. Su «solidaridad» y sus reclamaciones de «justicia» están restringidas a la gentuza parásita, ladrona, ultraviolenta y asesina, pues sienten afinidad innata, muy probablemente por una suerte de llamada genética. En los últimos años ya ha quedado demostrado negro sobre blanco su sesgo ruin y tramposo para «juzgar» los avatares de la vida y seguir conduciendo la nave contra las rocas a toda vela.